SEXOLOGÍA Y RECURSOS FARMACOLÓGICOS: HACIA UNA FARMACOLOGÍA SEXUAL

Por Manuel Lanas Lecuona

 

Retrospectiva – Prospectiva

Cuando uno revisa sus textos después de pasado un tiempo, encuentra no pocos argumentos en contra de sus atisbos presentes de inmodestia. Este ha sido, al menos, mi caso. Pero, vayamos al grano.

No existe, como tal, una Farmacología Sexual. Cualquier pretensión en el sentido de su realización textual nos exigiría un cierto mimetismo, en nuestra detectivesca labor, con respecto a tratados de Farmacología general o específica que ya conocemos. Por mi parte, yo no he querido dejar de actuar aquí de ese modo, y me estoy refiriendo a la estructura del trabajo. Los contenidos, sobre todo cuando son puntuales, sirven al interés de ejemplificar, porque nada justificará su pervivencia con el paso del tiempo.

En este trabajo se registran dos tópicas para las intervenciones farmacológicas: con la primera de ellas se apela, fundamentalmente, al Sistema Nervioso Central (SNC), y con la segunda se especifica una zona genital multisistémica cuya representación estelar corre a cargo del Sistema Nervioso Autónomo. Semejante distinción nos tiene que advertir de la disparidad conceptual entre las dos grandes estrategias que se despliegan para la consecución del cambio sexual.

En base a sus propiedades específicas, los fármacos suelen ser penosos tributarios de ese cambio, ofertado o demandado, en la experiencia sexual de muchas personas. En otros o en los mismos casos, se espera lograr con ellos una transformación objetivable, de acuerdo con unos parámetros conductuales de azarosa justificación científica. Con más asentadas razones, se justifican mejor aquellas intervenciones cuya pretensión directa es el cambio macroscópico irreversible en unas estructuras sexuales cuya acusada problematicidad nadie discute.

Es posible crear una Farmacología Sexual. Kaplan (1974) pudo hacer mucho en este sentido, pero más tarde mostraría su obediencia debida (también con sus revisiones farmacológicas) al ciclo trifásico de la respuesta sexual humana, un auténtico filón para nuestra disciplina. En su momento, yo empecé mi trabajo sin la lectura de aquellas tablas que me hubiesen sido fructíferas. Me he referido, quizás en exceso, a su obra posterior que resulta ser de un tono mucho más reduccionista.

Siguen siendo fáciles de justificar, por lo tanto, las clasificaciones que en este trabajo se ofrecen: son mixtas, por que conciernen a grandes tópicas; a los síndromes que con más frecuencia y pertinencia les toca afrontar a los fármacos; a la formulación bioquímica de éstos; pero, también, a sus efectos y a las localizaciones que la Neuroquímica trata de especificar para ellos.

Existen, en el ámbito disciplinar de la Farmacología y sobre todo en los textos al uso, una inquebrantable rigurosidad en la defensa del método científico. Lamentablemente para muchos, una Farmacología Sexual se va a tropezar con el juego de las expectativas interactuantes que las personas despliegan en relación a las prescripciones farmacológicas. La sociedad y la cultura tienen mucho que ver y decir al respecto. Las arenas son movedizas para la Academia y sus portavoces. No es posible apenas acotar terrenos exclusivos para la objetividad. Concedamos un respiro a las apuestas personales propias o ajenas, y también a esas otras que destilan literatura amable y muy enriquecedora en torno a la preocupación apuntada (no olvidemos a Antonio Escohotado, por ejemplo).

Proclamado el deseo de apertura, y mirando atrás con la displicencia ya confesada, anticipo las incertidumbres, contradicciones, y posibles errores, etc. con que, a partir de esta página, haré partícipes a mis lectores, para que den conmigo por superadas ciertas concesiones a un lenguaje funcionalista cuya práctica actual queda fuera de lugar. Aunque, bien es verdad, son demasiados los que tiempo y espacio atrás cambiaron los últimos despojos de su humanidad por resplandecientes grageas.

San Sebastian, 28 de Abril de 1994

 

INTRODUCCION

La intención básica que guía el desarrollo de este trabajo es la de profundizar en el estudio y la sistematización de los usos farmacológicos para el tratamiento de los problemas sexuales, tanto en el seno de la pareja como fuera de ella.

Pensábamos que los sexólogos no demostraban excesivo interés ni por los fármacos ni, consecuentemente, por el juego de expectativas que estos recursos suscitan entre el profesional que los prescribe, el sujeto que los consume o los desea, y su potencial acompañante. Y, aunque habíamos llegado a comprender esta general actitud, nosotros no la compartíamos. Lamentablemente, hoy podemos constatar que la situación apenas ha cambiado. En este sentido, nuestro trabajo contribuye a la denuncia de la inmerecida carencia y aporta, con la aceptación de sus límites, una cierta visión integradora de las relaciones entre la problemática sexual y los recursos farmacológicos al uso.

