TEORÍA DE LOS SEXOS. La letra pequeña de la Sexología
Efigenio Amezúa
En el 25 aniversario de los Estudios de Postgrado de Sexología (1975-2000) del Instituto de Sexología y la Universidad de Alcalá.
A los participantes en los cursos de verano de las Universidades de Alcalá, Cantabria, Complutense, Oviedo, País Vasco, Zaragoza (Campus de Teruel) y UIMP, con quienes han sido debatidas algunas de las ideas aquí planteadas.
Con mi especial gratitud a Mónica de Celis por su ayuda en la redacción final de esta monografía.
Introducción
La Sexología de la segunda mitad del siglo XX se ha encontrado con un cúmulo de acontecimientos cuyo análisis no ha sido fácil mientras éstos se han ido sucediendo en rápidos ciclos cortos. Se luchó ardientemente por quitarse de encima el yugo de la reproducción impuesta durante siglos y se celebró la fiesta del orgasmo. Tales podrían ser los grandes titulares de las ya míticas décadas de los años sesenta y setenta, conocidas bajo el nombre de la revolución sexual. Pero aquella guerra o cruzada de los anticonceptivos ha quedado muy atrás. Y atrás han quedado también los interminables y encarnizados debates sobre los orgasmos y sus técnicas.
Tras aquel clima de toma de conciencia —“hijos, los deseados”; “orgasmos, los más posibles”—, las mujeres emprendieron otro paso: liberarse de la dominación masculina. Y, tras éste, otro: redefinir sus propias identidades y, con ello, sus deseos. Lo que equivalía a un replanteamiento de su relación con los hombres, unos hombres con los que, se dijo, no se sabía qué hacer, aparte de deshacerlos. Sucedía esto en las décadas de los años setenta y ochenta en las que el feminismo inició la escalada más grande de su historia.
A la epopeya se sumaron al mismo tiempo los movimientos homosexuales —gays, lesbianas— buscando también sus redefiniciones y acciones, lo que inevitablemente redobló los ataques a la heterosexualidad, especialmente, de nuevo, en el ya maltrecho mito masculino contra el que se dirigieron todos los tiros como causante de tantos males. A continuación, nuevos grupos y movimientos saldrían a una arena cada vez más movediza para traspasar o abolir otras fronteras: ni uno ni otro sexo, se dijo, ni hetero ni homo; todo vale. No hay límites ni fronteras. Todo punto de referencia debía ser “deconstruído”.
Lo que había empezado por la reproducción y los placeres, como puntos aparentemente anecdóticos o parciales, había arrastrado tras sí los roles o papeles sexuales y los deseos —las costumbres, las intimidades— hasta llegar a la misma identidad de los individuos, a sus cimientos. En unas cuantas décadas, las últimas del siglo XX, el mapa general de los sujetos y sus relaciones había pasado de tener unos referentes tradicionales a sufrir una transformación vertiginosa. Se habían removido muchas cosas en poco tiempo.
¿El sexo?
Allá lejos, y muy al fondo de este periplo, agazapado y maltrecho, como en un paisaje tras la batalla, había quedado un concepto, o más bien un término que, traído y llevado por todas partes, raramente había merecido consideración por sí mismo. Era el sexo. ¿El sexo? Precisamente el sexo. Su presencia ubicua y desbordante estuvo en todos los debates. Todo el mundo había dado la impresión de entenderse con él o sus derivados. Se daba por supuesto. Era el protagonista y, al mismo tiempo, el relegado: el invitado de piedra, una fantasía. O, más propiamente, un fantasma. ¿Y qué hacer con un fantasma?
Se hablaba de sexo, pero no se hablaba de él, se hablaba de muchas cosas. Ante su complejidad —su polisemia, su ambigüedad, su inflación y su definición borrosa— se había firmado un pacto tácito, que se formuló bajo la bella protección de una metáfora: el sexo, se dijo, era como la primavera. Como ésta, el sexo había venido y no hacía falta preguntarse cómo había sido. Lo importante es que estaba ahí para poder continuar la fiesta.
El sexo, pues, que había sido —se decía— considerado como el pecado, lo prohibido o el tabú, terminó por constituirse en el lugar, el foro, el marco, el tópico, tal vez la excusa o la obsesión para todos los debates. Dio pie a todo, se prestó a todo. Todos los caminos se iniciaban en él o conducían a él. En todo caso, pasaban por él. De forma que terminó por ser todo que fue la mejor manera de no ser nada. ¿Qué era, qué es el sexo? ¿de qué se hablaba cuando se hablaba de sexo? O mejor, ¿de qué no se hablaba? Porque un debate a fondo sobre la noción de sexo —su historia, su construcción, su identidad, sus peripecias— ha sido aparcado una y otra vez debido, se dijo, a sus complejidades pero más bien a las emotivas turbulencias que llevaban la atención a otros asuntos más inmediatos o urgentes.
