LOS GRANDES CONCEPTOS :EL ARS AMANDI

 

FRESCO REPRESENTANDO LOS AMORES DE OVIDIO Y CORINNE

 

 

El ars amandi o amatoria es, como dice la misma expresión clásica, un arte.

Como sucede con todo arte, éste es también un conjunto de sensibilidad y tesón que dan como resultado –por decirlo como los clásicos– un saber y un hacer bien lo que se hace: en este caso, amarse.

¿Qué es, pues, y en qué consiste este ars amandi de los sexos? ¿Cómo reunir ese conjunto de sensaciones y deseos, emociones y sentimientos que hacen una relación de dos? ¿Y cómo, dentro de esa relación, conocer lo que se hace en su más estricta intimidad?

Nos planteamos hacernos una idea de ese gran concepto que es el ars amandi, objeto de interés de todo ser humano que busca el encuentro privilegiado con el otro sexuado.

 

 

 

 

 

 

COPA EROTICA GRIEGA REPRESENTANDO UNA MUJER SENTADA EN LAS RODILLAS DE UN HOMBRE EN ERECCION

 

 

 

 

 

 

ILUSTRACION VASIJA GRIEGA HOMBRE BESANDO UNA MUJER LOS DOS DE PIE

 

 

 

 

 

 

COPA GRIEGA JUEGOS ERÓTICOS CON SATIROS

 

 

 

 

CERÁMICA ÁTICA ESCENA REPRESENTANDO UN COITO ANAL ENTRE UN HOMBRE Y UNA MUJER

 

 

 

 

 

VASIJA GRIEGA ILUSTRADA CON UNA ESCENA DE CELEBRACION EROTICA ENTRE HOMBRES

 

 

 

 

 

FRESCO EROTICO ROMANO REPRESENTANDO UN COITO ANAL

 

 

 

 

FRESCO ROMANO : ESCENA EROTICA REPRESENTADO UN HOMBRE TUMBADO EN UN CAMA Y UNA MUJER DE RODILLA SOBRE EL SOSTIENE SU PENE EN LA MANO INTRODUCIENDOLO EN SU VAGINA

 

 

 

 

ESCENA MURAL EN POMPEI UN HOMBRE SOSTIENE LAS PIERNAS DE LA MUJER SOBRE SUS HOMBROS MIENTRAS LE INTRODUCE SU PENE EN LA VAGINA

 

 

 

 

 

FRESCO MURAL DE POMPEI REPRESENTANDO UNA ESCENA EROTICA LA MUJER SOBRE EL HOMBRE INTRODUCIENDO EL PENE EN SU VAGINA

 

 

 

 

 

 

MINIATURA MEDIEVAL : AMOR CORTES DOS PAREJAS ENLAZADAS ABRAZANDOSE

 

 

 

 

 

LOS AMANTES DETALLE DE UNA PINTURA ALEMANA DE DORFER UN CABALLERO ACARICIA EL PECHO DE UNA DAMA INCLINADA SOBRE LA BARANDILLA DE UN BALCON

 

 

 

 

 

 

DIBUJO DE HANS BALDUNG GRIEN ALEMANIA 1513: ARISTOTELES Y PHILIS REPRESENTACION DE UNA FANTASIA

 

 

 

 

 

 

 

DIBUJO ILUSTRACION REPRESENTANDO OVIDIO Y CORINNE EN SUS JUEGOS EROTICOS

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ILUSTRACION DEL SIGLO 17 ESCENA DE JUEGOS EROTICOS ENTRE UN HOMBRE Y UNA MUJER VESTIDOS EN UNA CAMA

 

 

 

 

 

ILUSTRACION PARA "AVENTURES LUBRIQUES" ESCENA DE JUEGOS EROTICOS ENTRE UN HOMBRE Y UNA MUJER DE PIE EN UNA BAÑERA

 

 

 

 

 

ILUSTRACION PARA KAMA SUTRA : LA HORA DEL ORGASMO UN VARON RODEADO DE 5 MUJERES ACARICIANDOSE MUTUAMENTE

 

 

 

 

 

 

 

Jean Frederic Maximilien de Waldeck ILUSTRACION SATIRICA PRINCIPIO SIGLO 19 : ESCENA DE UN COITO ANAL DONDE EL HOMBRE TIENE A LA MUJER AGARRADA POR LAS PIERNAS COMO SI FUERA UNA CARETILLA E INTENTA PENETRARLA POR EL ANO AYUDADO POR UN PEQUEÑO EROS ALADO