Nuestras referencias no ocultan que el paradigma que sustenta las prácticas prescriptivas revela una muy reduccionista reflexión acerca del objeto de la terapéutica. Tal pobreza epistemológica es incompatible con la comprensión que de dicho objeto se propugna, cuando se asume el tríptico conceptual (la sexuación, la sexualidad y la erótica) rememorado por Amezúa (1991). Y, por estas cuestiones, es fácil de justificar el abandono.

Sin embargo, debemos de interesarnos por las futuras implicaciones de los conocimientos farmacológicos en la práxis de nuestra disciplina. Los hechos lo reclaman: se prescribe, se automedica, se magnifican efectos positivos y negativos; y, como son materia noticiable, acaban ensuciando los bolsillos de los demagogos.

Por de pronto, a la Sexología le incumbe una labor de reconocimiento y sistematización de aquellos contenidos farmacológicos que subrepticiamente impregnan mucha de su literatura. Y aún se debe de plantear la puesta en marcha de una nueva capacidad: la de integrar las prescripciones farmacológicas dentro de su repertorio global de recursos terapéuticos.

Los fármacos hasta el momento utilizados para el tratamiento de los problemas sexuales, o para la mejoría de experiencias sexuales no necesariamente satisfactorias, ocupan gran parte del espectro total de sustancias que interesan a la Farmacología.

Semejante diversidad de recursos, lejos de significar una mayor eficacia en la resolución de las dificultades, revela la inexistencia de criterios terapéuticos de común aceptación por parte de los profesionales que los prescriben. Y los tratamientos llevados a cabo se sitúan dentro de encuadres terapéuticos que valoran en poco la importancia de los factores inespecíficos que inevitablemente concurren en aquellos.

La explicación de lo que entendemos por factores inespecíficos en la terapéutica de los problemas sexuales (siempre que se acuda a la prescripción farmacológica para solventarlos) ocupa el primer capítulo de nuestro trabajo.

En el segundo, trataremos de sentar las bases de futuras clasificaciones y sistematizaciones de los fármacos de interés sexológico.

Los capítulos III y IV informan acerca de los factores específicos en los tratamientos farmacológicos y del universo temático de la neurotransmisión, respectivamente.

Los dos capítulos posteriores se atienen a las clasificaciones y experiencias clínicas correspondientes a los fármacos cuya intervención sobre el hecho sexual se produce a través del SNC y de las vías nerviosas periféricas (o de la vía muscular directa), respectivamente.

Para comprender nuestra primera toma de contacto con los fármacos desde la práctica sexológica nuestra trayectoria en la conceptualización del empleo de los recursos farmacológicos para el tratamiento de los problemas sexuales, sustrato fundamental del presente trabajo; y para reflexionar acerca de lo que habría de implicar una farmacología sexual por el momento inexistente, remitimos al lector a la última parte del presente texto.

Este trabajo no hubiera sido posible sin el refuerzo de los textos de Farmacología General, entre los cuales tenemos que destacar la obra titulada Las Bases Farmacológicas de la Terapéutica, de Goodman y Gilman, 7ª edición, 1986, de la Editorial Médica Panamericana (original publicado en inglés 1985). Este tratado anima la existencia de otros muchos, incluso de algunos dedicados específicamente a la Piscofarmacología.

Otros textos consultados fueron:

. Compendio de Farmacología humana de Flórez, Armijo y Mediavilla, en su 2a reimpresión (1983), EUNSA Manuel de Farmacología clínica de Bochner et al., (1980), Salvat.

. Manual de Terapéutica Médica, de Campbell y Frisse, (1984), Salvat.

. Manual de Psicofarmacología, de Ginestet et al., (1981), TorayMasson.

Además de estas obras que no constan en la Bibliografía han sido objeto de revisión los catálogos de las especialidades farmacéuticas, que anualmente edita el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos y la revista The Medical Letter, en su edición española.

INDICE

RETROSPECTIVA – PROSPECTIVA 5

INTRODUCCION 9

  1. Problemática sexual y recursos farmacológicos: El juego triangular de las expectativas 13
  2. Fármacos de interés sexológico: Criterios y reflexiones para su clasificación 23

III. Bases farmacológicas (Factores específicos del tratamiento) 33

  1. Bases neuroquímicas 39
  2. Fármacos que actúan sobre el sistema nervioso central: clasificación y experiencias de interés sexológico 55
  3. Fármacos que actuan sobre las sinapsis, las uniones neuroefectoras y la fibra muscular lisa: clasificación y experiencias de interés sexológico 91

VII. Balance de una busqueda personal. Reflexión básica acerca de una farmacología sexual 99

BIBLIOGRAFIA 103

 

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