Se dijo y se repitió que lo teórico no interesaba. Pero ¿podemos entendernos sin una teoría? No se trata del sexo de los ángeles sino de los humanos, vivos y concretos, y de sus referencias para saber a qué atenerse. Hay que reconocerlo: no era —no es— una cuestión simple. Sin embargo, cuando todo lo anterior ya ha pasado, cuando tantas cosas han sido vividas, tal vez estemos en condiciones de plantear este problema pendiente o aparcado. Se ha cerrado un siglo repleto de innovaciones. Se ha dicho que el siglo XX ha sido el siglo del sexo. ¿Podemos, al fin, hablar del sexo con sosiego y de forma inteligible en este siglo XXI que ahora empieza?
El argumento
La intención del presente ensayo es plantear ese debate. Su argumento, por tomarlo en sus orígenes, se abre con un hecho: la rivalidad declarada entre dos grandes colosos, dos modelos o, más propiamente hablando, dos paradigmas que han regido la historia occidental de los dos últimos siglos. Llamémosles por sus nombres: se trata, por un lado, del locus genitalis y, por otro, del paradigma sexual.
El antiguo modelo del locus genitalis había tratado de explicar una serie de fenómenos reunidos en torno a la reproducción de la especie. Pero otros fenómenos, como el placer de los encuentros o la identidad y diferenciación de los sujetos de uno y otro sexo, no tuvieron ya cabida en él. A este ciclo histórico dominado por la reproducción de la especie, y a cuya sombra fue planteada la cuestión hedónica o de los placeres, en ocasiones incluso en forma de dilema moral —reproducción o placer—, siguió el paradigma sexual que hizo pasar a segundo plano tanto el dilema anterior como los términos del mismo.
El advenimiento de la Época Moderna y con ella la proclamación de las libertades y derechos básicos de los individuos como tales individuos, hombres y mujeres, en igualdad de condiciones, puso en primer plano el interés por sus identidades y por lo tanto por sus diferenciaciones; y éste no ya como un problema parcial, léase de normas o conductas, sino con las dimensiones de un proyecto global de los mismos sujetos como tales sujetos. Atrás quedaban tanto el deber de la reproducción como el derecho al placer. Y el nuevo campo se abría al proyecto individual de ser hombre o mujer —qué hombre y qué mujer: qué sujetos y qué relaciones entre ellos—, dentro del cual los otros problemas, centrales antes, pasaban a ser opciones de otro orden o, en todo caso, subordinadas a él.
La historia de la ciencia, según Kuhn, nos dice que cuando un paradigma no tiene respuestas a los nuevos retos que se plantean, o sus respuestas resultan insuficientes, ese paradigma entra en crisis por las contradicciones que genera y es necesario otro, capaz de ofrecer respuestas adecuadas y con la suficiente coherencia. Eso es lo que sucedió en Occidente pero no precisamente en el siglo XX, aunque en él este hecho se haya vivido más intensa y masivamente por su carácter ineludible o de urgencia inaplazable, sino en torno a 1800, tras la Ilustración. Frente al anterior modelo del locus genitalis, que giraba en torno a la generación y los placeres, el paradigma sexual lo hacía en torno al eje de los sexos. El paradigma sexual, o sea, de los sexos, como su nombre indica, nació para responder a esta cuestión de forma prioritaria, tras la cual se plantearían, o replantearían, las otras. Tendremos ocasión de tratar esto con detenimiento.
Sorpresas y sobresaltos
Pero el modelo antiguo se ha resistido a dejar su sitio al nuevo, o a admitir algunos de sus postulados prioritarios, como toda forma de ver y entender el mundo lucha por sobrevivir frente a otras nuevas. Es ahí donde se han generado los explicables enfrentamientos entre lo viejo y lo nuevo con las correspondientes acomodaciones, rupturas, consensos y disensos entre las ideas, lo mismo que entre los sujetos que las viven; porque las ideas no son realidades independientes de los seres humanos sino sus productos. Todo ello ha acumulado una enorme confusión y malestar pero también —es importante señalarlo— la positiva y fecunda controversia que hace que la historia siga y el conocimiento avance.
Ello puede explicar la lentitud, si bien aparente, con que el paradigma sexual ha dado sus pasos en los doscientos años de existencia frente a los continuos y persistentes intentos de mantenimiento del modelo del locus genitalismediante el recurso a acomodaciones sucesivas para su supervivencia. Pero así ha sido y ello ha hecho aumentar aún más el acopio de contradicciones de forma que para ir hacia adelante, se hace inevitable mirar hacia atrás y hacer balance.