 

 

 

 

 

 

 

ILUSTRACION PARA "FLORILEGES DE LA VOLUPTÉ" MUJER DESNUDA DE ESPALDAS SUBIDA ENCIMA DE UN HOMBRE SENTADO INTRODUCIENDO SU PENE EN LA VAGINA MIENTRAS SE BESAN EN LA BOCA

 

 

 

 

 

 

G.KLIMT : EL ARTE DE AMAR HOMBRE Y MUJER ABRAZANDOSE

 

 

 

 

 

 

 

PEQUEÑA ESCULTURA EN BRONZE DORADO COPIA DE UNA ESCENA DE COITO DE UN CAPITEL DE SAN PEDRO DE CERVATOS OBRA DE SARA GIMENEZ

 

 

 

 

 

 

PINTURA MEXICANA TITULADA EL BESO DONDE SE VE UN HOMBRE Y UNA MUJER DESNUDOS EN CUCLILLAS ABRAZANDOSE

 

 

 

 

 

POSTAL EROTICA PRINCIPIOS DEL SIGLO VEINTE DONDE ENMARCADA EN UN CIRCULO SE VE LA FOTO DE MEDIO CUERPO DE UN HOMBRE Y UNA MUJER BESANDOSE

 

 

 

 

 

 

 

CARTEL EXPOSICION MARC CHAGALL: LOS ENAMORADOS, UNA PAREJA ABRAZADA SENTADA EN UN BANCO Y EN EL CIELO DE LA NOCHE UN PEQUEÑO EROS ALADO

Índice

Dentro de los grandes conceptos que forman el campo de estudio de los sexos, la cultura occidental ha mantenido la fórmula de uno con especial preferencia que es el de arte de amar o, en su formulación original del latín clásico. Es el ars amandi.

Esta fórmula tiene dos partes: una visible, relativa a los usos externos; y otra de la que se ha hablado menos, que es la relativa a los encuentros de los amantes y lo que sucede entre ellos en la más estricta intimidad.

I. Preliminares

1. La fórmula clásica

Se entiende por ars amandi o amatoria la expresión o fórmula con la que la cultura greco-latina denominó al conjunto de formas de pensar, sentir, desear o hacer a través de las cuales los sujetos realizan sus deseos eróticos y expresan sus atracciones, seducciones y, en definitiva, sus búsquedas y encuentros como sujetos sexuados.

Se trata, pues, de un elaborado y complejo producto de cultura. Y lo mismo que se hace historia de la pintura, de la música o de la literatura puede hacerse historia del ars amandi a través de las distintas épocas.

El desarrollo de la fórmula a lo largo de la historia está lleno de muchos detalles curiosos y atractivos. Pero importa no perder la fórmula y el concepto central en medio de todos esos detalles anecdóticos.

2. Variaciones

Como corresponde a un aglomerado de cosas, su resultado es un producto que, al mismo tiempo que se mantienen algunos rasgos, varía de una a otra época, de uno a otro estilo de sociedad en la que se desarrollan y viven los sujetos.

Uno de los rasgos principales de este concepto de ars amandi es su variabilidad como obra de cultura: de las distintas maneras de expresión o manifestación, es decir, todo lo contrario a un invariante natural.

Este rasgo cultural sobresale de los intentos continuos de convertirlo en un invariante natural. Son los sujetos y no la naturaleza. Se trata de sus historias y no de la historia natural.

3. Otras fórmulas

En ocasiones, las Ciencias Naturales han ahogado este ars amandi bajo fórmulas de invariantes naturales como es el caso del llamado instinto natural o de la reproducción de la especie con el que han tratado de contemplar ese contenido de las atracciones y relaciones entre los sexos.

De esta manera, en nuestros días este instinto reproductor suele ser usado con otra expresión que es la de sexual behaviour o conducta sexual, entendiendo por tal, el apareamiento o cópula y sus distintas formas de realización.

Cuando se habla de hacer el sexo –fórmula extendida por la cultura anglosajona make the sex— no es sino la versión de la conducta copulatoria usada como referente, muy distinta a la de hacer el amor delars amandi clásico de la cultura europea.

