LAS PECULIARIDADES ERÓTICAS
UNA CUESTIÓN DE DETALLES (II)

[Tomado de : El Libro de los sexos, Vol. III (ESO) Unidad didáctica 13]
 

Índice

IV. Segundo Grupo

1. La pederastia o paidofilia

A. El factor edad

B. La erótica y la estética

C. La leyenda negra

D. Preguntas

2. Notas para un debate

A. La huella de Barba Azul

B. Otros datos, otra mirada

C. Otros modelos

D. Demagogia y razón

3. La amenaza neo-con

A. La primera reacción

B. A varias décadas de entonces

C. Los temas estrella

D. El doble filo

Recuadro 3. El ataque directo al pensamiento

V. Tercer grupo

1. El exhibicionismo

A. Del lado del testigo

B. Del lado del actor

C. La llamada de Ullerstam

D. También agresión

2. Voyeurismo

A. La base

B. Nuevas formas

C. Ver y mirar

3. Coprofilia

A. La virtud de Eros

B. Lo sucio y el tabú

C. Derivaciones

4. Necrofilia

A. La tradicional asociación de amor y muerte

B. La socorrida fusión de Eros y Thanatos

C. Lo extraño y su atractivo

5. Zoofilia

A. De mitos y culturas

B. Sustituciones

C. Fábulas y dibujos animados

Recuadro 4. Qué hacer ante tanta variedad

VI. Algunas peculiaridades ancestrales

1. Variedades y detalles

A. Las anécdotas

B. Lo principal y lo accesorio

C. La fantasía y la simbólica

D. Invitaciones

2. El tabú del incesto y sus explicaciones

A. La hipótesis de la alteridad

B. Hipótesis de la cultura vs la natura

C. La casuística

3. Un poco de educación

Recuadro 5. El conjunto de las peculiaridades

 

 

 

IV. Segundo Grupo

1. La pederastia o paidofilia

A. El factor edad

La peculiaridad de la pederastia tiene su denominación de origen en la Época Clásica de la cultura europea, de ahí su terminología greco-latina: pedé, de paidós: niños; y erastés o filós que significan atracción, deseo, amor.

El factor más destacable de estas atracciones consiste, pues, en la edad o minoría de edad, condición que ha conocido baremos o cifras diversas a lo largo de las épocas así como de las distintas reglamentaciones según los países y sus mentalidades.

El término núbil se ha usado en ocasiones como referencia a la nubilidad (que significa capacidad de contraer matrimonio) por tratarse de matrimonio institucional. Se entiende por edad núbil aquélla en que tiene o puede tener lugar la capacidad de casarse. Por su parte el término púber alude al desarrollo corporal y de sus rasgos púbicos por entender que éstos constituyen los principales índices visibles de dicha capacidad, asociada al ejercicio de la fertilidad o capacidad de engendrar.

B. La erótica y la estética

Pero, desde la Época Clásica el atractivo de los menores o jovencitos ha tenido un componente distinto, entre la estética y la erótica, es decir entre los criterios del deseo erótico y los de la belleza y que ha tratado de ser zanjado mediante elementos externos u objetivables a través de normativas.

La tradición europea tiene muchos testimonios en los cuales estas ambigüedades entre la estética y la erótica constituyen un rasgo ininterrumpido. Es frecuente, por ejemplo, encontrar representaciones plásticas de angeles y efebos en Iglesias o Palacios.

Estos solapamientos, tanto conceptuales como simbólicos, pueden ser una muestra de las concepciones distintas y sus disputas o debates en un asunto cuyos límites son, de por sí, complejos. De ahí que zanjarlos con claridad haya sido algo difícil.

C. La leyenda negra

En las últimas décadas algunos casos de violencia extremadamente graves sucedidos con menores han sido calificados o categorizados como pederastia o paidofilia, lo que ha contribuido a la difusión de una imagen alarmante por el carácter repulsivo de tales conductas.

Si toda violencia, del orden que sea, es rechazable y condenable, conviene, no obstante, no demonizar y llenar de leyenda negra lo que constituye una peculiaridad erótica que nada tiene que ver con la violencia, so pena de liquidar peculiaridades usando el rodillo del miedo o el terror.

Si el antídoto contra la intolerancia es la virtud del discernimiento, conviene usar ésta para no sumar nuevas formas de intolerancia como es la conocida y extendida tolerancia cero tan usual en estos casos de pederastia. Porque no se trata de tolerancia con el abuso o la agresión sino del valor de una peculiaridad que no tiene que ver ni con el abuso ni con la agresión.

