Así nació la noche de bodas

Así nació la noche de bodas

Por insólito que parezca, el derecho de pernada supuso en su tiempo un gran avance moral.

Aun perduran mitos como que el suegro desflore a la novia o que la doncella vaya de pueblo en pueblo, vendiendo su virginidad.

Los ancestrales ritos que rodean la noche de bodas, la relación sexual de la recién establecida pareja continúan persistiendo en la actualidad en algunos pueblos en estado primitivo. Las culturas evolucionadas han ido abandonando dichos ritos (al menos en la forma arcaica en que se desarrollaban)y los han ido transformando en otra serie de ritos continentes de toda una simbología que no tiende más que a burlar ese tabú en torno a lo sexual que socialmente aún en ellas permanece.

El doctor Santiago Martínez-Fornés estudió durante años la simbología que rodea toda esta serie de costumbres, de ritos que, envolviendo sutilmente la noche de bodas, están repletos de un rico y pintoresco significado.

Hace siglos, de la única noche de bodas propiamente dicha (tal y como la entendemos ahora) de la que se podía hablar era la de los señores feudales, ya que la plebe se hallaba sujeta al «derecho de pernada».

EL DERECHO DE PERNADA

Sobre el derecho de «primae nocte», o sea, el derecho que el señor feudal tenía a disfrutar la primera noche nupcial de todas las doncellas de su feudo, se operó un gran avance moral con la introducción del derecho de pernada, pues, representando la persistencia del derecho que todo el clan tenía para poseer a todas las mujeres de la tribu, transferido al jefe, se redujo al símbolo de pasar la pierna –derecho de pernada─ por el tálamo nupcial. Fue preciso llegar al año 1486 para que Fernando V aboliese definitivamente este privilegio, disponiendo:

«Juzgamos y fallamos que los señores susodichos no podrán tampoco pasar la primera noche con la mujer que haya tomado un campesino, ni tampoco podrán, durante la noche de boda, después de que se hubiese acostado en la cama la mujer, pasar la pierna por encima de la cama ni de la mujer, en señal de soberanía».

SÍMBOLOS DE LA VIRGINIDAD

De los elementos presentes en la ceremonia de esponsales, cuatro tienen una directa y especial relación con la primera noche: el color del vestido, el velo, las flores y el anillo.

Muy importante es el simbolismo del vestido de novia. Blanco, como la pureza, inmaculada.

La costumbre en que el novio rasga el velo de la novia con la espada, muy extendida tiempo atrás, y que todavía tiene equivalente en china y antiguamente en Persia, la interpreta Mategazza como un símbolo de desfloración. Por lo que no tenía lugar cuando la novia era viuda.

El símbolo sexual de la flor es muy claro. El ramo de azahar de la novia recuerda la desfloración.

La noche de bodas aparece como sinónimo de desfloración. Y el rito de la desfloración exige casa nueva, tálamo nuevo, sábanas y ropas interiores de los novios impolutas, inmaculadas, como la virginidad.

LA CENCERRADA DE LOS VIUDOS

Por otra parte, famoso es el caso de la llamada «cencerrada» con que se ameniza más de una noche de bodas cuando uno de los cónyuges es viudo. Castillo de Lucas y otros destacados etnólogos precisan que, en su origen, era la viuda quien la organizaba y pagaba para alejar con su estrépito al espíritu del primer marido y evitar así que, por celos, viniese a turbar la noche de bodas.

En algunas culturas, la primera noche se pasa «junto al fuego, pero sin quemarse». Como una ofrenda religiosa –llena de sabiduría─ de las primicias nupciales.

La costumbre ancestral, en los países de clima amable, de pasar la noche de bodas en el campo significa: «Al fecundar a la mujer se fecunda también la Tierra madre».

RITOS DE LA DESFLORACIÓN

Dentro de las costumbres de diferentes pueblos naturales se encuentran casos que, por curiosos, merecen especial atención.

Entre los nandis, los amigos del joven marido esperan fuera con objeto de sujetar a la novia en el caso de que éste, en la noche de bodas, ofreciera resistencia. Si resulta difícil desflorar a la mujer, entonces el marido saca el cuchillo y, sin contemplaciones, rasga el himen. (Según relato de Bryk.)

En algunos pueblos existe también el derecho a pasar la primera noche con la novia, y en otros, por el contrario, desprecian ese momento y lo ofrecen para que sea otro el que cumpla con ese primer deber.

Entre los banaros de Nueva Guinea era costumbre que el suegro o un amigo de la misma experiencia pasara las primeras noches de boda con la joven recién casada.

CUANDO LA VIRGINDIAD SE VENDE

Sin embargo, Ploss y Bartels relatan que en Loango, en el África Ecuatorial, la primera noche de bodas se vendía a cualquier hombre que tuviera interés en pasarla con la novia. Según éstos, las vírgenes casaderas se cubrían completamente con un manto y luego iban de aldea en aldea para ofrecer en las plazas el derecho de la primera noche. El hombre al que le interesaba entregaba como pago algo material, pero no en todas partes tenía derecho a efectuar un coito completo. Este acto no constituía ningún impedimento para que las muchachas se casaran, sino que más bien era una condición previa para ello.

Como se precia, pues, no en todas las culturas ni en todos los pueblos tiene el mismo valor ni el mismo interés la primera noche, la noche de bodas, sin embargo se hacen especialmente curiosas las costumbres y los símbolos que desconocemos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *