LA SEXOLOGÍA COMO CIENCIA:

ESBOZO DE UN ENFOQUE COHERENTE DEL HECHO SEXUAL HUMANO

por Efigenio Amezúa

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Texto de la conferencia pronunciada por Amezúa como ponencia inaugural de la Iª Semana de estudios sexológicos de Euskadi, celebrada en Vitoria del 9 al 14 de abril 1979.

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Mi aportación a esta Semana puede resultar excesivamente técnica. Y esto por dos razones. La primera es porque observo que solemos estar muy lejos aún de un planteamiento sexológico. Y la segunda porque veo cada vez con más apremio que es preciso, antes de ponerse a hacer sexología, llenar lagunas informativas urgentes.

Me sucedió hace ahora diez años cuando empecé las clases en la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid. Recuerdo toda mi ilusión por llevar a cabo un programa de sexología. Y recuerdo asimismo que lo que los universitarios estaban pidiendo, a pesar de encontrarse en últimos años de carrera era una información sobre métodos anticonceptivos y cosas muy elementales de información sexual. Las clases dejaron de llamarse sexología para convertirse en charlas de información sexual, llana y simple.

Por otra parte, esto lo he ido constatando repetidas veces. Personas que, con euforia, piden una formación sexológica, y lo que están buscando es una información sexual o un tratamiento urgente de los problemas sexuales personales o de pareja. Esto me lleva a una aclaración previa. Y es que en mi aportación de hoy quiero centrarme más allá de los rudimentos de una información sexual, en un esbozo de sexología como ciencia.

Veo incluso que la falta de planteamientos sexológicos elaborados dificultan un planteamiento a su vez de educación sexual sistemática y coherente. De ahí la pescadilla que se muerde la cola. Empecemos por los comienzos.

I. La sexología: ciencia del hecho sex

1.
Recluido en las mazmorras de la vergüenza o tolerado como medio de reproducción, el hecho sexual ha sido clásicamente reducido a vicio o a enfermedad. Todo esto es ya sabido y no nos detendremos mas. Es el trasfondo en el que hunde sus raíces una historia de represión y castración en el más hondo sentido de la palabra: castración y supresión de una realidad, de un hecho, de una dimensión y de las posibilidades de su promoción como valor humano a potenciar y cultivar.

A finales del siglo pasado empezó un trabajo de reivindicación y recuperación, de rescate. Primero esporádico, más tarde sistemático mediante el estudio de aspectos, problemas, perturbaciones, desviaciones, perversiones. Lo cual fue un gran bien, pero, en la otra cara de la moneda, es preciso reconocer la herencia que de ahí nos ha llegado como consideración centrada en la patología. El peso de esta herencia (véase Krafft_Ebing) es aún notorio. Todavía abundan los que consideran el hecho de ser sexuados y sus consecuencias como «un tema de la psiquiatría».


2.

Desde Havelock Ellis a Masters y Johnson, pasando por Freud, Reich, Kinsey, Merleau-Ponty, etc…toda una fila de trabajadores, de investigadores, de diversas connotaciones científicas o ideológicas, han ido dando sus aportaciones. Si bien Freud ha sido el más genial buceador de honduras, cada especialista ha ido aportando «su aportación», «su cara», «sus aspectos». Resulta de todo ello un gran arsenal de conocimientos que actualmente poseemos.

Nuestra situación privilegiada hoy, creo, consiste en poder contar con todos esos conocimientos aspectuales. Pero, por encima de la erudición acumulativa, la situaci6n actual nos invita a un paso nuevo: la elaboración de un discurso coherente, de una visión global y articulada del hecho sexual humano y de sus múltiples manifestaciones. He ahí lo que podemos llamar el quicio de una posible sexología. Una ciencia con sus bases empíricas y sus elaborados teóricos al mismo tiempo que con su utilidad práxica como ciencia humana. He ahí algo que desborda la simple acumulación de datos o de conocimientos y que entra de lleno en un planteamiento científico sexológico. Un planteamiento que gire en torno a unas bases específicamente sexológicas. Y hé ahí la invitación y el desafío de nuestra circunstancia histórica.

3.

