Se conocen dos grandes revoluciones sexuales: una la del siglo XVIII, más difundida como la Cuestión sexual; y otra, la de los años sesenta del siglo XX, generalmente la más aludida como revolución sexual. La primera constituyó un hito histórico de gran envergadura por haber logrado la entrada de la mujer como sujeto a todos los efectos en los esquemas del pensamiento, en las ciencias en la cultura…, si bien su exclusión en la vida pública constituyó uno de sus fallos del que se siguieron los conocidos retrasos. La segunda, más masiva y general, constituyó más bien una revolución de las costumbres y más en concreto de la llamada moral sexual.

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