De ahí el interés de la fórmula y concepto clásico del ars amandi. Por ser un ars, es una dimensión y un valor propio de la condición humana, no un invariante natural. Y por ser un valor, éste puede ser aprendido y cultivado.

Todo sujeto es sexuado, todo sujeto se vive como sexuado y todo sujeto, por ser y vivirse como tal, está capacitado para el ars amandi, si bien la combinación de todos sus elementos da como resultado una realización particular y propia de los amantes que, como tal, es distinto en unos y otros según lo consideren y cultiven.

El ars amandi es , pues, la fórmula más lograda para expresar estas manifestaciones de los deseos y sentimientos de los sujetos sexuados en la condición humana. Y por ello objeto de conocimiento y enseñanza, es decir, aprendizaje.

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II. Patrones o modelos

1. Ovidio

Si el autor material de la teoría erótica en la Época Clásica de nuestra cultura fue Platón, el creador más célebre –y celebrado– del ars amandi propio de la cultura occidental ha sido, sin género de dudas, Ovidio. Si el primero lo pensó y escribió en griego, el segundo lo expresó en latín. Ambos suelen ser considerados los patrones de nuestro pensar y sentir.

Ovidio nació cerca de Roma en el año 43 a. de C. Es contemporáneo de Horacio y Virgilio, los que, junto con él, forman la trilogía de los más grandes poetas latinos. El ha sido el más famoso e influyente, siglo tras siglo en este ars amandi.

Sus obras principales y expresamente dedicadas al ars amandi son tres: Amores , compuesta por tres libros; Ars amandi, formada por otros tres; y Remedia amoris, formada por un sólo libro breve.

2. Eros, Cupido y Amor

Algunos se siguen aún preguntando, dos mil años después, si este arte puede ser objeto de enseñanza y no, más bien, obra de la naturaleza. Y Ovidio sigue respondiendo, como entonces, inspirado por Eros, el dios griego, conocido en el latín clásico como Cupido. Y otras veces Amor: un diosecillo, un duende, un daimon que dispara sus flechas por doquier.

Es ésta la forma de la que se sirve para describir cómo cada cual vive o puede vivir estos deseos y sentimientos. Y, al mismo tiempo, ofrecer sus principales consejos para que les vaya mejor en ese ars amandi.

A través de sus descripciones el autor ofrece una idea del amor. Frente a otras ideas más dramáticas o trágicas, su idea del amor es libre y traviesa, desenfadada y juguetona, festiva y divertida. La influencia de Ovidio, insistimos, no ha cesado a lo largo de los dos milenios de la historia occidental de la que somos parte.

3. La cultura de la christianitas

Frente a este modelo, es bien conocido el peso o protagonismo que también durante dos mil años ha tenido en esta cultura la otra cultura de la christianitas y sus creencias, así como su moral y, desde ambas, la organización de otros sistemas y otras fórmulas que no son el ars amandi.

La cultura de la christianitas no fue simpatizante con la fórmula del ars amandi sino partidaria de un sistema opuesto, especialmente caracterizado por la condena de esos deseos o sentimientos llamados «pecaminosos», tal como designó al conjunto de «la carne» o, por usar su mismo lenguaje, al «vicio de la lujuria».

De ahí que su educación girara en torno a la continencia o castidad, es decir, la lucha contra tales manifestaciones que consideró solamente lícitas o permitidas «en el marco de la institución del matrimonio y como medio para la reproducción».

4. Otras culturas y tradiciones

Junto a estas fórmulas y modelos, otras culturas han desarrollado otros estilos diferentes. Tal es el caso de las tradiciones de Oriente en las que, desde su propia cultura y forma de concebir el mundo en general, se han planteado su propio y exclusivo ars amandi.

Los Kama-Sutras, por ejemplo, han solido ser los libros de referencia de estas tradiciones hindúes en los que se dan toda clase de precisiones y cuidados a tener presentes para que dichos encuentros resulten agradables a los amantes.

Pero volvamos a la fórmula del ars amandi occidental que es la que nos interesa de una forma especial en este caso por ser la que más se adecua al marco de los sexos en nuestro contexto occidental.

«No deja de ser novedoso que un poeta intente redactar tan programadamente un arte amatoria. ¿Cabe en ese dominio de los sentimientos y la pasión un aprendizaje y una enseñanza?

