UNA RECOMENDACIÓN

problematica

No convertir lo sorprendente en problemático

Hay parejas que sufren porque ven «cosas raras» mutuamente. En bastantes casos se debe a que se han hecho a formas típicas y convencionales.

Hay muchas cosas que viven la pareja (a solas, por separado o juntos) que suelen crear muchos problemas, incluso angustias. Más aún: obsesiones. « ¿Seré raro?» « ¿Será mi pareja raro?», son preguntas comunes.

Hay gustos para todos los colores y colores para todos los gustos en este amplísimo e insondable mundo de las manifestaciones de la sexualidad humana. Hay ciertas manías que no tienen nada que ver con la patología, ni con conductas extrañas. Son simplemente manías, cosas originales, sorprendentes para quien está acostumbrado a una sola forma de sexualidad.

Hay mujeres que sufren viendo ciertas cosas raras en su pareja y viceversa. Estamos hechos a unas formas típicas y convencionales. Cuando se sale de eso que muy pobremente es denominado normal y reglamentario, muchos se encuentran despistados y sin registros, sin saber a qué atenerse, pensando lo peor…

MIEDO HACIA LO QUE SE IGNORA

Ante un hecho sorprendente suele haber muchas maneras de reaccionar. Cuando ello se relaciona con la sexualidad, todavía se suele complicar más. Está la reacción del susto. El susto ante lo inesperado, que sorprende. A veces hasta amedranta. Hay también la reacción del miedo que se apodera de quien lo presencia sin saber reaccionar. El miedo a que sea una cosa grave, o el índice de que por debajo hay o puede haber algo más grave todavía…

El miedo suele llegar hasta la preocupación excesiva, hasta el pavor. El miedo es el puente que lleva al pánico exaltado.

LAS SORPRESAS PASAN A PROBLEMAS

Junto a estas actitudes, que suelen ser las más comunes, pueden darse –y se dan de hecho- otras. Por ejemplo, la actitud de la extrañeza. « ¡Qué cosa más extraña!» Extrañarse no  quiere decir, ni más  ni menos, que “eso” resulta distinto. Se frunce el ceño, se piensa… no se llega a comprender qué está pasando.

Otra reacción es la de la intriga. Intriga por ver qué da, a donde lleva esa forma extraña de manifestación. Es muy difícil mantener la actitud de simple intriga en la sexualidad, por la dosis de tensión que se suele poner en ella.

Cuando el hecho chocante llega a comprenderse, se puede reacción con una amplia y diáfana sonrisa. Incluso con una carcajada contagiosa. Es como si se siguiera el juego. Cosa muy difícil de encontrar, porque si es cierto que la sexualidad es juego, no es menos cierto que se ha tomado –y se sigue aun tomando- como “algo muy grave y serio”. Tal vez ahí radique la universal imposibilidad de comprender muchas rarezas y cosas chocantes, que suceden dentro la vida sexual. Muchas sorpresas que no quedan en eso, sino que pasan a convertirse en problemas. Y problemas, a veces, dramáticos.

Efigenio Amezúa (Sexólogo)

Convivencia Sexual (1978)

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