Este balance que aquí trataremos de plantear será fundamentalmente de historia y de conceptos, en un intento de clarificación para restituir a la noción de sexo la entidad que le corresponde desde el nuevo paradigma con independencia de las otras realidades con las que está relacionada. Entendemos que esto no es sólo un beneficio para la misma noción de sexo sino para esas otras realidades cercanas o derivadas de ella. Juntos —diríamos por resumir— no quiere decir revueltos y, menos aún, caóticamente confundidos. Lo que inevitablemente nos lleva a la cuestión central: ¿de qué hablamos exactamente cuando hablamos de sexo?. Con esta pregunta, el paradigma sexual abrió definitivamente un universo distinto que es el que aquí nos va a ocupar. Es la letra pequeña de la Sexología, ésa que, como todas las letras pequeñas, siempre contiene sorpresas. Incluso —¿por qué negarlo?— algunos sobresaltos.
Índice analítico
Introducción
1a Parte: DE LA SEXUACIÓN
Capítulo 1: Algunas cuestiones obvias 15
Sexo, placer y reproducción: tres conceptos, y no dos
El tándem del amor y el sexo (figura 1)
Conceptos…
… y palabras
Capítulo 2: Gramática e Historia: empecemos por el principio 23
Un sujeto y un verbo
El verbo sexuar
La histórica Cuestión sexual
La Cuestión de las mujeres y la Cuestión sexual
El “efecto dominó”
La Cuestión sexual y la Época Moderna
Actualización y revisión (figura 2)
Capítulo 3: El paradigma sexual, o sea, de los sexos 35
Nuevos conceptos: el de la diferenciación de los sexos
Más conceptos nuevos: el contínuo de los caracteres de cada uno de los sexos
Havelock Ellis y los caracteres sexuales terciarios
Polémicas
La clave del plural
El nuevo concepto de sexuación
Capítulo 4: La sexuación biográfica y algunos conceptos más 45
Historias sexuadas versus historias clínicas
Más historias sexuadas
Sujeto, sexuación y sinergia
La clave inter-sexual
Capítulo 5: Descifrar el palimpsesto. Reacciones, olvidos y distracciones tras el nuevo paradigma 53
Algunas reacciones
Sexología versus “Psychopathia sexualis” (figura 3)
Algunos olvidos
Otros olvidos
Algunas distracciones: la “hipótesis polisémica”
La gran distracción de la “hipótesis represiva”
Sexología y Moral
Entre Ellis y Freud: Sexología y Psicoanálisis
El palimpsesto, otra vez (figura 4)
2a Parte: DE LA SEXUALIDAD
Capítulo 6: Observaciones sobre algunas expresiones en curso a propósito de la sexualidad 69
Sexual y sensual: sexualidad y sensualidad
Sexualidad y “carne cristiana”
Sexual y venéreo; sexual y genitourinario
El “mero sexo”; la “mera sexualidad”
“Lo psicosexual”
La “psico-excusa”
¿Un elogio de la carne o una desarticulación de los conceptos?
Capítulo 7: El difícil pero imprescindible concepto de sexualidad 79
Sexidad y sexualidad
El neologismo del siglo XIX
De nuevo la identidad
El experimento de reconstruir la sexualidad
La sexualidad distorsionada y recompuesta
¿Mulier in gluteo?
Masculinidad y feminidad: de nuevo el paradigma
El difícil pero necesario concepto
Capítulo 8: El entramado de la sexualidad: campos conceptuales y planos de individuación 91
Los modos: masculino y femenino
Los matices: heterosexual y homosexual
Las peculiaridades: una gran lista
Los hilos de la trama
Otra vez el concepto de intersexualidad
“Di, Bi e Inter”
Addenda: ¿un cuarto plano de individuación?
Capítulo 9: Corrimientos conceptuales en los últimos ciclos cortos 105
En el plano de los modos
En el plano de los matices
Un círculo con tres subcírculos
En el plano de las peculiaridades
“La excepción norteamericana”
El final de la escalada: mujer y violencia
La letra pequeña
Capítulo 10: Un mapa general del hecho sexual humano tras el nuevo paradigma 117
El mapa (figura 5)
Notas y comentarios
Sobre los campos conceptuales y los planos de individuación
Otras observaciones: sobre las interconexiones
Sobre los problemas más comunes
La ruta de las patologías y el mapa general
La metáfora de la alfombra
3a Parte: DE LA ERÓTICA
Capítulo 11: Del Eros clásico a la Erótica moderna 129
La dudosa novedad de la Libido
La Erótica como concepto
Viejas polémicas
La innovación verdaderamente moderna
La erotización de ambos sexos
Capítulo 12: El atractivo de las individualidades. La noción de búsqueda frente a la de trastorno 137
¿Perversiones?