¿Es que hay en el reino de Eros una téchne susceptible de ser enseñada y aprendida? ¿En qué sentido puede aprenderse a amar? ¿No es el amor algo que está más allá de la razón y el programa, algo que escapa a las razones y las tretas de la didáctica? Ese Ars amandi –que no es tan sólo ‘arte de amar’ sino también ‘arte para ser amado’– provoca ya desde su mismo título la sonrisa y mueve a la inquietud.

Se ha dicho que ‘el verdadero amor queda justamente excluido de esa técnica amorosa’ o que éste es, más bien un ‘manual de seducción’ a la manera de un tratado galante y erótico que se adecua al gusto de ciertas épocas y literaturas cortesanas. Creo que el mismo Ovidio habría admitido esas precisiones. Hay algo en la pasión que está más allá de las reglas del arte (…).

Pero Ovidio subraya en toda su obra la importancia de la cultura y la convención sobre todos los comportamientos humanos. Sobre la natura se impone el cultus, la cultura, el cultivo, la convención, el adorno, los usos sociales y el refinamiento. Y lo natural queda sometido a ese disfraz, y los mismos sentimientos se pliegan a los requerimientos de la seducción, de la palabra educada y cortés, de la habilidad en el trato y la suavidad de las maneras.

El arte de amar –y de ser amado— se centra en esas técnicas civilizadas y refinadas de controlar, dirigir y cautivar la pasión».

C. García Gual,

Introducción a Ovidio, El arte de amar, Biblioteca EDAF, 1996, pp. 33-35.

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III. Precisiones conceptuales

1. Equívocos

Del mismo modo que sucedió con la erótica, debido a una serie de factores tales como el pudor o los prejuicios acumulados a lo largo de la christianitas, el ars amandi ha sido un género o noción que ha producido ideas equivocadas o simplemente maneras de pensar muy divergentes que lo han convertido en un tema secreto que no se estudia o expone de forma sistemática y, por lo tanto, sometido a dichos equívocos según las distintas apreciaciones.

Dentro de estas apreciaciones es importante anotar las relativas a la intimidad de los encuentros que, en nombre de la misma intimidad, ha optado por dejarse en el secreto de cada cual y, por lo tanto, a la merced de la imaginación más que del conocimiento. Pero eso ha ocasionado un cúmulo de problemas. De un tiempo a esta parte los sexólogos se han ocupado de analizarlo y darle una forma para que todos puedan tener una información mejor.

¿Cómo ordenar este contenido de la intimidad de manera que podamos hacernos una idea de ello? Los puntos que siguen a continuación tratan de ese objetivo

2. Ars amandi versus apareamiento

Por la influencia de las Ciencias Naturales –de nuevo– que han puesto un excesivo protagonismo en el antiguo modelo del locus genitalis, es importante distinguir lo que es el ars amandi de los humanos de lo que, en ocasiones, tomado del mundo animal, se llama apareamiento o más propiamente cópula como medio o mecanismo que las distintas especies siguen con vistas a la reproducción.

Este modelo animal ha sido trasladado al mundo humano y a partir de esa translocación se ha seguido pensando en el mundo animal con el añadido humano. Es importante distinguir estos dos universos que, si bien tienen cosas en común, algunas son muy diferentes.

3. Ars amandi y coito

También es importante distinguir el apareamiento o cópula de lo que es propiamente el encuentro o coito. (Coito viene del latín co-itum: ir con, estar con, encontrarse con). De ahí su principal sentido que es el encuentro o relación de los sujetos sexuados como tales sujetos sexuados entre sí.

Pero, como es bien sabido, se dan relaciones de muy diverso estilo: unas son esporádicas u ocasionales, otras más estables o duraderas y en todas ellas puede darse el coito con su propio sentido o significación. De cada cual depende que éste tenga uno u otro sentido. De ahí el interés del conocimiento para que cada cual pueda hacerse una idea del mismo.

La misma expresión ars amandi indica que se trata de un arte que, por un lado, es accesible a todos los seres humanos y que, por otro, requiere atención y esmero para que la relación y el encuentro, lejos de dejar marcas desagradables o degradantes, incite más y más a su ars.

