De inhibiciones y desajustes

Samuel Diez Arrese

 

Desde la lógica de lo sexos, sabemos que todas las personas somos sexuadas. Todas sin excepción y sin posibilidad de no serlo. Como somos sexuadas, nos deseamos, nos atraemos, nos buscamos. Y fruto de esta búsqueda, a veces nos encontramos.

 

En este diálogo entre Erótica y Amatoria, en éste ir y venir entre búsqueda y encuentro, las posibilidades lógicamente son muchas.

 

Unas veces nos encontramos durante un breve momento y otras nos encontramos durante más tiempo.

 

A veces este encuentro depende de lo que buscamos y otras no tanto. Así, algunas veces se busca pero no se encuentra, otras se encuentra lo que se busca e incluso hay veces que se encuentra lo que no se andaba buscando. Por supuesto, hay momentos en los que ni se busca, ni se encuentra.

 

Como no todo el mundo busca lo mismo ni en el mismo grado, si a este abanico de posibilidades individuales agregamos a la otra persona, también sexuada y que busca, las combinaciones se multiplican.

 

Por ejemplo, dos personas que coinciden en sus búsquedas pero no se entienden en el encuentro o dos que se encuentran sin haberse buscado o incluso dos que se encuentran pero antes o después descubren que buscaban, que deseaban cosas diferentes.

 

Cuando dos personas coinciden más o menos en sus búsquedas, en su Erótica y se entienden más o menos en sus encuentros, en su Amatoria, generalmente va todo bien o cuanto menos, se apañan. Sin embargo, cuando esto no sucede, bien porque en sus respectivas Eróticas no coinciden, bien porque en su Amatoria no se entienden, surge lo que venimos llamando el conjunto de dificultades y problemas comunes. Son, por así decirlo, los desajustes.

 

Ocurre que muchas veces no reparamos en algo tan importante como que deseamos unas cosas y no otras, o que ahora deseamos unas y después igual otras. Para bien o para mal, ni todo el mundo busca, desea, le gusta y le apetece lo mismo, ni mucho menos, en el mismo grado.

 

Qué, cuánto, cómo y cuándo se busca, son variables que dependen de la biografía de cada persona. Como cada persona está continuamente cambiando, desarrollándose, creciendo, evolucionando… sus búsquedas, en coherencia, estarán siempre en movimiento. Es decir, “ahora busco esto y mañana no sé qué buscaré. Igual lo mismo o igual no”.

 

Uno de los desajustes más frecuentes comienza cuando en el encuentro existía una búsqueda más o menos coincidente y pasado el tiempo en uno o en los dos, la búsqueda cambia. Por ejemplo, cuando ambos buscaban, deseaban una frecuencia coital determinada y pasado el tiempo, uno de los dos ya no la busca, ya no la desea.

 

Este desajuste erótico, cuando ya no coinciden los deseos y/o su grado, el mundo sanitario lo ha denominado “Deseo Sexual Inhibido o Hipoactivo”.

 

Sin embargo, desde la perspectiva sexológica, es fácil entender que si cambian las búsquedas y sus grados, su Erótica, es muy probable que los encuentros y sus tipos, su Amatoria, también se vean alterados. ¡Estamos en pleno desajuste!

 

Igualmente, es fácil suponer que por la propia resistencia al cambio, se trate de recuperar el encuentro anterior. Cuando se entendían, cuando estaban mejor.

 

En los intentos por reajustar la Amatoria, el error es dar por hecho que estaban mejor por la actividad que tenían y no por estar más o menos en coherencia con lo que buscaban.

 

Y en este error se cae también desde el mundo profesional cuando se antepone sistemáticamente una forma determinada de encuentro a las búsquedas de esas personas que estaban juntas y que quieren seguir estando juntas.

 

Si nos fijamos, viene a ser como decir: “tú busca lo que quieras, que vas a tener que encontrar una frecuencia coital muy próxima a la anterior y a poder ser mayor. Y si no lo encuentras, es que buscas poco (deseo hipoactivo) o incluso buscas mal (deseo desviado)”

 

Desde la lógica de búsqueda y encuentro, de Erótica y Amatoria, el camino a seguir más que volver a viejas o anteriores búsquedas, sería readaptar, reformular, reconstruir ese encuentro antiguo desde las nuevas búsquedas.

 

El trabajo como profesionales vendría a ser justamente contribuir, promover, ayudar a que esas dos personas que quieren estar juntas pero cuyas búsquedas no están coincidiendo en estos momentos, encuentren la forma de seguir estando juntas de forma satisfactoria. Pero no tanto tratando de cambiar búsquedas, sino generando encuentros coherentes con las nuevas búsquedas.

 

La búsqueda no acaba en el encuentro, se apoya en él, se alimenta de él y sigue su curso. De otra manera, el encuentro acabaría convirtiéndose en cárcel de la propia búsqueda.

 

Sabemos que las búsquedas, los deseos, la Erótica, es libre, es íntima, no debe, (¡no puede!) ser regulada, ni marcada, ni dirigida por otros. Es única pues es personal, no acaba sino con la muerte y siempre está en movimiento, como la propia biografía.

 

Aquí es donde verdaderamente hay trabajo, pues la Erótica se construye, se desarrolla, se suscita, se incita, se excita y, en definitiva, se cultiva desde referentes internos y en diálogo con el exterior. Para que en esa búsqueda y en lo que se encuentre, exista la coherencia suficiente que permita alcanzar los niveles de satisfacción que todos deseamos.

 

En este viaje por la Erótica de cada uno, no hay caminos marcados pues cada cual hace el suyo y en coherencia establece sus rutas (son muchas las rutas posibles), el tamaño de sus pasos, las aventuras siempre interesantes, las paradas, pues también las hay y por supuesto, los imprevistos, los tropezones y las desorientaciones. ¡Es un viaje!

 

Cuando las frecuencias coitales disminuyen o incluso desaparecen de los encuentros, no significa necesariamente que sus búsquedas, sus deseos estén parados. Más bien al contrario, generalmente significa que se está en otras búsquedas diferentes. No siempre se busca lo mismo. Conocer lo que se busca y dejar de añorar anteriores búsquedas, puede ser una buena vía.

 

Curiosamente y al contrario de lo que se suele plantear, los deseos pueden estar parados en una pareja con una alta frecuencia coital, pues puede ocurrir que no sigan buscando. Es una parada en el viaje. ¡El viaje es largo!

 

Cuando esta libertad en la exploración y viaje por la Erótica se cercena, se suprime y se establece sólo un camino como el único posible, es cuando verdaderamente hay gran probabilidad de que surjan inhibiciones, incoherencias e insatisfacciones.

 

Pues lo importante no es qué se hace ni cuánto se hace, sino cómo se vive aquello que se hace. Si parte de los deseos o de los deberes, de búsquedas propias o de lo que se dice que se tiene que buscar. Ahí está el reto de este viaje.

 

 

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