Un mapa general del hecho sexual humano

Para recapitular este nuevo universo surgido del paradigma moderno de los sexos, aparentemente eclipsado en ocasiones por un sinfín de polémicas reapariciones del antiguo, sería de agradecer un mapa general del mismo, si no cabal, al menos aproximado para poder circular por el territorio. Los exploradores que han ido delante han consignado sus descubrimientos a veces con trazos claros y firmes, otras sólo en bocetos y apuntes que, a su vez, otros han tratado de seguir, completar o corregir. Sucede en este campo como en otros.

La historia de la Sexología es como la historia de cualquier otra disciplina, si bien conviene no perder de vista su letra pequeña. La reunión de estos datos puede dar una idea más o menos coherente de esas adquisiciones y esfuerzos, aunque, como es sabido, el peso de las otras disciplinas sobre ella ha propiciado más el desarrollo de parcelas sueltas que el del campo general. La intención de este capítulo es trazar un plano del territorio con el objeto de que otros verifiquen y corrijan, modifiquen o amplíen según se vayan sucediendo las exploraciones.

Algunos de sus campos ya han sido tratados con detenimiento como son la Sexuación y la Sexualidad. A ellos añadiremos la Erótica y la Amatoria que son consecuencias de los primeros y que serán objeto de la tercera y cuarta parte. Con ellos esperamos retomar lo que se ha conocido como mundo de placer o aspecto hedónico, es decir como factor impulsor o facilitador de los encuentros entre los sexos. Una pregunta inevitable es qué sitio ocupa hoy la antigua reproducción replanteada ya en el marco de los sexos, puesto que, como se anotó, un nuevo paradigma no puede excluir de su campo explicativo lo anterior sino replantearlo y hacerlo inteligible de otro modo. El capítulo 15 —Eros y fecundidad tratará de dar cuenta de ello.

En todo caso lo que pretende este mapa es solamente ofrecer la idea general del territorio y su concreción operativa a través de una serie de grandes arterias que no son otras que las que subyacen a lo largo de este ensayo. Con ello obtendremos, al menos, la priorización de los sujetos sobre cualquier otra finalidad: primero la sexuación y sus vivencias como tales sujetos sexuados; luego, y desde ahí, sus deseos y sus encuentros; finalmente, entre otras de sus creaciones, la fecundidad o procreación, si bien en los campos de la Erótica y la Amatoria, y no de la Sexualidad ni de la Sexuación. Quedan por explorar y cartografiar muchos de sus detalles, pero se ofrece una muestra de las grandes líneas o avenidas por las cuales transitar para seguir explorando.

Notas y comentarios

1. Respecto al encabezamiento o títular del mapa,hablamos del Hecho porque entendemos que se trata de un hecho, el Hecho sexual o de los sexos como fenómeno constatable, constante y universal; pero sobre todo histórico, puesto que, a partir de una época emerge y se hace ineludible. Es la clave del nuevo paradigma. Decimos sexual por ser relativo a los sexos, a uno y otro, a ambos, según la clave plural. Y hablamos de humano para referirnos a esta especie, la humana, o, si se prefiere, a su condición sexuada, configurada en los dos sexos.

2. La columna de elementos sexuantes ofrece un listado de los que más comúnmente intervienen en el proceso de sexuación de los sujetos. De ellos se ocupan particularmente muy distintas disciplinas, siendo el objeto especial de la Sexología su concatenación, continua o no, en términos de proceso en la biografía de los sujetos sexuados. Es la prueba que los da sentido en su coherencia. El número de esos elementos ha sido variable a medida que los conocimientos han ido subiendo de volumen. Los que se señalan aquí son los más destacables. La lista no es, pues, exhaustiva sino indicativa y las denominaciones corresponden a las de uso en las distintas disciplinas.

3. Cuatro campos conceptuales (en horizontal, en el cuadro) dan cuenta de las variedades más referenciales: El de la Sexuación que describe el proceso y creación de las estructuras; el de la Sexualidad que da cuenta de las vivencias; el de la Erótica relativo a los deseos; y, finalmente, el de la Amatoria como pragmática y conducta. Los cuatro cubren la totalidad de fenómenos que, dicho en los términos de la metáfora que nos guía, configuran la orografía del territorio.