Una sexología (sexo-logía) no es «cualquier cosa que trate sobre el sexo». Una sexología es una ciencia que busca, investiga y desentraña, de una forma específica con métodos propios, motivados por su mismo objetivo, el sentido o los sentidos (logos) del hecho sexual, es decir, del hecho ineludible de que somos sexuados, nos vivimos como sexuados y nos expresamos como sexuados.

Se ha solido estar acostumbrados a discursos parcelarios y aspectuales, a troceamientos procedentes de ciencias que tocaban tangencialmente o de refilón algunas manifestaciones del hecho sexual, las mas de las voces desde ángulos moralizantes o patologizantes. Estas moralizaciones y patologizaciones han constituido el absolutismo referencial más usado en nombre de «la ciencia» y de «la moral». Y ya va siendo hora de una consideración a fondo, radical, de quicio, desde una óptica genuinamente sexológica.

A propósito de «sexológico» sería necesario indicar que no es sexológico __aunque se pegue la etiqueta encima__ exponer temas o problemas de enfermedades de transmisión sexual. Ni es sexológico una exposición de anticonceptivos tal y como suele hacerse comúnmente. No es sexológico la exposición reivindicativa o informativa sobre el aborto, la reproducción, etc. Todos estos temas pueden decir alguna relación al hecho sexual, lo mismo que la familia, el divorcio o similares. Pero «eso» no es especifícamente sexolóqico. Una cosa es que en una acción necesaria se toque y otra cosa es que llamemos sexológico a todo un revuelto general de historias, Los «cachos de cosas que constituyen muchos de los refritos en los que se pega la etiqueta de sexológico, cuando se analizan, no resisten la más elemental prueba. Sucede algo muy similar con los refritos que actualmente se traen ciertas publicaciones con los dichosos consultorios «sexológicos». Ciertamente puede haber un servicio de información sexual. Pero la fiebre ha llevado a todo el mundo a llevar todo por el ángulo de la explotación revuelta. Lo mismo podríamos decir de la ola de terapias __y buenas__ de problemas sexuales y hay terapias netamente sexológicas. No es sexólogo un especialista equis por el hecho de que hable de temas sexuales o resuelva un problema sexual

La profesionalidad de un sexólogo o la seriedad de la sexología como ciencia exige __ insisto, exige__ una dosis mínima de delimitación y de clarificación. Si insistimos en este punto es por la pena que causa ver cómo el snobismo de hoy hace usar estas chaquetas a quien jamás se les hubiera pasado por la imaginación. Más aún, que lo negaron con todas sus facultades. ¿A qué se juega aquí?

4.

Una sexología __ o por lo menos lo que aquí entiendo por tal__ es , antes de nada, un cuadro referencias de base, con una articulación mínima cuyo quicio dé y aporte una comprensividad, así como la posibilidad de una vivencia, más humanizada, del hecho sexual con sus implicaciones y consecuencias.

Una sexología, antes de nada, es un enfoque, un estilo de acercamiento y comprensión de los individuos sexuados sexuales y eróticos. Una sexología es un conocimiento y un reconocimiento sistemático, una promoción y un cultivo de un valor humano tan viejo como e1 mundo y, al mismo tiempo, tan nuevo como inédito, inexplorado, que puede resumirse en esto: todos somos sexuados, vivimos como sexuados y nos expresamos como sexuados. He ahí un valor de siglos, apenas descubierto, apenas conocido y menos aún reconocido, con la gama inmensa de modos, matices y peculiaridades que se encierran dentro. La sexología es una ciencia nueva pero no es una concesión de moda. Ni una serie de trucos para lograr dos o diez orgasmos por minuto. La sexología, como ciencia humana, es una opción y un desafío. Es una ciencia con todo lo que requiere una ciencia, como observación de hechos y elaboración de contenidos. Y es una ciencia humana con todo lo que implica ser humana, como práxica, caliente, humanizante.

Una sexología así no se improvisa. Necesita de trabajo, de profesionalidad, de dedicación. Necesita __dicho claramente__ ser tomada en serio. De lo contrario no se puede honradamente hablar de sexología.