D. Preguntas

Uno de los rasgos que todos conocemos es que las raíces de nuestros conceptos y valores proceden de la cultura grecolatina. De ésta nos viene el término pederastia o paidofilia, lo mismo que el de pedagogía o pediatría. Sócrates y Platón fueron los que fijaron esta figura. Hoy podemos leer series de tratados, generalmente en forma de Diálogos, en los que la pederastia era objeto de toda consideración y valor.

En la Introducción a la versión castellana del Erótico de Plutarco —Biblioteca Clásica Gredos— podemos leer: “ El tratamiento de la pederastia en este Diálogo refleja la realidad de una institución arraigada en diversos ámbitos de la sociedad griega y cuyo rasgo definitorio fundamental era la educación, la pedagogía del joven amado (erómenos) por parte del amante (erastés) adulto. Por más que su situación se hubiera debilitado desde finales de la Epoca Clásica en la misma medida en que se acrecentaba el amor heterosexual, la pederastia gozó de prestigio en toda la tradición filosófica griega (…) como un impulso puro y benéfico”.

Cuando se cierran los ojos a los clásicos y se abren a lo que algunas corrientes han tratado de hacer con sus conceptos y palabras en la actualidad, convirtiendolos en sinónimo de abusos y agresiones, no se puede dejar de lado una pregunta: ¿Qué ha sucedido? ¿De qué estamos hablando hoy cuando decimos esos términos? ¿Por qué han tratado de ser cambiados sus contenidos de esa forma? ¿Y con qué fin?

Como las respuestas a estas preguntas pueden resultar complejas y requieren más conocimientos, hemos remitido ese debate, junto a otros relativos a la convivencia y violencia entre los sexos, a Educación sexual IV. Mientras tanto, abriremos otro tipo de debate.

 

 

 

2. Notas para un debate

A. La huella de Barba Azul

Buscando una traza en la que se han fundido (y confundido) pederastia y terror en un mismo imaginario aparece un nombre imprescindible: Gilles de Rais. Su historia heroica como uno de los lugartenientes del ejercito de Juana de Arco, se mezcla con otra: la de sus atrocidades de tortura y asesinato de niños en serie y en cuyos rituales fueron incluidos como “depravaciones libidinales contra natura”. Por estos hechos fue condenado a la pena capital por el tribunal de Nantes y ejecutado en 1440. La mayor parte de los estudios hablan de “supuestas reprobaciones” o “chantajes y venganzas”. La historia y la leyenda se han fusionado.

El eco de Gilles de Rais se extendió y sirvió durante mucho tiempo para amenaza de “los niños que no se portan bien”. Inspirado en esos hechos, Perrault lo convirtió en inmortal incluyendo a Barba Azul entre sus célebres cuentos a través del cual pasó al imaginario colectivo y a la simbólica universal del miedo: del miedo y el pánico; del pavor y del horror.

“Ese monstruo sagrado, al que Georges Bataille dedicó sus célebres páginas, ha suscitado desde finales del siglo XVIII toda clase de interpretaciones. Sus detractores han visto en él al perverso absoluto, dechado de maldades sin límite, llevado al suplicio por la aclamación popular; los historiadores y ensayistas del siglo XX han tratado de rehabilitar una figura que, probablemente, no fue sino víctima de una maquinación política y judicial” (Marie-Claire Zimmermann, Prólogo a V. Huidobro, Gilles de Rais, J. Corti, Paris, 1988.

B. Otros datos, otra mirada

Frente a los ataques desatados desde la mítica leyenda negra de la pederastia o paidofilia, he aquí el retrato de un pederasta tipo tal como ha sido expuesto tras el estudio de grupos de sujetos con esta peculiaridad. “El perfil general de los paidófilos estudiados no difiere del perfil medio de la población, excepto en cuanto a su frustración (…). Utilizando el material existente en los grupos de trabajo con paidófilos, éste parece poseer una alegría natural nata. No se deprime fácilmente. Parece capaz de desarrollarse armoniosamente, a pesar de sus problemas. Su generosidad y simpatía se demuestran una y otra vez en el estudio psicodiagnóstico. El sadismo y masoquismo aparecen rara vez en ellos…”

“…Su perfil medio revela una adaptabilidad alta y, en su mayoría, son constantes y perseverantes (…). No es el prototipo del arribista. Sus opiniones suelen ser moderadas (…) ¿Cómo es el retrato robot de un paidófilo? Probablemente tengamos que afirmar que no existe (…). Son personas como tú y como yo”. ( Frits Bernard, La paidofilia: una mirada diferente, Revista Española de Sexología, nº 109, Madrid, 2002, pp.96-97).