¿Anormalidades?
El asunto de la frontera
Alicia en el país de los deseos
Los repertorios de “ismos”
El caso de un “ismo” muy peculiar
Erótica y sentimientos
Capítulo 13 :Más sobre la noción de Peculiaridades y algunas otras de su mismo campo 147
Conexiones
La noción de fantasía erótica
La noción de espera erotizante: de nuevo los sentimientos
La noción de “paso al acto”
El peligro de la nueva noción de peligrosidad sexual
La noción de fantasma
Capítulo 14: Ars erótica y tecnología genital: balance del siglo XX 155
“La pista genital”
Otra vez energía frente a sinergia
El corte del debate
La tecnificación del neo-locus genitalis
Las obsesiones sexuales
La neo-patologización tecnificada
La clinicalización de la erótica: disfunciones frente a desencuentros
Capítulo 15: Sobre Eros y Fecundidad: una hipótesis abierta 165
La novedad de los sujetos
Distintas formas de planteamiento
Preguntas complicadas
El test de la pregunta sorpresa
El test de los relatos infantiles
La hipótesis abierta
Últimos planteamientos: el test de los comienzos y finales
4a Parte: DE LA AMATORIA o ARS AMANDI
Capítulo 16: Nociones antiguas y modernas: del amor al ars amandi 177
Del Amor Pasión a la amatoria galante
“Lo afectivo y lo carnal” en el modelo antiguo
“Lo afectivo-sexual” en nuestros días
La “copulatory behaviour” o, de nuevo, la cópula como referente
Cómo entendernos
El concepto de amatoria o ars amandi
Amores versus amor
Capítulo 17: Novedades: las dos revoluciones ya hechas y el sujeto sexuado en el sitio del amor 189
De la Edad Media a la Época Moderna
La nueva amatoria ilustrada
Otras tradiciones
El sujeto sexuado en el sitio del amor
La pareja como fórmula
El lado dramático de la amatoria moderna
Capítulo 18: Más novedades: Masters & Johnson y la noción de amantes en el marco del Hecho de los sexos 199
Los titulares y la letra pequeña
La unidad del encuentro frente a la medida del orgasmo
Precisiones teóricas
El enfoque relacional
Encuentro, relación y ars amandi
Capítulo 19: Ovidio en el laboratorio: algunas observaciones más a propósito de la Sex therapy y la noción de amantes 209
El estudio centrado en la relación
Entre la disfunción y el insight
Terapia sexual, o sea, de los sexos
Los costes de una caricatura
Fuera de la clínica
Capítulo 20: Algunos conceptos finales bajo la forma de corolarios 217
El corolario de la Separatidad
El corolario de la Compa(r)tibilidad
El corolario de la Vulnerabilidad
El corolario del Encuentro
Elogio y nostalgia de los genitalia
5a Parte: GESTIÓN DE RECURSOS Y NUEVO ARS AMANDI
Capítulo 21: Una fórmula: la amatoria razonable 227
Sensaciones e impulsos
Impulsos y emociones
Emociones y sentimientos
Sentimientos y valores
Valores deseables
Ideas y creencias: la central importancia del insight
La fórmula de la amatoria razonable
Equilibrios diferentes
Capítulo 22: Trilogía de intervención: “Sex therapy”- “Sex counseling”- “Sex education” 239
Breve rodeo previo
Los dos debates paralelos
El paso de la Therapy al Counseling: o de la nomenclatura del paciente a la del cliente
De la Sex therapy al Sex counseling
Técnicas y estrategias
Simplificaciones
Del Sex counseling a la Sex education (figura 6)
Capítulo 23 : La educación sexual, o sea, de los sexos: una fórmula con denominación de origen en el paradigma moderno 251
Planteamientos pre-modernos aún vigentes
Por resumir
Ejemplos
Consensos
“Descubrir capacidades”
La asignatura pendiente
Capítulo 24: Cultura de los sexos y nuevo ars amandi: un pacto sexual, o sea, de los sexos 261
Las dos corrientes hegemónicas
Acercarse o no a los hombres, y cómo
El otro debate
Entre la guerra y la política
Pacto social y pacto sexual
Algunas bases: la cultura de los sexos
Capítulo 25 :Más allá de la hipótesis opresiva: el siglo de los sexos 271
Pensar desde los sexos
El final de la “hipótesis opresiva”
Un último apunte sobre el poder
Del nuevo poder de los amantes
¿Nuevas reacciones?
El siglo de los sexos
Epílogo 279