4. Un ars amandi propiamente humano

Este cuidado o esmero, este cultivo de las relaciones y, dentro de ellas, del coito en particular, es algo que todos desean puesto que, por el hecho de ser sexuados, todos desean encuentros sexuados que es lo que suele llamarse amar y ser amados o, dicho de otra forma, mantener buenos sentimientos y sensaciones con los otros y, en especial, con alguien muy en particular.

Puede ser importante no separar tanto lo que se entiende por coito de lo que se entiende por relación. Una de sus ventajas es la de compartir placeres mutuos. Pero igualmente importante es no banalizar el coito hasta convertirlo en un acto como otros. El coito es el encuentro privilegiado y propio de los amantes.

En el coito se ponen en común deseos, emociones y sentimientos que crean vínculos hondos en la relación. Por ello todas las culturas lo han considerado no como un acto más sino un ceremonial privilegiado y que, por tanto, requiere su propio ritual así como sus circunstancias oportunas. No es solamente, ni primariamente, una cuestión de libertad o de confrontación sino de esmero hacia uno mismo y hacia el otro.

Una breve semblanza de las imágenes que vemos en TV ofrece los siguientes puntos. Están, por un lado, las cópulas o apareamientos de los documentales didácticos sobre la vida de los animales. En ellos puede verse cómo, tras la selección y el cortejo dictados por la época de celo, las hembras son montadas por los machos de sus correspondientes especies, así como las conductas de lordosis, la penetración y descarga de la simiente genética para que la especie se propague y continúe.

Por otro lado, si prescindimos de las cópulas impuestas o forzadas, como es el caso de las violaciones, están las cópulas humanas ofrecidas por películas y series en las que el celo animal es ocupado por la llamada pasión irrefrenable. Esta pasión se inicia a veces por las hembras humanas y a veces, las más, por los machos.

Sus formas y el desarrollo general de las distintas secuencias que componen el conjunto suele tener lugar en el tiempo record de unos segundos según los límites requeridos por el mismo medio en el que los protagonistas se desvisten o se arrancan la ropa movidos por una fuerza impetuosa para concluir, como en los documentales sobre los animales, con la descarga de la pasión de forma más o menos explícita o implícita en función de lo requerido por el guión o «la dosis de sexo» permitida o exigida por el mercado.

El hecho de que el fin reproductor de la especie haya sido en los humanos separado de otros factores no impide ver el paralelismo o copia de ambos fenómenos. Algunos estudiosos de estos productos han calculado que el número de cópulas vistas o sugeridas a lo largo del tiempo por un espectador es más que suficiente para que este modelo se mantenga sobre otros.

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IV. El esquema d.e.m.o.r.

1. Notas previas

A. El punto de referencia

Uno de los acontecimientos más importantes de la segunda mitad del siglo XX fue la obra emprendida por los sexólogos de la segunda generación William Masters y Virginia Johnson al proponerse el estudio del ars amandi sobre un modelo de observación estrictamente humano –y no animal– y en el marco del hecho de los sexos.

Su resultado fue la elaboración de un esquema, producto de la observación de una serie de muestras estudiadas. Es lo que en Sexología se conoce como esquema d.e.m.o.r. y que, desde su aparición en 1966 se ha constituido en referencia de primer orden.

No hace falta indicar que, como todo esquema, éste es general y sirve para situar una serie de puntos en un conjunto, lo que ofrece, por ello, una idea también general del mismo.

B. Debates

Desde esa fecha se habló de «la era de Masters y Johnson» por la importancia de sus aportaciones que han marcado un antes y un después. No obstante, algunos criticaron que un fenómeno tan íntimo fuera estudiado con el rigor empírico propio de otros fenómenos.

Por su parte, otros han criticado que lo que respondía según ellos a un modelo animal fuera estudiado sólo como fenómeno humano. Los distintos debates no han cesado, en todo caso, de dar cada vez más interés a estos estudios y sus consecuencias aplicadas a la práctica, o sea, a las relaciones.

C. El nuevo planteamiento

Lo que Masters y Johnson plantearon a partir de un ingente cúmulo de datos fueron los grandes pasos o segmentos que componen la secuenciación de lo que generalmente es llamado coito o encuentro de los sexos por excelencia que es el encuentro de los amantes. Y de una manera especial esas formas de hacer de las que no ha sido común elaborar una enseñanza por razones de pudor o intimidad.