Mezclar la pederastia o paidofilia con una cadena de cosas bien distintas, tales como las agresiones o las redes de pornografía infantil, así como la prostitución, etc. no es sino contribuir a una ceremonia de la confusión bien distinta a una información clarificadora. De esta manera lo único que se logra es soliviantar los miedos frente a todo lo sospechoso de maldad o de peligro.

C. Otros modelos

Algunos casos célebres de pederastia o paidofilia pueden contribuir a este debate. En primer lugar, Lewis Carroll (Londres 1850-1885), el autor de Alicia en el país de las maravillas, mantuvo durante toda su vida una especial atracción hacia las chicas de edad impúber, con algunas de las cuales mantuvo relaciones bien profundas y fueron su fuente de inspiración de algunas de sus obras. Por su afición a la fotografía retrató a centenares de niñas de las que formó una valiosa colección. (Véase L. Carroll, Niñas, Edit. Lumen; traducción y edición de J.L. Giménez Frontín y Marta Pesarrodona, Barcelona, 3ª ed. 1980).

Otro caso célebre es Lolita, escrita por el ruso residente en Norteamérica Vladimir Navokov en 1953. Es éste uno de los ejemplos más conocidos de esa otra mirada, llevada a la profundidad de los detalles en una obra de ficción. Se trata de las relaciones de un profesor adulto con una niña-adolescente de 12 años. “En Lolita —escribe el autor como prologuista— no se hallará un sólo término obsceno”. Tampoco descripciones de escenas que puedan herir la sensibilidad.

Y ya como autor, escribe en su autocrítica de 1955: “Hay, al menos, tres temas prohibidos para casi todo editor (y lector) norteamericano: Uno es éste [el que él desarrolla]; los otros dos son: el casamiento entre negro y blanca de éxito completo y glorioso que fructifique en un montón de hijos y nietos, y el ateo total que llevando una vida apacible muere dormido a los 106 años” (p. 340). Lolita es una obra maestra de la literatura universal (Anagrama, 1986, Planeta, 2002). De ella se han hecho varias versiones cinematográficas.

D. Demagogia y razón

La movilización e instrumentalización de las emociones de la demos es un recurso distinto a la consideración respetuosa de los sujetos. Cuando se abusa de esos recursos los debates de la razón se hacen imposibles. Por eso es peligrosa la demagogia con estos temas que afectan a la sensibilidad general.

En la sociedad actual esto ha sucedido con algunos hechos considerados de impacto. Precisamente por estas connotaciones importa el estudio detenido y razonable. La confusión entre erótica y violencia necesita un análisis en profundidad para estirar hasta donde nos sea posible una perspectiva razonable y no se impongan situaciones irracionales.

 


3. La amenaza neo-con

A. La primera reacción

Diversos analistas han explicado los últimos cambios con respecto a la pederastia o paidofilia aludiendo al puritanismo ascendente de las últimas décadas en Norteamérica y su expansión fuera de ella. La fecha de comienzo de esta ascensión ha solido fijarse en la reacción contra el rumbo de los años sesenta: de su permisividad y tolerancia.

Fue, como es sabido, la época de una serie de movimientos influyentes, algunos de los cuales reciben nombres muy diversos. Es el caso de la revolución sexual, el mayo del 68, los hippies, etc. creadores de una mentalidad abierta y unas costumbres distendidas con relación al sexo, la vida y la sociedad.

B. A varias décadas de entonces

Siguiendo esta explicación, las reacciones iniciales fraguaron en una más organizada en torno a lo que se conoce como neo- puritanismo. Es decir, una forma de pensamiento basada en la rigidez y estrechez de las ideas con sus correspondientes consecuencias en las mores y costumbres.

El avance de este estilo puritano ha traído consigo la imposición de un clima de higiene y limpieza moral cuyo más visible efecto ha sido el ataque a las concepciones tolerantes “en materia sexual”. Por otra parte, aunque este fenómeno ha sido en su origen propiamente norteamericano, sus efectos han sido exportados al exterior a través de algunos grandes temas.

C. Los temas estrella

Los tres temas más visibles, objeto de vigilancia de este puritanismo —o, de sus nuevas formas, conocidas como neo-con o neo-puri—, han sido, en primer lugar, la persecución de la pornografía y, tras la adhesión de los sectores radicales del feminismo, la protección de las mujeres y los menores. Es aquí donde se encuentra la confluencia creada entre el sexo y la violencia. Y donde tiene su origen la asimilación creada entre las diversas manifestaciones del sexo con el abuso y la agresión.