II. El hecho sexual, objeto de la sexología

En los últimos años __ y especialmente por el boom temático que ha inundado libros, revistas, cursos o conferencias__ hemos podido constatar el aluvión de veces que se emplean términos de jerga «sexual» sin el menor sentido crítico, sin la más mínima coherencia. Muchos ni siquiera han visto la necesidad de un planteamiento pasado por la criba.

En algunos de los cuestionarios previos al Programa de formación de Monitores de Educación Sexual del IN.CI.SEX podemos constatar la abrumadora tarea a la que se ven sometidos los alumnos de definir y matizar una treintena de términos de los más usuales en el lenguaje sobre el tema. Cuando terminan el trabajo la exclamación más común suele llevar esta constatación: «uno usa palabras que cree significan algo y la verdad es que no sabemos realmente de qué hablamos». Todavía se complica más la situación cuando, a continuación, pasamos el juego de «la sopa de palabras» que consiste en ordenar otra treintena de términos, todos ellos relativos al lenguaje enjuiciativo y patológico, ante «problemas sexuales». El agobio del alumno puede darnos una idea de la necesidad de empezar, llanamente, elementalmente, por una clarificación a nivel del lenguaje.

Desde ese barullo se intenta __ en vano__ comprender una manifestación sexual o erótica. Se intenta a veces, las más, diagnosticar, enjuiciar, dictaminar sobre «problemas» (¿que problemas?) y, siguiendo en el barullo, se intenta aplicar un tratamiento o aconsejar… La falta de una visión coherente, la falta de la articulación de un sentido, la falta de cuadros referenciales internos no puede llevar más que a lo que lleva: el consejo facilón, la desorientación, el enjuiciamiento, el no se preocupe, o la explotación. Los menos confiesan honradamente no entender por dónde va realmente «eso».

Si algo se nota hoy urgente, es la necesidad de una hermenéutica previa, de una posible semántica estructural de base. Saber qué hablamos y de qué hablamos. Las terminologías, procedentes de diversas ciencias, han ido constituyendo un aluvión revuelto al que, para colmo, viene a añadirse, las «novedades de la llamada sexología» Algunos, con toda verdad, se lamentan __ dicho en términos claros__ de este modo:»Eramos pocos y todavía vienen más». La dispersión y el despiste son la característica de muchos «entendidos» de hoy.

¿Cómo articular un lenguaje coherente? Cómo entendernos en este galimatías? El sexo, lo sexual, la sexualidad, el instinto sexual, la potencia sexual, la libido, los maníacos sexuales, la represión, la liberación, la revolución sexual

Para empezar, de algún modo, la búsqueda de un camino coherente, vamos a establecer un quicio: el hecho sexual. Un hecho empírico, constatable incluso por todos. Entiendo aquí por hecho sexual esta constatación: somos sexuados (todos, sin excepción, y no podemos no serlo), nos vivimos como sexuados, (mal o bien, cada cual como puede…) nos expresamos como sexuados (incluso tratando de negar esa expresividad).

Sobre este quicio gira o puede girar la ciencia que llamemos o podemos llamar sexología. Solamente bastará seguir la dinámica, el desarrollo y las manifestaciones de este hecho para ir entendiendo los caminos de por dónde se mueve o puede moverse el trabajo especifico de lo que podemos llamar ciencia sexológica. Es lo que trataré de esbozar __ sólo de esbozar__ a través de tres registros de acercamiento: el sexo, la sexualidad y la erótica.

 

1. El sexo (o el modo de hacerse y ser sexuado)

Llamo sexo, aquí, no a un órgano específico (cada órgano tiene o puede tener su propio nombre), ni a una vergüenza, ni a un kiosko con porno, ni a una moda, ni a un tema, ni a una entrepierna .. Entiendo por sexo el conjunto de realidades que gradualmente, evolutivamente, progresivamente , configuran a un individuo o persona como eminentemente sexuado en masculino o en femenino. Este proceso __ insisto, proceso__ es el resultante de muchos elementos sexuantes, de muchos agentes de sexuación.