Ello ha servido para conocer más y mejor este fenómeno y, sobre todo, para arreglar muchas dificultades de las relaciones así como para la educación de los sexos. Estos segmentos son: el deseo, la excitación, la meseta, el orgasmo y la resolución. Y, usando, sus iniciales, componen el acrónimo d.e.m.o.r.

2. Los distintos segmentos

A. El deseo

El deseo –recuérdese, Eros– es el punto de partida. Por no ser una conducta ni obligada ni impuesta, sino deseada, el encuentro de los sexos parte de este sentimiento de atracción en ambos componentes de la relación.

Del análisis de la casuística estudiada se ha podido concluir que muchos problemas de desagrado o rechazo del coito o de no desearlo o temerlo proceden de esta falta de deseo en ambos. Si el caso de la imposición masculina ha sido más frecuente, han subido los de exigencia femenina. De ahí el interés que en el ars amandi cobran los ritos o juegos de seducción y acercamiento.

Tradicionalmente estas conductas han sido consideradas de un gran interés, si bien su denominación como «preliminares» ha ofrecido el equívoco de ser algo previo y separado de lo principal. El esquemad.e.m.o.r. insiste de un modo especial en que no se trata algo «previo a» sino de un segmento del conjunto.

B. La excitación

Un segundo segmento o tramo es el constituido por la excitación. Y se entiende por tal el efecto que el contacto produce en ambos participantes mediante besos, abrazos y, en general, lo que se suele conocer como caricias.

Un espejismo muy extendido en la casuística es tanto la ausencia de caricias como su concentración directa en las zonas genitales. En ambos casos la conclusión es lo que se conoce como bloqueo de la excitación que tiene su propio ritmo y que, por tanto, requiere su propio tempus o dedicación. Es lo que se conoce como estilo y que se crea en el rodar de los mismo encuentros.

El ars amandi como encuentro con el otro es una inmensa sucesión de momentos que difícilmente pueden darse en lo que se conoce como precipitación. Para el agrado mutuo ésa es una de las reglas básicas de este arte, sin menoscabo de las variantes, según unas u otras circunstancias que lógicamente contribuyen a crear sus propios efectos.

C. La meseta

Meseta es el tecnicismo metafórico usado por Masters y Johnson para designar el tiempo o fase que, tras la subida de la excitación, esta misma excitación continúa y se prolonga. Es lo que, siguiendo el símil orográfico empleado, se conoce como un llano tras la subida: una altiplanicie. De ahí el nombre de meseta.

La casuística de los problemas observados señala que la prisa por pasar a otros segmentos, más que el disfrutar de las sensaciones distintas como vienen, suele producir cortes que se traducen por distintos contratiempos en las sensaciones y emociones.

El esquema de la exigida penetración, tan extendido, tan divulgado –y tan tópico–, constituye un símbolo de esta prisa por pasar a otras fases dejando estos segmentos de lado.

D. El orgasmo

El término orgasmo designa una especie de espasmo o sacudida de la excitación, lo que produce las específicas sensaciones de ese placer propio y peculiar. A propósito del orgasmo se ha creado una tal mitología que muchos problemas frecuentes proceden de las creencias y tergiversaciones de éste.

Se dan, pues, dificultades procedentes de estas vías. Y, sobre todo, se dan decepciones relativas a ilusiones o ideas preconcebidas sobre el mismo orgasmo.

Todo sujeto sexuado, en principio, puede sentir el orgasmo y está dotado para sentir estas sensaciones. Pero es tal el cúmulo y la variedad de creencias dispares y distorsionadas que cada cual elabora sus propias tergiversaciones. O dicho de otro modo, su propia normativa sobre lo que éste debe ser en lugar de lo que, de hecho, es. Por ello no es de extrañar que surjan interpretaciones variadas y expectativas sin fin. Una regla de oro puede ser de gran interés: cuando el orgasmo no es buscado expresamente, siempre llega.

E. La resolución

La secuencia que sigue es un estado de satisfacción y bienestar como efecto del placer y del reposo o relajación. Por decirlo de manera gráfica, el final es siempre relativo a según haya sido el viaje.

En todo caso, esta satisfacción o bienestar, sea del orden que sea, es el criterio que define la última fase del encuentro que es un mutuo obsequio entre los que se atraen y desean como amantes.

