UNA BUENA EDAD

Articulos de sexologia - FILEMON Y BAUCIS, LEYENDA GRIEGA ILUSTRACION

No resulta extraño que se hable de la «erótica del otoño» para referirse a la sexualidad de la tercera edad. Supongo que es fácil imaginar, siguiendo la misma lógica, cual sería la primavera y cual el verano.

Pero hoy toca hablar del Otoño, la estación del año en la que se caen las hojas, los días empiezan a ser más cortos y las luces se tornan más grises. Así puestos parecería que las cosas se vuelven peor, pero ¿quién ha dicho que sea mejor que las hojas estén en los árboles, los días sean más largos o abunde más el color?

Es verdad que, con el paso de los años, el cuerpo del hombre y el cuerpo de la mujer va cambiando y envejece (no hay que temer a esta palabra). En rigor siempre ha sucedido así. Lo que ocurre es que a estas edades estos cambios se muestran más implacables. Sobre todo si tomamos como referencia el «cuerpo joven». Es probable que si no se manejase esa referencia, casi con exclusividad, se podría hablar, tranquilamente, de «evolución» y no necesariamente de «involución».

Pero no quiero dedicar este artículo a detallar los cambios corporales. Que dicho sea de paso afectan tanto a los genitales, la perdida de lubricación en la vagina o de la turgencia en la erección serían dos ejemplos, como al resto del cuerpo. Toda la piel cambia.

Conocer los cambios

Estos cambios son, de sobra, conocidos para todos los implicados ¡Cómo no los van a conocer si los están viviendo! Lo que habrían agradecido es que les hubieran hablado de ellos antes de que les sucedieran, no una vez que ya han sucedido.

Cuando se hace Educación Sexual nadie discute, por ejemplo, que hay que hablar a las chicas de la regla antes de que la tengan o a los chicos sobre la posibilidad de que se produzcan eyaculaciones durante el sueño. Pues así se conseguirá que, cuando lleguen esos momentos, no se vivan con excesiva angustia y llenos de dudas sobre lo que les está pasando.

Esta misma lógica sería, por tanto, la que deberíamos emplear para hablar de los cambios a partir de la menopausia en la mujer, o los que provoca el descenso de los niveles de testosterona en los hombres, eso que algunos llaman andropausia.

Pero, volviendo con la Educación Sexual, sabemos que ésta no puede reducirse a informar de aspectos fisiológicos, que para educar hay que atender muchas más cosas. Pues bien, esta afirmación cobra ahora, si cabe, mucho más sentido.

Lo importante

Muchas de las personas adultas viven en pareja o mantienen algún tipo de relación, y en estos casos la pareja es el contexto en el que se producen los cambios. Los aspectos fisiológicos son una parte, el cómo afectan a las relaciones eróticas es otra.

Y es que en el fondo las cosas en Sexología son siempre igual, lo importante no suele estar en lo que cambia o en lo que se hace, lo realmente importante suele estar en lo que se vive, en los significados. Pretender que a la tercera edad las cosas fueran de otro modo, sería una pretensión estúpida.

Lo que haya podido significar para cada hombre, para cada mujer, las erecciones, los coitos, las caricias, la piel, las turgencias, las lubricaciones, … por ahí andan las claves. Y sobre todo: sobre cómo se hayan ido adaptando o resignando a los cambios.

Un ejemplo: el coito, es evidente que el paso de los años hace que el coito se haga más dificultoso, se tarda más en conseguir lubricación en la vagina e incluso resulta insuficiente. Por otra parte, para lograr la erección se requiere más estimulación y, a pesar de ello, no se consigue la misma turgencia. Cambia también la intensidad de la eyaculación y las contracciones que acompañan al orgasmo, y muchas más cosas.

Ni mejor, ni peor

Pero no cambia todo, el hombre o la mujer siguen ahí, con sus deseos, sus placeres y sus satisfacciones. ¿Qué quiero decir? Que puede que sea verdad que ahora «el dios coito» ya no sea tal, y que habrá quién llore la perdida y no levante cabeza al grito de ¡ya no funciono como antes! Pero sé que ahora hay quién no se resigna, quién ha subido a los altares a otros dioses. Los dioses de la ternura, de las caricias, del achucharse y puede que el de la masturbación y el del estar juntos. Y, que por tanto, siguen disfrutando de su sexualidad. No como antes. De otra manera, ni mejor ni peor.