Lo mismo que hay un proceso de socialización o de personalización, hay un proceso de sexuación en el que concurren muchos factores de sexuación.(En los cursos de formación en sexología del IN.CI.SEX solemos analizar 21 niveles, afluentes, que modelan al ser sexuado en contínuo proceso de hacerse sexuado).

• Importa destacar, dentro de este esbozo, al menos, esto: que nadie nace sexuado, como nadie nace persona. Se va haciendo sexuado como se va haciendo persona. Se va haciendo persona sexuada. Más que «tener un sexo», seria preferible decir «ser sexuado». Una obligada referencia a J.Money: él es, sin duda, quien más ha contribuido a un replanteamiento, a un desafío, de la consideración clásica de «los sexos».

• Importa también destacar que cada cual se va sexuando a su modo, según sus matices y con sus peculiaridades. Lo cual puede acercarnos a una comprensión más rica de cada persona sexuada y de sus posibilidades, así como de sus límites.

•Importa igualmente destacar que la variedad de modos, matices y peculiaridades puede permitir comprender situaciones apellidadas «extrañas», «raras» o incluso, en terminología patológica (que no sexológica) «aberrantes»,»perversas» o «desviadas». En efecto, la patología existe. Pero partir de la patología no deja de ser temerario. Una visión sexológica del proceso de sexuación puede no sólo comprender sino potenciar un cultivo de modos, matices y peculiaridades.

 

2. La sexualidad ( o el modo de vivirse como sexuado)

Llamo sexualidad, aquí, no a un totum revuelto, ni a un sinónimo de sexo(¡ay, la real academia de la lengua!), sino simple y llanamente al modo o modos con que cada cual vive, asume, potencia y dimensiona __ cultiva, en definitiva o puede cultivar el hecho de ser sexuado. La sexualidad no es ni instinto, ni potencia orgásmica, ni el tema escabroso que se da los jueves en la TV.

Es un valor humano, una cualidad, un modo, una dimensión humana, digna de poderse vivir, porque puede serlo, humanizadamente . Todos somos sexuados como todos somos personas. Pero cada cual da una dimensión a esa persona (personalidad propia); lo mismo cada cual da o puede dar una dimensión propia a su persona sexuada (sexualidad).

• Importa destacar que cada cual se va haciendo sexual, se va sexualizando, es decir notándose, viviéndose, descubriéndose, sintiéndose sexual, progresivamente, evolutivamente. Y que no es obra puntual o estática sino fruto del rodaje y del vivir. Lo mismo que cada cual se socializa, cada cual se sexualiza. Se va viendo y viviendo, percibiendo __ obligada referencia a Merleau-Ponty__ como ser en el mundo con el otro a través de un cuerpo… sexuado.

• Importa también destacar que cada cual se va sexualizando a su modo, con sus matices y con sus peculiaridades. Más que hablar de sexualidad sería necesario hablar de sexualidades (en plural). Sería más clarificador de situaciones.

•Importa igualmente destacar que muchas de las patologías y anormalidades, hijas __ hijas, insisto__ de un enfoque patológico, no pasan de ser modos, matices o peculiaridades propias de las diversas dimensiones que cada cual vive o puede vivir. Digo muchas y no todas. Más que enjuiciar sería necesario comprender (ojo con el paternalismo que no hace nada aquí, se trata de estudiar y trabajar para conocer). Más que prohibir o permitir enjuiciando __ que es lo más usual__ sería necesario cultivar esa riqueza que da la variedad de modos, matices y peculiaridades. La variedad es riqueza para quien la aprecia. He ahí un campo abierto…


3. La erótica (o la expresión del ser sexuado y sexual)

Llamo erótica, aquí, no a la juerga a que suele aludirse generalmente o al erotismo como herencia de la prohibición transgredible con su correspondiente atracción tabúica, sino a la expresión que cada cual da a su sexo y a su sexualidad. En efecto, cada cual es sexuado y se vive como sexuado según la performación progresiva de su vivir. También cada cual se va haciendo erótico progresivamente. Si tradicionalmente esta dimensión ha sido confundida con un vicio, llega la hora de poderla ver de otra manera.