3. Comentarios

A. Pinceladas

Estas breves pinceladas a propósito del esquema d.e.m.o.r. sólo han pretendido dar un esbozo general de las distintas fases tal como han sido observadas en los estudios aludidos y tal como han solido corresponder a los esquemas de los deseos y sentimientos comunes de las muestras analizadas.

La idea principal no es pues, ofrecer una norma relativa a lo que debe ser sino una aproximación a lo que los sujetos desean que sea y que, de hecho, puede ser si siguen unas mínimas reglas de juego en su ars amandi con delicadeza y cariño.

En todo caso, contrasta con lo que, de hecho, suele suceder, tal como pudo ser observado en la casuística de los grupos de control usados en los estudios para verificar qué sucede cuando no se siguen esas reglas mínimas.

B. Sobre una ausencia significativa

En las distintas fases o tramos no se ha indicado de forma expresa un punto que suele estar en el pensamiento de todos: es la penetración.

El equívoco ya señalado de confundir el coito humano con la cópula animal del viejo esquema general reproductor ha desfigurado de tal forma el esquema del coito que, con frecuencia, ha sido reducido a ese acto mismo de la penetración como sucede en la conducta copulatoria de los machos y las hembras.

Esta clase de encuentros, cuyo fin principal es la gratificación y agrado mutuos y no la reproducción, no necesita contar con la penetración en su esquema general, si bien, ésta puede obviamente tener lugar según el gusto o deseo particular de los amantes.

C. Contrastes

El hecho de que la penetración no sólo ocupe un lugar secundario sino, más aún, que no sea necesaria, representa, por su significado, el quicio del ars amandi propiamente humano, fuera del orden natural.

Algunos aspectos de este hecho no son sino consecuencias, si bien de un interés primordial: por ejemplo, la tan traída y llevada función de las identidades de los sexos (hombre activo, mujer pasiva; hombre que hace, mujer que se deja hacer; uno el que da, el otro el que recibe, etc.).

La misma satisfacción o gratificación de ambos, y sus distintas maneras de producirse no son sino un intercambio cuyo escenario ha variado por la introducción de dos sistemas de deseo en juego y no ya del uno sobre el otro o del otro sobre el uno.

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V. Sobre la seriedad del coito

1. Algunas formas de hablar

En el lenguaje divulgativo se han usado muchas expresiones para referirse al coito. Desde las más vulgares o chabacanas hasta las más sofisticadas o eufemísticas. Como corresponde a una forma de hacer propia de la intimidad de los amantes, cuando se nombra desde el exterior, es lógico y comprensible que se la describa de maneras tan dispares puesto que está sujeta a resonancias subjetivas.

Pero hay un punto en el que todos suelen coincidir: el coito es un juego serio. Y, frente a la acartonada tragedia en que algunos lo han querido convertir o la comedia de su banalización, todos están interesados en que sus encuentros sean ese juego serio y privilegiado. Es a este juego al que apuntan los datos de los estudios relativos a los deseos de los sujetos concretos fuera de los estereotipos.

2. Criterios de calidad

Esta seriedad del coito es la que le convierte en la medida de su calidad que no es sino la calidad de los encuentros. En efecto, la frecuencia, el número y otros factores cuantitativos han extendido una idea del coito como performance de la que se han derivado sus normalidades o anormalidades en el imaginario colectivo.

Todo ello no hace olvidar que, frente a una interpretación cuantitativa divulgada, de lo que realmente se trata en los deseos es de un baremo cualitativo o de calidad, es decir, de los sujetos concretos y sus particulares encuentros.

3. Intrigas y problemas

Por otra parte, el secreto debate que se tiene en edades infantiles o adolescentes sobre ese juego serio, sobre «hacerlo o no hacerlo», sobre el «pronto y como sea para tener experiencia», o «para no quedar como una estrecha o un reprimido», etc., es también comprensible por la gran mitificación que ha convertido ese hecho en un signo de significados desbordantes.

Estos equívocos, así como otras muchas confusiones, han llevado a convertir la fórmula del ars amandi de los sexos en un foco de intrigas y problemas más que en un encuentro agradable entre los sexos.

La prevención, tanto de contagios como de embarazos no deseados, se ha basado fundamentalmente en el antiguo esquema de la cópula y obviamente de la penetración; esquema al que, por otra parte, ofrece su refuerzo.

