LA HISTORIA DE LA REFORMA SEXUAL

Todos han oído hablar de la revolución sexual y sus polémicas con el tradicionalismo; o a la inversa. Es una historia que ha dado mucho que hablar. Bajo ese ruido muy pocos se han interesado por la Reforma sexual y lo que ésta ha significado en nuestro inmediato pasado. Hoy nos ha tocado plantear no esos dos antagonistas que son la revolución y el tradicionalismo, sino el protagonismo de la Reforma sexual, la gran propuesta que la primera generación de sexólogos hizo a la sociedad en los años veinte del siglo XX.

La versión que se ha divulgado es que hubo unos autores –Freud y Reich, o más bien éste sobre las bases de aquél, a las que adosó las de Marx– para crear la lucha por la liberación sexual. Sucedió esto en los finales años veinte y primeros años treinta.

El siguiente capítulo es el de la reacción del tradicionalismo. Y más en concreto de las Iglesias, lo que tratándose de Occidente, equivale a decir, de un modo especial, la Iglesia católica. Unos autores escribían libros subversivos y las instituciones eclesiásticas reaccionaban con encíclicas. La difusión de unos y de otras se expandió hasta formar una guerra: los unos contra los otros «en materia de moral sexual». Reich proclamaba que la revolución sexual era un medio para la lucha política y la revolución social. Esta es, pues, una idea central. Por cierto, que terminará siendo expulsado del partido comunista, lo mismo que de la sociedad psicoanalítica. Mala suerte la de este revolucionario al que, pese a no seguir sus ideas, es imposible negar una cordial simpatía.

Pero lo que a nosotros nos interesa hoy no es ni la revolución ni el tradicionalismo. Es la Reforma sexual, un producto elaborado durante las dos primeras décadas del siglo XX por los sexólogos y presentado en sociedad en los años veinte. ¿Qué se proponían con ello? Decía Hirschfeld, el presidente de la organización, que la sociedad iba ya madurando para dar algunos pasos importantes. Y, aunque no se podía ir demasiado lejos, la sociedad estaba ya madura para algunos pasos importantes. De ahí surgieron los diez puntos elaborados por la Liga Mundial para la Reforma sexual sobre bases científicas.

En estos diez puntos se planteaba lo esencial de la Reforma sexual. Los sexólogos eran reformistas, no revolucionarios. Eran sugerentes y dialogantes; no tajantes. Su proyecto era una educación sexual para todos en la enseñanza. Esta educación incluía una serie de contenidos que hoy nos resultan familiares. También planteaban una reforma de las leyes para la equiparación de los sexos en una serie de aspectos que hoy nos resultan obvios. Y así sucesivamente.

La base de esta organización era la racionalidad de los sujetos y no la lucha por una u otra opción política o moral. Insistían en esta Reforma con un lema que repetían sin cesar: sobre bases científicas y didácticas; a través del conocimiento y el debate.

A casi tres cuartos de siglo de aquellos pasos hoy podemos ver la gran prudencia y dificultad de tales acciones. Y aquello empezó a andar a través de cursos, conferencias, publicaciones, jornadas… Pero sucedió entonces lo que es más conocido: las polémicas extremas entre la revolución y el tradicionalismo, enfrentados frontalmente. Y la polémica de los extremos subió de tono hasta casi distraer de la Reforma sexual. Pero ésta, con menos ruido, ha seguido hacia adelante.

E.A. y N.F

El fin primordial de la Liga fue expresado en la siguiente Resolución General que se tomó en el Congreso de Copenhague y que fue adoptada como su conclusión general. (Riese y Leunbach, 1929, p.304):

RESOLUCIÓN GENERAL

El Congreso Internacional de Reforma Sexual sobre Bases Científicas, que tuvo lugar del 1 al 5 de julio de 1.928 con numerosa participación de representantes de muchos estados civilizados, exige a los legisladores, la prensa y el pueblo de todos los países hacer lo necesario para que se tomen en cuenta las consecuencias prácticas de los resultados de la investigación de la sexología biológica, psicológica y sociológica para el juicio y la reorganización de la vida sexual y amorosa de los seres humanos.

La cantidad de personas que han sido víctimas, y que todavía lo son diariamente, de una falsa moral sexual, de la ignorancia sexual y de la intolerancia es desacostumbradamente grande.

Es por ello urgentemente necesario que las cuestiones sexuales particulares (la cuestión de la mujer, la cuestión del matrimonio, la cuestión de la natalidad, eugénica, las cuestiones de la incapacidad para el matrimonio y los no casados, la cuestión de la prostitución, la cuestión de las anomalías sexuales, el derecho penal sexual, la educación sexual, etc.) sean sometidas a una revisión según puntos de vista naturales y unificados y que sean reguladas en el sentido de la sexología.

En las mismas actas del congreso de Copenhague se publican las demandas más importantes que la Liga plantea (Riese y Leunbach, 1929, p.304):

1.- Igualdad de derechos política, económica y sexual de la mujer.

2.- Liberación del matrimonio (especialmente también del divorcio) de la tiranía actual de la Iglesia y del Estado.

3.- Control de la natalidad en el sentido de una procreación responsable.

4.- Manipulación eugénica de la descendencia.

5.- Protección de las madres no casadas y de los hijos.

6.- Consideración correcta de las variantes intersexuales, especialmente de los hombres y mujeres homosexuales.

7.- Prevención de la prostitución y de las enfermedades venéreas

8.- Consideración de los desórdenes sexuales del impulso no como hasta ahora, como crímenes, pecados o vicios, sino como fenómenos más o menos patológicos.

9.- Un código penal que pene sólo los actos que dañen la libertad sexual de una segunda persona, pero no los mismos actos sexuales entre adultos responsables, ejecutados por mutuo consentimiento.

10.- Educación sexual e ilustración sistemáticas.

 

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