• Importa destacar, lo mismo que hemos hecho en anteriores registros, cómo cada cual se va notando, viviendo, él y con los otros, como erótico. Y cómo esta erotización se va moldeando y perfilando a lo largo de los aconteceres diversos que hacen su historia propia. Más que un instinto o una tendencia, la erótica es un modo de expresarse como sexuado.

• Importa igualmente destacar que, desde un enfoque personalizador, cada cual se va erotizando a su modo, con sus matices y peculiaridades. De ahí la diversidad y multiplicidad de formas de expresión eróticas: Modos, matices y peculiaridades que si se estudiasen, se entenderían más humanamente de lo que se suele estar acostumbrados.

•Importa también destacar que, desde un enfoque sexológico, y no patológico de partida, podría hablarse de eróticas más o menos usuales, más o menos mayoritarias o minoritarias, pero sería preferible sobrepasar los apelativos de «anormal» o «perverso» de entrada. En efecto son muchos y muy diversos los modos, matices y peculiaridades lo cual da actitudes, comportamientos, gestos, gustos, caprichos, etc. muy diversos. El reconocimiento de los mismos, en su contexto y en sus coordenadas nos daría la posibilidad de un cultivo de la erótica de modos mas humanizantes.


III. La práxis de la sexología

Comprendiendo estos tres registros que hemos esbozado __ solamente esbozado__ y escarbando, ahondando, en sus curvas y sinuosidades, __ con empatía, que no con alevosía o prejuzgamiento__ podemos sacar algo así como lo fundamental de lo que puede ser llamado, o al menos yo así lo llamo, sexología.


1.

En este caminar, que es un caminar científico, se encuentra una primera función práxica de la sexología que es la investigación. Investigación que poseemos ya en un sin fin de elementos que se han ido acumulando a lo largo de los distintos especialistas que han profundizado en la temática. Pero investigación que, teniendo en cuenta el corpus general de una sexología, sería de un enriquecimiento mucho más sólido para la misma sexología lo mismo que para las otras ciencias humanas que dicen relación al hecho sexual.

En esta investigación encontramos un tema capital: el lenguaje sexológico. Lenguaje que actualmente es un conglomerado de aportaciones dispares y revueltas __ sobre todo revueltas__ de forma que, en muchas ocasiones el acumulamiento de datos resulta farragoso para muchos y creador de más ansiedad y confusión para todos. La investigación que actualmente tenemos, más que coherente, es amontonada. A partir de los registros enunciados __ o de otros similares pero articulados__ podría hacerse una investigación más esclarecedora, de la cual saldría ganando la sexología y saldría ganando el personal que podría aprovecharse de una información o de una ayuda en sus dificultades.


2.

En segundo lugar encontramos la función práxica más conocida __ aunque bastante mal conocida__ que es la educación sexual. Educación sexual que, desde un planteamiento sexológico, tiene un alcance más elaborado y denso de lo que suele entenderse por tal. En efecto, todo el mundo puede responder a una pregunta, dar una información, contar como nacen los niños, etc. Pero lo que aquí sugiero es un planteamiento coherente de una educación sexual organizada y sistemática, a diversos niveles o en diversos ambientes, edades, etc.

Dentro de esta línea, y dentro de la sexología, una educación sexual consiste, antes de nada , en la suscitación, excitación e incitación __ terminología muy usada en los programas de formación de monitores en educación sexual__ a la elaboración, revisión, cambio y creación de actitudes humanizadas, comprensivas y lúcidas de cara al hecho sexual. Y esto con planteamientos de contenido, metodoloqía propia y técnicas adecuadas.

Quedaría muy atrás lo que suele entenderse __ a veces__ por educación sexual como inculcación de principios, dictación de normas de lo que se debe o no se debe hacer lo cual es, dicho claramente, educastración sexual. Quedaría también un poco de lado lo que, en nuestros días abunda que es la incitación a liberarse sexualmente, a la progresía, sobrepasar traumas, prejuicios y tabús, lo cual es, dicho claramente, una antieducastración sexual, en el sentido de ridiculizar el pasado, o las normativas moralizantes, sin plantearse una aportación creadora.

Una educación sexual desde un enfoque de la sexología requiere planteamientos, metodología y objetivos. Y desde ahí tiene unos limites y unas posibilidades definidas. Es simplemente algo muy distinto a lo que se suele estar acostumbrado.