La instrumentación de estos grandes temas, pendientes de nuevos enfoques y no resueltos, ha sido utilizada para justificar una nueva persecución del sexo que, si en otra época se basaba en la moral, ahora, con la transformación de las leyes, ha situado su marco en el código penal. Es lo que suele entenderse como la persecución del sexo en todas sus manifestaciones sospechosas.

D. El doble filo

El doble filo de estas nuevas formas de radicalismo —por un lado con la intención de proteger a las mujeres y a los menores y, por otro, con la incitación a la denuncia sin límites— ha creado una situación en la que el miedo y la amenaza han ocupado el lugar del diálogo y la distensión.

Siguiendo esta escalada, el clima de sospecha ha llegado a crispar de tal manera la vida de relación “en todo lo referente al sexo” que se recurre a explicar cualquier cosa que sucede por la vía de la sospecha como formas de “violencia sexual”, si bien ahora, a su antigua condición de vicio o desviación, se ha añadido el ser “delito sexual”.

 

Recuadro 3: El ataque directo al pensamiento

El efecto más notable de este avance del puritanismo norteamericano podría resumirse en un freno al proceso de modernización en el diálogo entre los sexos mediante la demonización de algunos de sus aspectos. Por sus repercusiones, la pederastia o paidofilia se habría situado en esa perspectiva como uno de los grandes temas explotables y delictivizables.

Europa, con una perspectiva distinta, ha considerado esta escalada norteamericana con una cierta distancia. Pero, poco a poco, ha ido entrando en una dinámica cercana a ella, si no por la pornografía, sí por los otros dos grandes temas de la protección a las mujeres y a los menores, usados e instrumentados en este plan global del conservadurismo neo-con.

¿En qué consiste en realidad este plan? Una nota podría ser la más indicativa. Es la elección de la “vía penal” en lugar de la “vía educativa” ante estos fenómenos y que crea, de por sí, más problemas de los que resuelve. De esta forma, recortados los recursos de la educación sexual o limitada ésta a la “salud sexual”, el interés se ha centrado en la aplicación del código penal.

Pensar que las situaciones se arreglan por la vía penal no es sino trasladarlas a un lugar en donde se complican más. La vía penal existe, pero no es ni la preferente ni la primera. Es precisamente la última. Ni el miedo como prevención, ni el castigo como medida, son las vías de la educación. Y cuando éstas adquieren un protagonismo que no las corresponde podemos pensar que esa sociedad necesita otra cosa.

Hay algo más grave en este fenómeno. Es el asesinato del pensamiento o, por decirlo de forma gráfica, de Platón. En todo caso los clásicos no hicieron otra cosa que plantearse preguntas. La arrogancia consiste en condenar la misma posibilidad de seguírselas planteando bajo la amenaza de ser acusado y condenado en nombre de certezas peligrosas. Antes de plantear juicios es importante saber qué es lo que se condena.

 

 

 

V. Tercer grupo

1. El exhibicionismo

A. Del lado del testigo

Sabemos que son muchos los testigos que han presenciado o se han encontrado con exhibicionistas pero es muy probable que no sean muchos los sujetos sino muchas sus acciones en las que producen lo que popularmente suele entenderse como exhibicionismo. La caricatura del llamado “hombre de la gabardina” constituye el tópico más extendido, use o no esa prenda.

El término testigo es cambiado en ocasiones por el de víctima. Si testigo se refiere a quienes han presenciado un hecho, víctima dice relación a quien ha sufrido sus efectos. Lo que plantea, de por sí, un rasgo de la definición. Por un lado, pues, se plantea el fenómeno común; por otro, el del delito.

Por otra parte, si no todo testigo es víctima, se plantea igualmente el otro rasgo de los efectos: el tan extendido “trauma psíquico” que para otros puede ser un simple o chocante susto, léase una sorpresa. En el primer caso, unos hablarán de un hecho transcendente; en el segundo, banal y sin consecuencias. Otros, en fin, pueden decir que la vida está llena de curiosidades y sorpresas.

B. Del lado del actor

Señalaremos dos rasgos dentro de los más importantes del sujeto que se exhibe. Por un lado, la muestra y búsqueda de un reconocimiento por estos medios que son una llamada de la atención mediante la acción de sorprender. Por otro lado, a pesar de lo extendido de esta confusión, la ausencia de violencia o incapacidad de agresión.

Por definición, un exhibicionista no agrede. Pide, ruega e insinúa; pero nunca ataca. La imagen del mendigo que pide limosna podría ser la que más se acerca a la comprensión de este fenómeno.

