LOS SERES CORTADOS:

Un ensayo en forma de relato sobre cómo los seres humanos dejaron de ser redondos y de algunas consecuencias que se siguieron

Tercera entrega: La pequeña ciudad del ars amandi

  1. Amezúa y N. Foucart

(edición y notas)

Ilustraciones : A.Salvador

 

  1. Y LOS SEXÓLOGOS SE FUERON DE ARQUEOLOGÍA
  2. El plan

No es que los sexólogos abandonaran su campo para ir en busca de otro. O que tomaran la arqueología por una distracción.

Era que llevaban tiempo con la idea de estudiar con detenimiento la pequeña ciudad oculta durante siglos y, al fin, desenterrada

Y habían organizado su pequeño equipo, dentro de los más interesados, y se trasladaron a ella. Era un salto de dos milenios.

  1. A medio desenterrar

Y recorrían las calles de la pequeña ciudad. Y había muchos visitantes. Unos se detenían en los grandes monumentos.

Otros en los sitios y formas que tenían para la diversión. Estaba el anfiteatro y el gran teatro. Y, junto a él, otro no tan grande.

Otros iban y venían entre los templos y los edificios públicos. En las termas. En el mercado, a pesar de estar todo a medio restaurar.

  1. Algunos detalles

Algunos detalles eran de otro orden. Por ejemplo, cuando se veían algunos cadáveres, encontrados en las excavaciones.

Se habían conservado tal como estaban y con las mismas posturas en que habían muerto por asfixia con gestos desgarradores.

Y también formaban parte de la pequeña ciudad. Eran impresionantes. Y muchos se agolpaban para verlos.

  1. Otros detalles

Había otros detalles, muy distintos, que también impresionaban mucho. Como las calles empedradas y con las roderas de los carros.

Estaban marcadas en las losas desgastadas. Y daba la impresión de que los vehículos acababan de pasar por allí mismo hacía un rato.

Y también resultaba muy curioso ver los anuncios de los espectáculos y los posters de la campaña electoral en curso.

  1. El interés de los sexólogos

Los visitantes iban de un lado para otro. Entraban en algunas casas. A veces sólo echaban un vistazo.¡Había tanto que ver!

Otras, se detenían un poco más y se fijaban en muchas curiosidades. Unas eran de arte, otras de la vida cotidiana.

Lo que interesaba a los sexólogos era un dato que estaba en el ambiente cuando se recomponía la vida de sus habitantes.

  1. El amor

Los hombres y las mujeres de la pequeña ciudad, decían los sexólogos, se movían y relacionaban con una gran igualdad de trato.

Había dos grandes clases: la de los nobles y la de los plebeyos. Y, a parte, la de los siervos. Era un principio que todos respetaban.

Y, en medio de estos datos, se encontraban con el amor. El amor, decían, estaba diseminado entre los datos revueltos.

  1. Eros

La vida cotidiana de la pequeña ciudad estaba llena de imágenes de Eros. Eros era el amor. A veces decían Cupido

Otra cosa con la que se encontraban eran imágenes de Venus. Y también decían que Venus era la diosa del amor.

Sin embargo todos hablaban más de Eros. Se publicaban estudios con ese título o con otros parecidos. Eros se notaba más.

  1. Los dioses y los mortales 

Eros no tenía el gran templo que tenía Venus. Vivía en un sinfín de detalles por todas partes. ¿Cómo explicar esto?

Muchos daban por hecho que era Venus la patrona de la pequeña ciudad. Pero los sexólogos veían que era Eros el que la regía.

¿Cuál era la relación entre una y otro? ¿Y cómo vivían en la pequeña ciudad esta relación entre los dioses y ellos como mortales?

  1. No manipulada

Visitar la pequeña ciudad llevaba a dar vida a una época de forma muy distinta a la acostumbrada.

El hecho de haber sido enterrada durante tanto tiempo la había permitido no ser manipulada y guardar muchos secretos.

Y muchos ponían en relación estos datos del pasado con el presente y extraían conclusiones curiosas, a veces sorprendentes.

  1. Los visitantes

Unos hablaban de sorpresas. Otros, de encanto. Todos decían que la pequeña ciudad tenía el poder de sorprender.