El tema del «hacerlo», así como el «cuándo hacerlo» y «cómo hacerlo» se plantea en medios infantiles y adolescentes como un tema de morbosidad e intriga. En este ambiente la raya divisoria entre la edad en que no y la edad en que sí ha sido mitificada y cargada de significados. Lo que parece medirse es lo que se llama relación sexual completa, es decir, la cópula.

Por su parte, las estadísticas generales, especialmente las financiadas por marcas de latex y productos farmacéuticos con líneas de anticoncepción y fármacos destinados a la función eréctil del pene, ofrecen mensajes aparentemente técnicos, si bien claramente comerciales y, por lo tanto, muy interesados en el fomento de las conductas copulatorias.

Si hasta no hace mucho el tema ha sido conducido por una moral tradicional, el relevo ha sido tomado por el mercado general. Los intereses en aumentar el número de veces o de rebajar la edad de losusuarios se asemejan cada vez más a una variable financiera entre otras.

Lo que generalmente se mide con tales cifras es la cópula, más que el coito o satisfacción de los amantes en sus encuentros. Es la performance, como realización de una conducta tipificada, más que la puesta en común de los deseos y sentimientos.

Sabemos con toda certeza que los sujetos quieren encontrarse y compartirse. Pero no sabemos con la misma certeza que deseen la cópula tal y como se supone. Es más, los indicadores de que disponemos apuntan al contrario. El hecho de que se incite a la práctica copulatoria es claramente rentable para las empresas del sector; pero ello no quiere decir que favorezca más los deseos y sentimientos de los sujetos. Es bien sabido que el número de cópulas no se corresponde con la calidad y satisfacción de los encuentros.

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VI. El nuevo ars amandi de los sexos

1. Aplicaciones

Hemos hablado de ars amandi y conviene hablar del nuevo ars amandi. Una de las conclusiones más interesantes de las décadas que han seguido al estudio del esquema d.e.m.o.r. ha sido el gran número de problemas resueltos por el formato de la terapia sexual siguiendo el modelo de Masters y Johnson, introductores del nuevo ars amandi. La otra conclusión importante ha sido su utilidad en la educación de los sexos.

Si hubiera que formularlo de manera resumida podríamos afirmar que, frente al antiguo modelo de la cópula, el nuevo ars amandi ofrece un cambio radical en las llamadas relaciones sexuales.

Y una de las principales conclusiones es que, frente al modelo cerrado y escueto de la penetración y cópula, se ha abierto un ars amandi nuevo que proporciona más juego y más placer; y, sobre todo, más posibilidades de encuentro. Se trata, pues, de una nueva forma de ver el coito.

2. Viejos y nuevos tópicos

Al margen del nuevo ars amandi, el antiguo modelo de la cópula ha tenido su nueva versión que puede ser resumida en la expresión muy extendida del follar o echar un polvo.

La relativización de antiguos pudores o prejuicios ha hecho aflorar esta fórmula antigua con nuevos aires de snobismo. Y los antiguos debates morales han sido replanteados desde un punto de vista aparentemente distinto avalado por motivos higiénicos o sanitarios.

El objetivo del modelo antiguo era, por un lado, la defensa de la moral de la continencia y, por otro, el ejercicio libre de los instintos, ambos enfrentados. Si trasladamos a nuestros días ese debate antiguo no es difícil encontrar partidarios de un modelo y, a su vez, partidarios del otro.

3. El sitio de los deseos

Otra versión nueva de este planteamiento antiguo es el debate, ya indicado, de «sexo con o sin amor». Los partidarios del «con» o del «sin» vuelven con distintos términos a debatir los viejos problemas de los viejos esquemas periclitados.

Muy distinta ha sido la posición de los sexólogos del nuevo ars amandi. Más atentos a los deseos de los sujetos en el marco del hecho sexual humano, estos se centran en buscar y encontrar relaciones con las cuales convivir y estar a gusto, indistintamente de que se de mayor o menor número de cópulas, más o menos tópicos nuevos frente a los tópicos viejos.

Dando por supuesto que cada cual es muy libre de organizar su vida, la cuestión central, desde el hecho sexual humano y por lo tanto desde el nuevo ars amandi, es cómo entender el sexo, qué idea hacerse de él y cómo vivirlo y compartirlo con alguien.

E.A.

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