La catalogación patológica y sus derivados, tales como las prevenciones y miedos sembrados a partir de esa hipótesis, cambia el sentido de las preguntas relativas a qué les pasa a los exhibicionistas por otras relativas a qué pasa a los otros ante ellos.

C. La llamada de Ullerstam

De ahí que esta peculiaridad haya resultado más mirada como temible que como banal y haya generado no sólo su historia (generalmente clínica) sino su leyenda (sobre todo negra).

El psiquiatra sueco Lars Ullerstan, en su clásica obra Las minorías eróticas (versión castellana, ed. Grijalbo, 1967) lanzó una “llamada urgente no sólo a los expertos sino a la población en general” sobre esta base: lo mismo que un mendigo plantea problemas a la economía de una sociedad organizada, también el exhibicionismo y otras minorías eróticas plantean, de por sí, llamadas de atención sobre la concepción y organización de la sexualidad que tenemos.

D. También agresión

Por eso estos fenómenos, lejos de reducirse a la abundante medida de la intervención policial o psiquiátrica, plantea una cuestión de educación general y, de un modo especial, de la educación de los sexos de la que se distrae con el protagonismo exclusivo de dichas intervenciones policiales o psiquiátricas.

En los últimos años el exhibicionismo parece haber descendido en su presencia como problema social. Lo que ha sucedido es que la problemática de su figura ha sido absorbida en el gran tema de la violencia, de las llamadas agresiones sexuales que, en su furor, arrasa con todo uniendo el sexo con la agresión.

 

 

2. Voyeurismo

A. La base

Se conoce con el término de voyeurismo la peculiaridad erótica del deseo de ver rostros o escenas relativas al desnudo o a actos con significaciones eróticas. El hecho de haber reducido tanto el sexo a los genitalia, también en este caso ha contribuido a reducir el voyeurismo a ellos. En tiempos fue designado escoptofilia.

Todos los sujetos están dotados de esta peculiaridad, si bien unos la desarrollan más y otros menos. En ocasiones ha sido altamente moralizado o sometido a un exceso de pudor y es importante tener en cuenta el derecho que todos tienen a la intimidad y que no puede impunemente ser violado pero tampoco es lícito utilizar dicho pudor para coaccionar y confundir.

B. Nuevas formas

Para referirse al voyeurismo se ha usado con frecuencia la expresión de “espías de parejas” en situaciones eróticas o de intimidad. Este deseo o su manifestación, es un fenómeno prácticamente universal . Con frecuencia personas muy tímidas recurren a estas compensaciones, lo que hoy resulta perfectamente inocente con el recurso al cine, internet, etc.

Es importante no confundir esta peculiaridad con la afición a la pornografía y otros derivados de su industria, aunque es evidente que las nuevas tecnologías ofrecen nuevas formas de desarrollo y, por lo tanto, de transformación.

C. Ver y mirar

Junto al desarrollo de otros sentidos como el tacto o el oído, el sentido de la vista ha sido uno de los más socorridos y también, por ello, uno de los que han sido objeto de especial enjuiciamiento y severidad en las mores generales relativas a la erótica.

Por ello la práctica de mirar y ver lo prohibido, lo obsceno e inmoral ha retroalimentado una especial atracción y fomento de esta peculiaridad. La educación de los sentidos, como mediadores de la percepción, es un capítulo pendiente en la educación de los sexos.


3. Coprofilia

A. La virtud de Eros

El término copros (del griego: suciedad), da nombre a peculiaridades eróticas que tienen que ver, en general, con lo considerado obsceno o guarro y tiene un gran parecido con el doble sentido que genera el conocido sentido del humor, lo que, a su vez, puede explicar en este caso el sentido erótico aplicado a estos objetos o situaciones chocantes.

La virtud de Eros hace que lo que, en sí o por consideraciones diversas, pueda ser catalogado como sucio y repelente, pueda ser por ella, redimensionado como objeto de atracción y, por lo tanto, apetecible.

Si, en principio el deseo erótico puede asociarse con cualquier circunstancia o contenido, es importante cortar con el tópico manido de la asimilación de éste con todo lo impúdico e impresentable.

B. Lo sucio y el tabú

La consideración de las zonas cercanas al culo y éste mismo como objetos de atracción ha solido ser y es una de los ejemplos privilegiados. Sucede lo mismo con funciones o situaciones que, por pudor, son excluidas de la consideración general o reservadas al ámbito de la intimidad.

