Posiblemente el más paradigmático de los nombres relativos a personajes tan nombrados y célebres como desconocidos y, sin embargo —o, por ello mismo—, fantasmatizados. La biografía del Marqués de Sade ofrece un personaje bueno y afable, un escritor de calidad y un político de la revolución. Habría que añadir: un buen padre de sus hijos. Por el contrario, el imaginario colectivo lo ha convertido en el bouc- emisere… de crímenes y maldades. Es posible que, como Iván Bloch sugería en la biografía que sirvió para el comienzo de su revisión, la humanidad y la cultura no se haya dado cuenta del gran bien que Sade la ha legado con su obra en la que ha llegado a los límites más altos del mismo sadismo como fenómeno en el que se mezclan el dolor, la vejación, la sumisión, la victimación, etc con la estimulación y el atractivo del placer. Un mayor conocimiento ha dado, pues, como resultado una menor fantasmatización.

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