El concepto de caracteres sexuales —primarios y secundarios— fue acuñado a mediados del siglo XIX para distinguir elementos imprescindibles o no de cada uno de los sexos así como el orden de sus prioridades. Los caracteres sexuales terciarios, introducidos por Havelock Ellis en los últimos años del mismo siglo, completó el conjunto de rasgos propios de cada sexo. Las lecturas generalmente sesgadas por el filtro biológico o social, de unos u otros de estos caracteres, dejando de lado el criterio biográfico han solido crear más polémica que claridad en torno a estas fórmulas. Los caracteres sexuales terciarios, por ejemplo, suelen hoy denominarse roles sexuales.

En ocasiones roles de género, siguiendo la campaña emprendida por el movimiento del sexist language contra el referente de los sexos. De esa forma se pierde la referencia a la raíz sex de todos ellos y, por lo tanto, al hecho de los sexos, desde el que sirven de descriptores epistemológicos de máxima utilidad para explicar y comprender la condición sexuada de los sujetos.

 

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