A la inversa, no es de extrañar que, a cambio de esa virtud, también Eros haya sido mal visto por ello. La tradicional alianza de Eros con el tabú tiene en este punto una de sus hipótesis explicativas más sólidas y probadas.

C. Derivaciones

Algunos ejemplos centrados en funciones corporales consideradas por definición asquerosas, tales como la micción o la defecación constituyen una fuente de inspiración en el filo de esta cualidad

Un derivado de esta peculiaridad es el que se conoce con el término coprolalia que es el equivalente con relación al habla. Y no hace falta indicar que algunas lenguas están especialmente dotadas y ofrecen una ingente casuística en la que se juntan las realidades más íntimas con las más bajas o groseras.

 

4. Necrofilia

A. La tradicional asociación de amor y muerte

El ambiente o clima necro se asocia con un mundo extraño o exótico bajo la pátina o parafernalia fúnebre o funeraria. Es lo que se conoce como ambiente transido de penumbras en decorados ya clásicos de Iglesias o cementerios, tan queridos del sello romántico y por cuyos escenarios los autores de ficción han sentido un especial atractivo.

Esta predilección coincide también, en parte, con la gran tradición del amor pasión, tan vinculada con la muerte y otros grandes absolutos. Qué peso tenga esto en el imaginario colectivo y cómo cada cual resuelve esta herencia es algo que ha sido estudiado con diferente fortuna interpretativa.

B. La socorrida fusión de Eros y Thanatos

Por otra parte, todos suelen considerar comprensible, a pesar de lo extraño, las relaciones emotivas con sus enamorados muertos a quienes se recuerda o revive imaginariamente.

Las expresiones de las grandes tragedias consagradas durante siglos de historia coinciden con muchas expresiones menores cotidianas. El último beso o adiós, el apego al cadáver o el pasar días y noches junto a la tumba, etc. así como los casos de búsqueda o intento de contacto tampoco resulta insólito y suele atribuirse a excesos de amor o a la fuerza de éste.

Como es bien sabido, el mismo mito de Don Juan, uno de los más presentes de la tradición, tiene sus puntos fuertes en el cementerio: desafiando a Dios y a los muertos; y, entre ambos, no se sabría decir el sitio siniestro del amor en ello. Las distintas versiones del mito así lo muestran.

C. Lo extraño y su atractivo

Los casos de profanaciones de tumbas y contactos directos con cadáveres, aparte de lo tétrico e impresionante de las escenas, suele resultar más propio del género fantástico o de terror, como sucede con los hechos asociados al vampirismo.

Los escasos casos reales que suelen aportarse y la complejidad de los mismos confirma su rareza real y que la necrofilia dice más relación al imaginario y su simbólica asociada que a otra clase de conductas. Para tales representaciones en algunas clásicas casas de lenocinio se situaban a veces ciertos decorados ad hoc. La película Belle de Jour de Buis Buñuel ofrece escenas floreadas de ésta y otras peculiaridades.

 

 

5. Zoofilia

A. De mitos y culturas

Se emplea el término zoofilia o zooerastia para indicar las atracciones eróticas con animales, es decir seres vivientes no humanos. Lo que, desde la mitología clásica ha sido mantenido como un hecho: recuérdese el célebre mito de Leda y el cisne cuya transmisión no ha cesado de ser escenificada por diferentes artistas. Véase, por ejemplo, Leonardo da Vinci, Miguel Angel, Veronese, Rubens, etc.

Alguien ha llamado a esta clase de atracción un retorno a la vida primitiva, una comunión con la naturaleza, etc. En todo caso, con una u otra versión de actitud empática o de rechazo, la zoofilia es un hecho bien conocido de todas las culturas o civilizaciones.

B. Sustituciones

En nuestros días la zoofilia es enfocada desde dos grandes aspectos: en primer lugar, como satisfacción de urgencias ante la imposibilidad o ausencia de relaciones humanas como sucede en ambientes rurales y de un modo especial en el campo. En segundo lugar, en la vida urbana a través de las relaciones con animales de compañía a los que se dota de una gran cantidad de cualidades para-humanas.

Dónde empiezan o terminan lo que se distingue bajo términos tales como cariño o amor y donde pueden empezar las atracciones eróticas son cuestiones de un bien conocido debate.

C. Fábulas y dibujos animados

Las fábulas clásicas se sirvieron de los animales para crear personajes poniendo en ellos toda clase de cualidades. Hoy la industria de los dibujos animados les dota igualmente de toda clase de atractivos y repulsiones. Y, por lo tanto, también de las cualidades eróticas. Es el caso de los comics eróticos.