Los visitantes de la pequeña ciudad eran de todos los países y condiciones. Y se planteaban cosas muy diferentes.

Algunos iban en grupo, hacían una visita breve, compraban unos recuerdos y se iban. Decían que no tenían tiempo para más.

  1. Los estudiosos

Otros volvían de nuevo, más despacio. Y descubrían cosas nuevas. Y se preguntaban por otras cosas que no habían visto antes.

Y muchos leían los estudios que se publicaban con los descubrimientos encontrados en las excavaciones, año tras año.

Y pensaban y analizaban. Y cotejaban una época con otra. Y se planteaban hipótesis. Algunos hacían tesis doctorales.

  1. Debates y polémicas

Y la pequeña ciudad, olvidada durante siglos, se hacía cada día más presente como objeto de curiosidad y de conocimiento.

Y de pensamiento. Y de contraste. Y de reflexión. Y la sorpresa o el encanto o el atractivo eran cada vez mayores.

A veces no era el encanto sino el debate y la polémica ante algunas conclusiones que trastocaban creencias muy arraigadas.

  1. Los conocimientos

Algunos no veían con buenos ojos que la pequeña ciudad reviviera. Y miraban de soslayo lo que se hacía y se decía sobre ella.

Eran los que decían que en la pequeña ciudad todo había sido vicio y corrupción. Y mantenían polémicas muy vivas.

Y la pequeña ciudad olvidada había pasado a formar parte de los conocimientos de todos. Era muy interesante.

  1. El ars amandi

Había motivos de atracción para los distintos sectores de expertos, como, por ejemplo, los urbanistas o los políticos.

O los economistas y gestores del mercado. O los organizadores de representaciones y espectáculos. Y para los artistas.

Los sexólogos veían cómo estaba organizado el ars amandi y cómo lo vivían unos y otros. Y tomaban nota de ello.

  1. Los contrastes

Los sexólogos hablaban de ars amandi. Otros hablaban de vicio, depravación o lujuria. Y, cada vez más, de sexo.

Esto era uno de los capítulos que formaban algunas polémicas de lo que allí se descubría y sobre algunas de sus consecuencias.

Estos contrastes producían discusiones también entre los expertos porque también ellos formaban parte de la vida de todos.

  1. El relato

El interés de los sexólogos por Eros y el ars amandi era una parte de lo que ellos llamaban relato de los seres redondos y cortados.

Y también la base de sus conceptos. Estaban interesados en el hilo que unía la pregunta del amor con la respuesta del sexo.

Y el hilo pasaba por Eros y el ars amandi. Y lo que querían comprobar era cómo este hilo se encontraba en la pequeña ciudad.

  1. Los formuladores

A los sexólogos les gustaba referirse a los formuladores del ars amandi, aquellos que lo dieron forma poniéndolo en palabras.

Eran conocidos por todos como los poetas del ars amandi. Aunque, de un modo especial, se referían a uno: el más joven.

Era el que había dado con la fórmula. Decían que todo lo que tocaba lo convertía en arte. Y así había sucedido con el amor.

  1. Lo que aquí se cuenta

Lo que se cuenta en las páginas que siguen es el resultado de lo que estos sexólogos observaban y estudiaban en la pequeña ciudad.

También lo que ellos se preguntaban y se respondían. Y lo que concluían desde su forma de analizar los datos que encontraban.

Los sexólogos situaban todo en el tiempo del relato: antes de que el pacto de los poderes excluyera el ars amandi.

 

INDICE GENERAL

  1. Y los sexólogos se fueron de arqueología 5
  2. Allí se vivía bien 17

III. La tragedia y lo que siguió 27

  1. Los dúos sexuados 39
  2. Eros en la pequeña ciudad 51
  3. El ars amandi a través de las paredes 63

VII. Lo que se custodiaba bajo llave 75

VIII. Algunas precisiones 87

  1. Los placeres venales 99
  2. Las fuerzas misteriosas 109
  3. Los resbaladizos equilibrios 121

XII. Al lado de la pequeña ciudad 133

Epílogo. La vuelta a la vida diaria 145

Notas y observaciones 157

Indice analítico 175

 

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