ENCANTO DE LAS ZONAS MÁS ERÓTICAS
Por qué se distinguen ciertas partes del cuerpo, como la boca, las piernas, las caderas, los senos o el pelo.
Sólo en la medida en que una de estas zonas se convierta en únicas o excluyentes cabe hablar de fetichismo.
La lista de fetiches es infinita, precisamente por ser infinitas las formas o mecanismos con que una persona puede encantarse por él. El fetiche no existe en realidad, es creado por el fetichista. Por eso lo mismo puede ser objeto de fetichismo un reloj que un “slip”, una estatua que una moto.
EL MOVIMIENTO EROTICO
Un hombre o una mujer en actitud de movimiento pueden constituir un objeto fetichista. la relevancia del ritmo y la cadencia del balanceo del cuerpo dan un atractivo al cuerpo distinto de la posición estática. El andar o moverse puede ser un objeto de atracción peculiar. Puede incluso ser convertido en un fetiche. “Se quedó prendado de su gracia en el andar”. Del andar a la danza puede haber un camino muy corto. Un caso de fetichismo de este tipo nos ha sido contado por un amigo psiquiatra: a él le era imposible hacer el amor si antes su mujer no ejecutaba unos pasos de danza, que constituían para él como una evocación, una llamada y una invitación… una excitación. Este hombre se había quedado fijado en un recuerdo de la infancia que era ver cómo una mujer ejecutaba “la muerte del cisne”.
LA INTRIGA DEL “STRIP-TEASE”
Un nuevo caso –también referido por nuestro amigo- era el de un joven que solamente sentía atracción y excitación ante escenas de mujeres peinándose, acicalándose, haciendo su “toilette”, maquillándose. En otros casos se trata de acto de desnudarse de forma que, una vez que la persona está completamente desnuda, deja de excitarle o de atraerle. Hay mucho de intriga en estos casos, en los que se mezclan la emoción de lo que se aproxima con el regusto inmaduro de una aventura. No siempre el “strip-tease” está dentro del campo fetichista. Sin embargo, son gestos o hechos en los cuales se fijan muchas resonancias eróticas.
DELICADEZAS Y CARICIAS
En ocasiones solamente un hombre o una mujer se sienten eróticamente sensibles si se dan ciertos gestos delicados. Puede tratarse de cierta caricia, de una mirada, de una palabra, de una simple mueca que guarda todo un baúl de recuerdos. En estos casos el gesto de delicadeza viene a ser como la clave o llave que abre ese baúl. No deja de ser caprichosa esta forma de actuar.
Al contrario -y esto ya está dentro de otros problemas o disposiciones-, el gesto de delicadeza puede convertirse en hosquedad, grosería o brutalidad. Son asociaciones de carácter sádico o masoquista, mezcladas con el fetichismo. En cuanto a los gestos de otros tipos, es bien conocida la manía de algunas personas, que solamente se sienten felices -léase atraídas- en el caso de que esas actitudes se hagan presentes.
PARTES DEL CUERPO QUE ATRAEN
El fetichismo más extendido y abundante es el de las partes del cuerpo. Cada sociedad atribuye a partes o zonas un sentido erótico particular. Propiamente hablando, todas las partes del cuerpo pueden ser objeto de fetichismo: las caderas, el pecho, los labios, la nuca, las orejas, los ojos, los muslos, los órganos genitales, los cabellos, las manos, los pies.
En cada caso se trata de la extrapolación de una parte sobre otra, o sobre el conjunto. Algunas estadísticas dan un elevado porcentaje de atracción y excitación de los ojos, otras de los labios -carnosos, sensuales, cincelados-; en muchas encuestas se resalta el valor erótico de los pechos de la mujer, aunque preciso es confesar la relatividad de los gustos en cada caso; las caderas son otro polo de atracción frecuente y, por consiguiente, de fetichismo en determinados casos.
Sin embargo, la atracción erótica -y su correspondiente excitación- por zonas erógenas no puede ser denominada fetichismo, a no ser en el caso extremo de que únicamente una zona determinada llegue a constituirse en fetiche. Lo que suele suceder con los órganos genitales -zonas erógenas universales- no es fetichismo. A lo más puede hablarse de una atrofia de otras zonas que pueden ser eróticas, aunque sea en menor grado.
PIERNAS Y CADERAS
Algunos hombres -en esto lleva el predominio el sexo masculino- se sienten enormemente excitados a la vista de caderas o piernas, en sus formas imaginadas apetitosas dentro del pantalón femenino. Admiradores sempiternos de estas zonas y formas del cuerpo femenino, los hay que únicamente se sienten satisfechos cuando se han dado una buena ración de ello. Su fetichismo consiste en la fijación de su erótica en estas zonas como predominantes, por no decir únicas en muchos casos.
De la mirada o contemplación, pueden a veces pasar al tacto. Es lo que sucede en algunas aglomeraciones, como el metro, entradas o salidas de lugares públicos muy concurridos o masivos. Un detalle importante: el fetichista en estos casos va a tocar y nada más. No es cierto que “moleste”. Y la mejor prueba reside la respuesta que da a la tocada, en los casos en que -muy raramente- ella acepta la invitación y decide irse con él. El fetichista verdadero huirá rojo de rubor o avergonzado. No era eso lo que él buscaba. Era el fetiche… hombres que no soportan que su mujer lleve el pelo corto. Otros incluso que fijan su atractivo de una manera obsesiva en los rizos, la cola de caballo, las largas mechas… en el inconsciente cultural reside una idea fija de la mujer unida al pelo largo, que a veces recuerda la doncellez y la virginidad, o también la integridad y la sumisión…
El color del pelo es significativo para muchos: el pelo negro, en la mujer, se ha asociado a la pasión y a la sensualidad. Algún estudioso de este problema ha resaltado la preferencia actual por el pelo rubio, como un mecanismo de defensa de cara al exterior, e incluso como protección contra la imagen del pelo negro-mujer ardiente. Algunas obsesiones por estos problemas pueden ser clasificados dentro del fetichismo.
LOS OJOS
Con toda seguridad uno de los factores más significativos en la seducción, y también uno de los más comunes en los gustos y las preferencias: los ojos. Muy en boca en otros tiempos, el fetichismo de los ojos parece haber caído en el nuestro a una cierta banalidad, por el avance de otras características que no eran visibles o apreciables antaño. Los ojos y la mirada han constituido verdaderos fetiches, ante los cuales muchos han rendido su homenaje.
Los ojos como fetiche deben ser diferenciados del rostro completo, del semblante, de la forma y aspecto total de la cara como gesto. Lo más hondo del ser humano se revela en el rostro. Nada tiene por qué extrañar la fijación casi universal en la cara que lo separa de un simple fetichismo parcial o zonal.
LA BOCA
Lugar de predilección y de erótica visible, lo mismo que los órganos genitales lo son de erótica invisible, o solamente visible en la intimidad. El equívoco de fijar índices eróticos a través de la boca ha llevado a muchos a juzgar a un hombre o una mujer por la sensualidad de su boca, grande o pequeña, de labios sensuales o secos, de lengua sugerente… el hecho más significativo no reside en estos cánones, sino en el hecho de que la boca es un lugar privilegiado de la erótica.
El psicoanálisis ha resaltado su valor simbólico, desde los primeros días de la vida en que el bebé mama y chupa del pecho de la madre y centra su placer en la succión bucal. La erogeneidad de la misma queda así marcada para siempre. La exageración del fetichista es centrarla en exclusividad como una zona erótica única.
Efigenio Amezúa (Sexólogo)
Convivencia 1977