Esta cercanía e inclusión de los animales en la vida humana para tantas cosas explica que también están incluidos en el erotismo. Los casos reales y sus complicaciones pueden ser entendidos en este contexto. Sacarlos de él es perder sus claves y convertirlos en ininteligibles y banales.

 

 

 

Recuadro 4: Qué hacer ante tanta variedad

Cuando no se sabe qué hacer con esta variedad que forma la riqueza de las particularidades o peculiaridades eróticas de los sujetos los estudiosos se sienten desbordados y algunos notan la tentación de trazar líneas rectas cortando por lo sano en lugar de seguir las curvas y complejidades propias de sus búsquedas.

Estudiar y conocer esta variedad es el primer objetivo científico. Pero su incidencia en la vida general plantea, junto a problemas de orden epistemológico —su comprensión o explicación— , otros de orden profesional relativos a la intervención. Y otros, en fin, de orden sociopolítico y ético, de cara a las vivencias de los sujetos en sus vidas y relaciones.

En efecto, la necesidad de regular y establecer pautas claras tiene el riesgo de limitar la confianza en los sujetos y sus particularidades. Por otro lado, una escasa precisión crea problemas en los casos en que se hace necesario dictaminar sobre las figuras de transgresión como sucede en el caso del código penal.

Entre uno y otro extremo se extiende la franja de acción de lo que se entiende por sensibilidad general a la que corresponde la valoración de estas peculiaridades y el establecimiento de cauces viables para la convivencia. Cuando esto se abandona esta vía o se contamina, como es el caso actual, se suceden las ansiosas peticiones de pautas desde otras vías generalmente coercitivas para anular la variedad e imponer la uniformidad. Se pierde así lo más interesante.

 

 

VI. Algunas peculiaridades ancestrales

1. Variedades y detalles

A. Las anécdotas

Tras las peculiaridades descritas que son las más estudiadas, nos encontramos con otras que denominamos anecdóticas o episódicas por su carácter circunstancial y que, en ocasiones, no son sino elementos o variantes de las ya anotadas.

Sucede también que, en ocasiones, se da un especial protagonismo a algunos hechos o acontecimientos, incluso caricaturas que, por su carácter chocante, reciben una especial fortuna sobre el conjunto de las peculiaridades eróticas.

A veces se trata de imágenes, escenas, objetos o rasgos que en un momento dado significaron algo y han dejado de significarlo y que, pasada la anécdota, se ha desplazado en otras direcciones. A falta de otro término, se habla de anécdotas chocantes.

B. Lo principal y lo accesorio

En este gran abanico de variedades y detalles vale la pena señalar la referencia a esquemas desde los cuales estos detalles toman uno u otro sentido en las biografías particulares de los sujetos. Se trata, en definitiva, del esquema cognitivo o conceptual y de su elaboración biográfica tal como ya ha sido destacado en otras Unidades Didácticas.

Por decirlo con fórmulas conocidas: partir del ars amandi no es lo mismo que partir de la cópula. Si en un planteamiento de ars amandi todas las circunstancias y elementos se conjuntan o pueden conjuntarse en una relación, en un planteamiento de cópula o de sus variantes, todos estos detalles se conjuntan en función de lo que se ha llamado carga-descarga o, dicho de otro modo, excitación-orgasmo.

El ars amandi de los sujetos tiene esa capacidad de ordenar o reordenar muchos de estos elementos de forma que adquieren un sentido totalmente diferente. El hecho de que puedan darse escisiones o excepciones no es motivo para que éstas constituyan una regla aparte.

C. La fantasía y la simbólica

El ars amandi no excluye ni subestima la fantasía y su producto. Si nadie vive ninguna dimensión al 100 %, tampoco se trata de vivir el ars amandi a ese nivel. Se trata de un orden preferente.

En este orden de prioridades una proporción de la fantasía entra en la medida en que la erotización impregna la relación. Y sería importante al decir fantasía, extenderlo al imaginario y la simbólica. Pero es necesario contar no sólo con un imaginario y una simbólica del mal o del miedo sino del bien y la confianza en los sujetos.

D. Invitaciones

En todas las áreas del vivir humano hay caprichos y gustos que proporcionan a quienes saben pareciarlos las sutiles delicias de la delicadeza. Y en el cultivo de la erótica y el ars amandi también. Si en todos los campos se admira la elevación del espíritu y el gusto por estas apreciaciones, es útil no sólo no considerarlos innobles en ésta sino llevarlos al nivel de la dignidad que les corresponde.