Dicho sea de paso esas posibilidades de vivir unas relaciones eróticas no tan centradas en el coito siempre estuvieron ahí. Lo que sucede es que ahora son muchos los que las descubren. ¿No podría estar sucediendo que muchas personas mayores estén viviendo una sexualidad más rica que muchas otras personas adultas, a pesar de que la turgencia de estos últimos sea mayor?

Así las cosas, la gran queja de muchas mujeres y la puerta a muchos problemas cómo es la falta de deseo, se quedaría en una simple «falta de deseo de coito». Y, podría hacerse otra lectura, y vivir esa falta de deseo como una invitación a unas nuevas formas de expresar laerótica. Que por supuesto pueden resultar placenteras y satisfactorias. Ya está dicho, pero lo repito, el placer y la satisfacción tiene más que ver con el cómo se viven las cosas, con lo subjetivo, que con lo que se hace, con lo objetivo.

Lo siento por los que se empeñan en hacer de las relaciones eróticas tablas de gimnasia y de los hombres y las mujeres “juguetes con manual de instrucciones”. Insisto: el peso está en la biografía y en la toma de conciencia de que el libro de la sexualidad, aún, tiene páginas enblanco ¡siempre las tendrá! Y que lo qué en él se escriba depende de cada uno o de cada una. Podrá tener mucho o poco texto, con ternuras, placeres, renuncias, deseos, fantasías, …¡Allá cada cual! Pero siempre con la posibilidad abierta de ser feliz y de sentirse satisfecho o satisfecha, sentirse bien con uno mismo, y ¿es, acaso, otro el objetivo de la sexualidad?

Algunos silencios

Hasta aquí las cosas claras. El otoño existe y no hay necesidad de invernarse. Por tanto sólo lo harán los osos y quién así lo desee, pero la realidad, a veces, desmiente esta afirmación.

Generalmente, al menos mi experiencia me lleva a pensar así, las personas de edad tienen claro que les gusta y qué no les gusta, lo que les atrae, con quién se sienten bien, lo que les apetece, … Entonces parecería que está todo fácil, sin embargo también está la familia y la sociedad.

Y son muchas veces la familia o la sociedad las que imponen el silencio, las que niegan la sexualidad, o las que hacen del otoño un final de trayecto.

Algunos ejemplos. Sabemos que hay muchos medicamentos, como algunos antidepresivos, entre otros, que pueden afectar a la respuesta sexual humana. Y esto es algo conocido y que sabe todo para el personal médico, sin embargo muy pocas veces se les advierte a los pacientes de este efecto secundario. Se me dirá que tampoco ellos preguntan y es verdad. Pero los sanitarios están obligados a comentar sobre todo aquello que afecte a cosas importantes y la sexualidad lo es. La coartada del silencio lo único que hace es alimentarse a sí misma, cuanto menos hablemos, menos hablaremos. ¿No será que en el fondo pensamos que a estas edades no existen las relaciones eróticas y si existen no son importantes?

Intimidad

Otro ejemplo, muchos hombres y mujeres ancianos dependen, en cierta medida, de sus familias, incluso comparten la casa. ¿Se ha parado alguien a pensar en las necesidades de intimidad de la persona anciana? ¿Se les deja a solas para que puedan acariciarse si así lo desean, para leer relatos eróticos o sus antiguas cartas de amor, para ensimismarse o para fantasear? ¿Tienen espacio donde guardar tanto sus recuerdos pasados como sus deseos presentes o sus anhelos futuros?

Me da la impresión de que, a veces, con las personas ancianas se actúa como si sólo tuvieran pasado, como si sólo les quedara esperar. En todo y también en Sexualidad hay presente y futuro, el que cada uno desee.

Y un último ejemplo, esa necesidad de intimidad, puede que sea también necesidad de intimidad compartida. De poder subir a alguien a casa, para estar a gusto, lejos de las miradas y de «los otros». Y esa intimidad compartida podrá ser para hablar, para cogerse de la mano, achucharse o para lo que sea conveniente. En cualquier caso son deseos legítimos y que a veces la familia o la sociedad desatiende.

La Sexualidad de las personas ancianas, que algún día será la nuestra, merece más cuidado y no repetir con ella lo que se hace con la de los jóvenes: «preferir no verla», «hacer como que no existe» y que lo tenga que pasar que sea lejos: «en los viajes fin de curso». Y ahora en el otoño «en los viajes del INSERSO».

C.Cruz

FILEMON Y BAUCIS ILUSTRACION

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