4. A su vez, y combinados con los campos, se ofrecen (en vertical, en el cuadro) tres planos de individuación: El de los modos masculino y femenino; el de los matices heterosexual y homosexual; y el de las peculiaridades que son un bien nutrido listado conocido como minorías eróticas, en el sentido que ya ha sido esbozado y sobre el que tendremos ocasión de volver con detenimiento . A los tres planos hemos añadido una nota o Addenda —que no una categoría—, dedicada a las dificultades o trastornos, tal como se anotó en el capítulo 8, por entender que no se trata de un cuarto plano sino de una serie de rasgos comunes a los tres enunciados.

5. Esos distintos campos, que en el mapa figuran transversalmente cruzados en secante por los planos, forman una compleja red —hemos hablado de trama— que da cuenta de esa estrecha y constante interacción. Sus combinaciones dan cuenta también, tal como se anotó en un capítulo anterior, de la variedad y diversidad producida por los modos, matices y peculiaridades que se crean a lo largo de la evolución biográfica como resultado de la Sexuación, la Sexualidad, la Erótica y la Amatoria, es decir en las distintas formas de hacerse, vivirse o sentirse y expresarse como sujetos sexuados.

Por ejemplo, siguiendo la ya aludida sugerencia de Iván Bloch, un sujeto masculino —o mejor dicho, preferentemente masculino, puesto que también posee rasgos del otro sexo; recuérdense los conceptos de caracteres sexuales y de intersexualidad— es al mismo tiempo heterosexual y homosexual; o, dicho con más exactitud, preferentemente hetero u homo; y, sobre esa base, tiene las peculiaridades propias que sus procesos le deparen. Por otra parte, e igualmente en un orden transversal, estos rasgos se dan siempre combinados en el proceso biográfico de la sexuación cuyas estructuras crea; en la vivenciación que el sujeto se hace de ellas; en los deseos que elabora; y, finalmente, en las conductas con que las expresa y, a su vez, el sinfín de interacciones que éstas crean.

Otras observaciones

Por estas interconexiones muchos de los análisis relativos al campo de la Sexuación sirven, como vimos, para el de la Sexualidad. Y muchos también relativos al de la Erótica podrán ser aplicados, como veremos, al de la Amatoria, puesto que ésta puede entenderse como la puesta en escena o la exteriorización de aquélla. Pero es importante su conceptualización por separado especialmente pensando en los cambios de los repertorios o ritos del cortejo, la seducción y el encuentro. Por ejemplo, por referirnos más expresamente a los campos de la Erótica y de la Amatoria, muchos trastornos del deseo (así llamados hoy) no son sino deficiencias o dificultades en la adecuación de esos deseos a los rituales del Ars amandi. Y así son tratados, de hecho, tanto en la educación como en la clínica. Separar estos distintos campos facilita el análisis y ayuda a poner linderos, a detenernos y profundizar en cada uno de ellos; y, por lo tanto, a conocer mejor lo que cada uno tiene de propio.

Por otra parte, lo que en cierto modo podría ser llamado el campo conceptual de la Fecundidad no figura aparte y separado de los otros sino que, al igual que el Placer, se presentan ambos como «frutos» de la Erótica. Las perplejidades que ofrece el replanteamiento de la fecundidad se exponen, como se indicó, en el capítulo 15. Es preciso reconocer el poco trabajo elaborado a este respecto, siendo por el momento sus aspectos instrumentales y técnicos —métodos anticonceptivos, por un lado, y técnicas de fertilización, por otro— los que ocupan el interés. No obstante, a medida que las tecnologías avanzan, y los sujetos se encuentran a veces en situaciones límite, las preguntas más conceptuales y vivenciales empiezan a surgir. El futuro está ahí.

Es importante insistir en la constante retroalimentación entre campos conceptuales y planos de individuación y entre las distintas formas que los sujetos generan por ello de una manera sinérgica y continua, así como las interrelaciones que se dan entre las estructuras, vivencias, deseos y conductas; y entre éstas, dentro de la dinámica del sujeto, en un feedback ineludible de todos los factores, campos, planos y otros fenómenos que se entrelazan y se suceden a lo largo de la evolución biográfica, lo mismo que de la evolución colectiva.