Si es cierto, por otra parte, que no todo es propio de todos, como corresponde, por definición a las peculiaridades, nada impide que éstas constituyan una valoración personal. El temor a las brutalidades o zafiedades no tiene por qué erigirse en fuente de normas privilegiadas para extender miedos y amenazas. Y las excepciones no pueden constituirse en regla so pena de rebajar los mínimos de la dignidad de la condición humana a límites inaceptables.

 

 

2. El tabú del incesto y sus explicaciones

A. La hipótesis de la alteridad

En la práctica totalidad de las culturas se ha mantenido una regla universal conocida como “tabú del incesto”. Su formulación como tabú, es decir como prohibición, supone su otra formulación en positivo que coincide con la lógica del hecho de los sexos y cuyo fin principal es la relación con el otro más otro de todos los otros, siendo el familiar y cercano un otro menos otro.

Se entiende por relación de incesto la que se establece con personas cercanas por parentesco en sus diversos grados: padres, hermanos, etc. Los antropólogos, en coincidencia con los sexólogos, han encontrado como explicación de este tabú la hipótesis centrípeta, es decir, la razón por la cual el sexo tiene por fin establecer las relaciones con personas de otras estirpes, otras tribus, otros pueblos, otras clases sociales, etc. Eso es lo que entendemos por el otro más otro de todos los otros que es el otro sexuado.

B. Hipótesis de la cultura vs la natura

Otros antropólogos —como es el caso de Claude Lévy-Strauss— han encontrado en el tabú del incesto la base del nacimiento de la cultura en la evolución o salto cualitativo propio de la especie humana. Es decir, la base o prueba de que, mediante el sexo, se da la diferenciación entre las reglas de la naturaleza para su perpetuación y las reglas de las relaciones de cultura, propias de la condición humana.

En todo caso la prohibición del incesto, tanto en su formulación negativa como positiva, es un hecho de interés por sus repercusiones en la historia de las civilizaciones y en los estudios comparativos sobre las formas de interpretar una serie de valores atribuidos a las atracciones como incentivos de la relación.

C. La casuística

Sobre esas bases, la casuística de la cultura occidental se ha centrado más bien en las excepciones y trasgresiones de esa norma general. Y por eso, con frecuencia, salen a debate los casos que, por quebrantar dicha norma, hieren la sensibilidad general.

Es importante, en tales casos, distinguir lo que no pasa de ser una transgresión episódica u ocasional de lo que es el establecimiento de relaciones llamadas incestuosas, de por sí excepcional. Por otra parte el carácter alarmante de tales casos requiere matizaciones más que generalizaciones. La casuística está llena de peculiaridades. Y todas requieren su consideración.

 

3. Un poco de educación

Hemos dejado para otras Unidades Didácticas la violencia y su confusión con las peculiaridades. Es importante, por el momento, afirmar con toda claridad esta separación. El sexo es sexo; la violencia es violencia. Conviene tener presente este axioma del que nos ocuparemos con detenimiento en Educación sexual IV.

De igual forma es importante afirmar que los recursos están para servirse de ellos: en especial el de la fantasía y la imaginación que pueden canalizar una serie de peculiaridades o formas de ellas de una manera inocua.

De esta forma, usando la inteligencia y la razón, podemos vivir mejor nuestros deseos y, dentro de ellos, situar mejor las peculiaridades sin tanta coacción, o sea, en la libertad que todos deseamos. Sólo es preciso un poco de educación.

Recuadro 5: El conjunto de las peculiaridades

“El conjunto de este debate sobre las peculiaridades me ha resultado sorprendente. Cuando, una a una, se piensa en ellas como trastornos, solemos despacharlas con el calificativo de anomalías y parece que así quedamos tranquilos. Pero, al mismo tiempo, también descartamos trozos importantes de nuestra intimidad.

Lo que me choca es cómo en nombre de la protección, de la búsqueda de la seguridad, renunciamos a dosis de nuestros deseos. Y el hecho de ir descartando todas esas peculiaridades nos sitúa en una seguridad protegida y dimidiada. Es decir, anómala.

Las peculiaridades necesitan, pues, una consideración respetuosa, pero sin confundir el respeto con el miedo. Son parte de nosotros mismos; y, gracias a ellas, somos como somos y lo que somos. Hay mucho miedo cuando se trata de las peculiaridades. Y necesitamos un poco de educación y debate para reducir este miedo que, sin duda, beneficiará nuestros deseos.

Al contrario, un debate equilibrado y tranquilo sobre todas ellas permite abrir un horizonte distinto”.

[Equipo Aula diez]

 

 

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