Acrónimo de uso en Sexología para reunir el proceso histórico seguido por tres conceptos sucesivos ya que el siguiente anula al anterior. Se trata de Dimorfia, bisexualidad e intersexualidad. La dimorfia (más conocido como dimorfismo sexual) fue uno de los conceptos innovados en el siglo XVIII, en plena Ilustración, para explicar el nuevo planteamiento de los sexos frente a la vieja teoría naturalista del masculino o macho como único referente junto al cual la mujer venía a ser un adosado sexus sequor, útil pero sin identidad. El célebre título de la obra de Simone de Beauvoir expresa muy bien esta idea de "segundo sexo" en su sentido secundario o "segundón". El planteamiento del dimorfismo sexual, de los dos sexos, rompió literalmente con ese modelo anterior.

Posteriormente, con el avance de la conceptualización sexual sobre la anterior reproductiva, el término bisexualidad, ya a finales del siglo XIX y comienzos del XX, sustituyó en interés al de dimorfismo, para indicar los dos sexos. Es importante no confundir este sentido con el que confusa y gratuitamente hoy se ha divulgado como hetero y homo que no tiene nada que ver con la histórica bisexualidad. Se trataba, pues, de la bisexualidad de uno y otro sexo: de lo que uno tiene del otro y el otro tiene del uno.

Finalmente, ya en los años veinte del siglo XX, con la formulación del concepto de intersexualidad, especialmente por Hirschfeld y recapituladoramente por Marañon, se hicieron innecesarios tanto el concepto de bisexualidad como el de dimorfismo. Lo que ofrecía el concepto de intersexualidad, dando por supuestos los pasos de los conceptos anteriores, era mucho más elaborado.

En efecto, el continuo de los sexos y sus variantes, sus gamas, sus diversidades, se explican precisamente por el concepto de intersexualidad. Si en los comienzos estas variaciones estudiadas fueron las más groseras o chocantes —léase, las que seguían llamándose anormalidades— poco a poco la teoría intersexual, la de los sexos como un continuo sólo inteligible como tal continuo y no de cada sexo por separado, fue afinando los hallazgos hasta acabar por incluir todo el sistema general: estructuras, vivencias, deseos, conductas. Hoy hablamos de interacciones. Incluso de sinergias entre los sexos tanto en su sexuación, como en su sexualidad, su erótica y, lo que ya es más patente, en su amatoria.

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