Esto es lo que entendemos por complejidad o, como se indicó, por trama; y que puede ser analizado, o al menos percibido, cuando en la intervención educativa o en ciertos ensayos experimentales, así como en el estudio de casos clínicos, se profundiza hasta llegar a los desmenuzamientos más nimios de sus distintos aspectos o parcelas. El concepto moderno de sexo es, pues, complejo. Y, como ya quedó indicado, es esa complejidad la que permite explicar la gran dosis de variedad y diversidad que ofrece, así como las posibilidades de intervención ante dificultades o trastornos. Frente a la simplificación o el simplismo del antiguo paradigma, esta complejidad generada por el nuevo tiene la ventaja de ofrecer muchas posibilidades.

obre los problemas más comunes

Ciertamente los grandes titulares en Sexología han divulgado más los problemas, en sus distintas denominaciones, que los valores y cualidades que se derivan del Hecho de los sexos. Desde la investigación básica se insiste en la conveniencia de tener más presentes éstos que aquéllos. El estudio de las combinaciones de los distintos campos y planos ofrece una gran riqueza de fenómenos que desbordan con creces el protagonismo de los problemas. Pero, puesto que también es preciso detenerse en éstos, tendríamos, por resumir, tres grandes núcleos de problemas o generadores de ellos, siempre según el mapa general de referencia y más en concreto según los campos conceptuales y los planos de individuación señalados: El correspondiente a los modos, que gira en torno a la identidad con sus trastornos; el de los matices, que gira fundamentalmente en torno a la convivencia entre la homosexualidad y la heterosexualidad, fuera y dentro de cada sujeto; y, finalmente, el de las peculiaridades, que comporta todo lo relativo a las variedades cuando éstas son problematizadas en sus distintas formas.

Estos tres grandes núcleos de problemas son combinables, y por lo tanto complicables, con sus respectivos campos, con cuyos síntomas o indicadores se hacen visibles y bajo cuyo lenguaje se plantean. Así, unos problemas dicen más relación a aspectos de la Sexuación, otros a la Sexualidad, otros, a su vez, a la Erótica, y otros, finalmente, a la Amatoria. Sus combinaciones ofrecen las típicas listas conocidas en el lenguaje corriente o, a otro nivel, en los repertorios de unidades diagnósticas o clínicas.

Lo más importante, en todo caso, desde el punto de vista conceptual, sería no perder la referencia general en la forma de explicarlos o entenderlos, si se quieren esbozar las estrategias para aminorarlos o, en su caso, para tratarlos. Es obvio que en este trabajo estamos insistiendo en su comprensión o inteligibilidad, en su explicación, más que en la intervención para su tratamiento. En otros trabajos hemos abordado esta otra vertiente . Y sobre algunos problemas en particular tendremos ocasión de volver en capítulos posteriores. Por ejemplo, a propósito de las dificultades, nominadas desde otras categorías como disfunciones sexuales (Véase más adelante, capítulo 18).

Sobre la ruta de las patologías y el mapa general

La patología sexual, «siempre triunfante y omnipresente», según la conocida expresión de Gérard Zwang, ha ocupado un sitio que no le pertenece frente a la vida corriente. El interés por un mapa general del Hecho sexual humano ha sido en ocasiones desdibujado por el excesivo protagonismo de algunas de sus patologías, la primera de las cuales ha podido ser la misma patologización del mapa o territorio, entendiendo por tal su utilización y manipulación por las más variadas formas de poder. Foucault ha ilustrado, como es sabido, esta perspectiva. Pero es interesante ir más allá so pena de confundir la ruta de las patologías con el mapa general.

Historia de la sexualidad, esta objeción tendría ya menos peso.

Los poderes que han mantenido la implantación perversa para someter a los individuos bajo sus normas han tenido y tienen su influencia; pero conviene no sobrevalorarla; porque —y ahí reside también la perversión— a fuerza de hablar de enfermedad se olvida hablar de la salud; y de tanto hablar de desviaciones se olvida hablar de los caminos. Es importante no confundir la ruta de las patologías con el mapa del territorio.

Sin miedo a ser reiterativos, podrá observarse que la addenda de las dificultades y trastornos figura en el mapa general como una finta —una ruta— en vertical que, en ocasiones, toca los planos de individuación y, en otras, en horizontal, los campos conceptuales de la Sexuación, la Sexualidad, la Erótica y la Amatoria. Al situar esa estrecha finta, separada del territorio general, la intención ha sido destacar que, si bien todo puede ser impregnado de dificultades y de trastornos, es importante indicar que el territorio es más grande que la ruta de las patologías. Por otra parte, muchos de los elementos puntuales que pueden ser indicadores de esas dificultades y trastornos suelen ser compensados y diluidos en el territorio general y, por lo tanto, anulados tanto en la vida corriente como, en su caso, como veremos más adelante, por los tratamientos adecuados.

En todo caso, insistimos, el territorio del Hecho sexual y sus manifestaciones no debe ser confundido con la ruta de las patologías. Hay mucho más campo cultivable que parcelas curables.

Tomado de «Teoría de los Sexos» por E.Amezúa, nº 95-96 de la Revista Española de Sexología, Madrid 1999