Por qué se presume de virilidad

A pesar del predominante sentimiento machista, las mujeres acusan un alto porcentaje de insatisfacción

Presumir de la virilidad masculina es un fenómeno que viene de muy lejos. Es también algo muy curioso y sorprendente el hecho de que muy pocos hombres sean capaces de confesar su verdad en este campo. Su verdad tal cual, sin aumentar ni engreír, sin presunciones ni estúpidos orgullos de un machismo equivocado.

Entre los empleados de banco o entre los universitarios. Lo mismo entre los obreros, en el campo, en la ciudad… es muy corriente encontrarse con conversaciones en las que se bate el récord de veces que se hace el amor, de maneras va riadas de éxitos donjuaneros, de conquistas y de cúspides logradas…

Batir el récord en la práctica sexual es algo que engríe y llena de orgullo al macho. Confesar y reconocer la realidad suele ser humillante, como el mayor bochorno que le puede venir a uno encima.

En la consulta de sexoterapia de pareja encontramos casos sobre esto cada día. He aquí uno: interrogada ella sobre la frecuencia y el modo de sus relaciones sexuales da un balance lamentable de abstinencia por ocupaciones, cansancio e ignorancia. Preguntado él esa pareja se diría protagonista a diario del mismo camasutra. ¿Qué ha habido ahí?

SUPERDOTADOS Y… MUJERES INSATISFECHAS

Por otra parte, si tan buenos amantes y tan expertos son los hombres de nuestro país, ¿a qué se debe ese índice tan alto de insatisfacción y de frigidez en las mujeres de quienes tan alto grado alcanzan en su práctica sexual?

Si sumamos a estos datos el cúmulo de ignorancia en la que todos nadamos referente a la sexualidad…, ¿cómo se ex plica que siga en pie el mito de que el hombre siempre es un «recordman» en este tema? Posiblemente hay muy pocos problemas tan claros como éste cuando se miran de cerca.

p>Pero posiblemente hay también muy pocos problemas tan delicados de tocar tan susceptibles, tan provocantes al ridículo como éste de la impotencia masculina. ¿Es impotente el hombre de nuestro país en la medida en que se afirma la frigidez femenina?.p>Esa pregunta es muy molesta. Y sin embargo, por ahí va una de las claves de comprensión de la impotencia. ¿En qué consiste la potencia sexual masculina? ¿En la fardonada? ¿En la invención de historias? ¿En haber subido el baremo tan alto que nadie puede alcanzarle y todo el mundo está obligado de ocultar su medida para no descubrir todo el tongo?HOMBRES QUE «COMPARAN» SU CAPACIDAD

A juzgar por lo que se oye y se cuenta el hombre medio en nuestro país es un superhombre sexual. Y, sin embargo, a juzgar por los relatos de la intimidad, las confidencias y los problemas planteados en consulta, este mismo hombre no alcanza ni mucho menos esa altura de ideal propuesto…

El mismo lenguaje de insulto duro está haciendo alusión a este fenómeno de la virilidad. Así como usando de esta cantera inagotable para alardear de grandezas.

De ahí el círculo vicioso en el que generalmente se mueve un hombre de hoy como de siempre. Por un lado, el miedo a aparecer disminuido; por otro, el ideal inalcanzable de todos esos récords que se cuentan. Conclusión de los dos lados: una preocupación muy corriente que consiste en parecer menos o no llegar a la figura que de él se ha hecho.

Esto no suele decirse. Pero no por ello deja de ser real. Muchos hombres toman como punto de referencia las «fardadas» viriloides sobre el sexo. Comparan su comportamiento y su práctica. Y se dan cuenta de que no llegan a la talla exigida. ¿Qué hacer? Ese temorcito inicial va aumentando como la bola de nieve ante cualquier circunstancia. Y una vuelta trae a la siguiente y así sucesivamente…

RIVALIDAD Y UNA MENTIRA UNIVERSAL

¿No estaremos siendo víctimas de una mentira universal? Una mentira. Ahí está el problema. Pero esta mentira lleva a desfigurar. La exageración de pico suele corresponder a una minusvalía de hecho. La palabra engreída es de este modo el órgano más usado en la práctica sexual.

A muchos e inocentes varones se les escapa la energía sexual con las palabras. Y en esta competición permanente, en esta olimpíada sexual, todos somos rivales de todos. Pero la rivalidad de las palabras se da cuando la realidad no va pareja con la invención. ¿Cuál es la realidad de nuestra sexualidad masculina? Esta pregunta es terrible. Y estamos esperando el día en que podamos responder a ella, con rigor y exactitud.

Hoy por hoy esa respuesta es todavía imposible de encontrar al menos en términos de cifras. Y aunque en cifras fuera posible, queda todavía por desentrañar toda una madeja de mitos y de folklore, de costumbrismo que no puede comprenderse con el simple porcentaje de unos datos.

EN AMOR: NI EXITO NI FRACASO

Mientras tanto, el problema está ahí. Una realidad sexual bastante miserable cuando se la mira con sinceridad. Y una etiqueta vanidosa y «fardona» cuando se habla y se la presenta a los demás. El hecho de alardear de una sexualidad súper es ya el mejor modo de delatar una miseria real.

¿Razón? Cuando un hombre y una mujer gozan en su encuentro, cuando los dos se quieren y comparten una armonía y un entendimiento, un placer intenso y rico, es muy difícil que esa delicadeza tan frágil y tan humana salga con trompetas anunciando triunfos.

Y es que el secreto de hacer el amor no conoce el lenguaje del éxito o del fracaso, sino el de una doble fragilidad indefensa que se desarma ante el misterio humano, que es dar y recibir placer, compartir la intimidad desnudos de todo es decir, sinceros… Todo lo contrario a la jactancia.

Por EFIGENIO AMEZUA

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