3.

Una tercera función práxica de la sexología es el planteamiento metodológico asistencial, llamese de apoyo, ayuda o terapia ante las dificultades o problemas que, individualmente, o en pareja se viven en los distintos registros enunciados: el sexo, la sexualidad y la erótica. Existen ayudas o terapias de muy diversas índoles que pueden tratar problemas también de muy distinta índole entre otros los denominados sexuales.

Sin embargo, modernamente se habla de sexoterapia o de terapias sexológicas como de un galimatías, un totum revuelto para tratar problemas sexuales, entendiendo por tal, comúnmente, otro totum revuelto al que le negamos la etiqueta de problema sexual. Ante esto __ y creemos que con razón__ protestan los representantes de terapias o psicoterapias clásicas o con más prueba. Cabe señalar algo elemental. Y es que no existen problemas, sino personas problematizadas en más o en menos.

Desde una sexología, hoy, es posible aportar una novedad, un modo de ayuda específicamente sexológico. Pero para ello es necesario entrar en la sexología. Y desde ella llamar sexológico a lo que es y no a un tutifruti general. Cabe distinguir bien entre terapias de problemas sexuales y terapias sexológicas. Partiendo de ahí habría más claridad y delimitación de objetivos y métodos.

Otra gran distinción a hacer es referente a lo que entendemos por problemas sexuales. Hay terapeutas que califican a su acción de sexoterapéutica por el hecho de que dicen tratarse de un problema sexual. Problema sexual pueden ser todos. Y Freud lo mostró con claridad pero es necesaria una matización linguística y terminológica para podernos entender. No haremos eso aquí. Sin embargo creo muy importante estos puntos para poder situar en su sitio, con sus limites y sus posibilidades, lo que podemos llamar terapia sexológica, partiendo de una sexología, y no de una organo_psico_patología, aunque en un momento dado tenga incidencias con ella.


IV. La sexología en el cuadro de las ciencias humanas

Lo mismo que ha sucedido en otros campos de los saberes no es de extrañar la actitud de quienes toman a la sexología como un snobismo o una fantasía, por no decir llana y simplemente una guarrada. Es el lógico avatar de los comienzos. Por otra parte también sería necesario anotar el amateurismo de quienes por el hecho de pagar una cuota a una sociedad equis de sexología se declaran, de la noche a la mañana, poseedores de una formación de años. O también otros que se aprovechan muy bien, explotando el río revuelto de la necesidad de información. Todo esto no pasa de ser anecdótico, aunque real.

Pasando a un plano de rigor, el planteamiento de una sexología (sexo-logia) entra ya de lleno en el cuadro de las especialidades para pasar despacio al de una ciencia humana más en el cuadro de las ciencias humanas, con su objeto propio, el hecho sexual, su especificidad propia, la aportación de coherencia en la interdisciplinaridad. No se trata, creo, de multiplicar las ciencias, sino de abordar la realidad desde planos específicos.

Y lo que puede caracterizar, en este contexto, a una sexología es precisamente esto: evitar el riesgo de la dispersión (los aspectos) promocionando una coherencia (de unificación). Si el hecho sexual tiene muchas manifestaciones, éstas pueden ser estudiadas, y de hecho lo están siendo, desde la sociología, la medicina, la psicología, las ciencias del comportamiento, la etnoantropología, etc. Lo que no ha sido estudiado y tratado a fondo es como apuntábamos, la visión coherente del hecho sexual desde una articulación de sentido. Esto lleva a una aportación a las otras ciencias al mismo tiempo que se enriquece con ellas.

De no ser considerada como una ciencia, sobra el mismo término de sexología. Una de dos: o se borra el término y se habla de «aspectos médicos», «aspectos sociológicos», «aspectos psicológicos», de la sexualidad, etc., o se es consecuente y se toma en serio con todas sus consecuencias. Lo que no es serio es convertir a la sexología en una chapuza general traída y llevada a merced de todos los vientos. Nuestra cordial invitación a hacer sexo-logía.

(Tomado de Revista española de sexología , nº 1, Madrid 1979)

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