TODOS VIVIMOS EL EROTISMO

TODOS VIVIMOS EL EROTISMO

Hambrientos de placer como estamos, es más fácil quedarse en las técnicas que en la ética.

LA ERÓTICA DE LA PAREJA

Tratamos de descubrir, promocionar y dimensionar una erótica de convivencia, una erótica compartida en la realidad humana que es la pareja. La erótica de convivencia es la constante de todos los artículos que se publican o, al menos, esa ha sido y es nuestra intención.

La erótica de convivencia tiene su mejor y más delicado tallo en el encuentro de la ternura, palabra equivoca que para muchos puede hacer pensar en algo «blanco y lírico», y que, sin embargo, en su más honda solera, no es sino la sensualidad humanizada en el cariño. Estamos muy lejos de normativas o moralejas. Estamos también muy lejos de una instrucción sexual, similar a la instrucción para el manejo de las armas o para el manejo del volante en una escuela de conductores…

Quisiéramos dejar aquí bien claro que no se trata de una técnica, sino de una ética en su sentido más hondo, en su sentido de praxis o, si se prefiere, una filosofía concreta de la vida y de la existencia. Hambrientos como estamos de placer –dada nuestra represión secular-, es muy posible que nos quedemos con las técnicas que proporcionan más placer y no percibamos la ética que lleva a un modo distinto de ser felices…. Sin embargo –insistimos- nuestro intento va hacia este segundo campo. Lo segundo implica lo primero. Pero no al revés…

LA HERÓTICA HOMOSEXUAL

YSe habla de la erótica de convivencia, vivida en la pareja como el quicio más rico sobre el cual gira la existencia humana estructurada como masculina o femenina. Y se extrapola de cualquier forma a otras eróticas humanas que se pueden cultivar.

El caso de erótica homosexual es otra de las forma de la vivencia erótica humana. Es una ética de la ternura – una ética de la erótica- que se vive igualmente. Las cosas son como son para quien quiera abrir los ojos y verlas. Para quien no quiera, no podemos hacer nada.

LA ERÓTICA DE LA CASTIDAD

Otro ejemplo puede ser el de la erótica de la castidad. Quien renuncia a la convivencia intersexual, como en nuestra tradición se ha hecho en el celibato o en la soltería asumida, puede tener sus razones y vivir dando dimensión a una erótica propia pero no menos humana si es por libre decisión o convicción.

No cabe duda que ciertas personas pueden desarrollar una erótica en realidades y fenómenos suprasensibles. Y el hecho de que unos no lo comprenda, no es razón para que otros no lo vivan. Estamos hoy viviendo una fiebre de «saciedad de necesidades». Por encima de la satisfacción están los modos de dar dimensión a las vocaciones.

Lo mismo que suele pedirse respeto para que cada cual viva libremente, también en esto entra el respeto para que cada cual busque sus propias dimensiones, incluso fuera de lo común. Su erótica será distinta, pero existirá.

LA ERÓTICA DEL SUFRIMIENTO

Otro ejemplo puede ser el de ciertas eróticas chocantes, como son la del dolor o el sufrimiento. Una visión ramplona de las cosas puede hacer pensar que la única forma de vivir la erótica es la relación sexual de pareja en la cama, en su sentido más común.

Sade, por ejemplo, ha desarrollado toda una filosofía de la vida y la existencia a través del sufrimiento. Para Bataille la erótica –o el erotismo- es un medio de trascendencia y de conexión con lo indecible, con experiencias sublimes y extraordinarias. El erotismo hindú es una forma de religiosidad. Esta forma de erotismo es sagrada y religiosa, o, si se prefiere mística.

Para muchos pueblos naturales la vivencia erótica. Está unida a ritos, fiestas litúrgicas, actos religiosos, celebraciones cosmovitales, comunicaciones con realidades extraterrestres… todo un cúmulo de cosas que para un occidental no pueden ser sino chocantes.

LA ERÓTICA DEL ARTE

Otras formas son las del cultivo erótico en su dimensión del arte. Así, tenemos a poetas, músicos, pintores, escultores,… para quienes la erótica es un campo de inspiración y de vivencia que les lleva a la realidad del arte.

No cabe duda que, como escribió Octavio Paz, toda poesía es erótica. Lo mismo fue dicho y probado por Leonor Fini, esa pintora genial para quien todo era arte: «Toda pintura es erótica». «Porque la pintura, como la música y la arquitectura o la escultura, rebosa de una materia que entra por los sentidos y conmueve los centros afectivos más insospechados». La estética es sensualidad. Comprendiendo esto, tal vez puedan asimilarse muchas dimensiones ignoradas del arte y de la erótica.

Sin duda, cada una de estas formas implica y exige sus requisitos. Como escribió genial y plásticamente Balzac, «toda novela de amor es un coito no hecho». Esa expresión puede dar cuenta de lo que, en un lenguaje administrativo o educativo, puede ser denominado ventajas o inconvenientes de una u otra erótica.

LO QUE ES NORMAL Y ANORMAL

Se preguntan muchos sobre qué es lo normal, o como se puede saber si ciertas formas de erotismo –insistimos en el término erótica- pueden ser normales o anormales. Aquí se sitúa una pregunta, a la que vamos a tratar de responder de un modo práctico.

Para algunas mujeres es anormal tener sueños eróticos con personas distintas a su pareja. Para muchos hombres es anormal no haber tenido relaciones sexuales con más de una mujer. Para muchos hombres y mujeres el placer más vivo y más intenso está reservado a la práctica de lo prohibido….

LIBERTAD Y CONOCIMIENTO

Para conjuntar esas disparidades no hay más camino que el de la que cada cual sea consciente de sí mismo. Que cada cual se vea como es. La sociedad tiene sus hormas y el individuo las suyas. En la medida en que estos dos mundos pueden ser conjuntados, podrán ser también unidos los extremos que antes hemos comentado.

Que cada cual elija lo que hace, y sea consciente de lo que elige ¿Será necesario indicar que toda elección implica una libertad? ¿Y que toda libertad implica un conocimiento? ¿Y que todo conocimiento exige una formación? ¿Y que toda formación es una invitación a que cada cual sea quién es? Aquí se sitúa lo que hemos llamado una ética de la erótica. Una ética consciente, libre y personal; de otro modo no hay ética.

Efigenio Amezua (Convivencia 1975)

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