Siguiendo la metáfora del mapa general se ofrece un abanico de los posibles recorridos por él.
Recorrer un territorio sirviéndose de un mapa es la forma más habitual que nos permite conocer poco a poco sus contenidos.
A partir, pues, del mapa se perfilan las grandes rutas temáticas de los campos conceptuales y los planos de individuación. Se señalan también algunos hitos o altos en el camino, algunas excursiones monográficas así como algunas encrucijadas y cruces de caminos con su perplejidad y aventura.
"Feliz quien como Ulyses hizo un largo viaje...."
I. Preliminares
II. Las grandes rutas temáticas
III. Los altos en el camino y las pasarelas entre rutas
IV. Algunos hitos significativos
V. Algunas excursiones monográficas
VI. Otros caminos
Estudiar el Hecho Sexual Humano es explorar sus contenidos. Sin ninguna duda, los principales contenidos son los que ofrecen sus campos conceptuales por ser estos los principales puntos de referencia desde los cuales regirnos. Ellos son, pues, los que componen el primer objeto de estas grandes rutas temáticas.
El segundo objeto de estos recorridos son los distintos planos de individuación correspondientes a los modos, matices y peculiaridades de los sujetos. No es necesario decir que estos recorridos pueden enriquecer los anteriores de los conceptos y a la inversa.
Si seguimos, pues, con el recurso del mapa general, podemos plantear un recorrido para estudiar con detenimiento el campo general siguiendo las líneas del mapa correspondientes a dichos conceptos y planos. A partir de ahí se abren las grandes rutas temáticas que nos permiten ir por partes.
Junto a esta forma académica de visitar y conocer un campo existen otras. Como sucede generalmente, hay quienes prefieren explorar ellos mismos, por libre y a su aire. Lo que aquí se ofrece son esas grandes rutas temáticas de estudio que se abren desde el mapa general, así como algunos altos en el camino y una serie de excursiones monográficas entre unas y otras rutas.
3. La distancia y el conocimiento
Una de las ventajas del mapa y de sus distintos recorridos es la posibilidad de recorrerlo por sus distintas rutas, así como contar con el espacio y el tiempo de las mismas.
El conocimiento requiere un juego de contacto inmediato y de distancia con la realidad. Y ello sólo es posible desde recorridos distintos que posibilitan la reflexión y el debate entre unos y otros datos, entre unas y otras exploraciones. Por eso es preciso ir por partes y despacio.
Cuando decimos que todo conocimiento requiere una distancia queremos indicar una forma de separación entre la inmediatez de lo que llamamos vivencias y su cotejación crítica sobre la misma.
En primer lugar esta distancia es histórica, o sea, de tiempo: lo que a nosotros nos sucede les ha sucedido a otros y ellos lo han estudiado y pensado como nosotros lo estudiamos y lo pensamos ahora. En segundo lugar, esta distancia es de unos con otros en el espacio: lo que sucede a uno sucede a otros y cuando lo estudiamos y analizamos podemos encontrarnos en ese diálogo de búsqueda en torno a las mismas preguntas.
Lo que llamamos conocimiento es fruto de este ir y venir entre los datos y la crítica de los mismos. En esta crítica sobre las percepciones y vivencias es donde se crea el conocimiento que es siempre el resultado del debate y la aportación de las distintas vivencias y experiencias.
El recorrido exploratorio incita a ese diálogo y ese debate sobre lo estudiado. Este diálogo o debate es una puesta en común de los contrastes. Cada cual pone su propia contribución sobre lo que observa o descubre.
II. Las grandes rutas temáticas
A. Ruta de la sexuación
Así, pues, siguiendo la ruta de la sexuación, podremos detenernos con minuciosidad en las estructuras sexuantes y en cómo éstas se perfilan de forma evolutiva y biográfica; en cómo los sujetos, a través de sus distintas fases o etapas, van articulando su sexo general a través de muchos elementos. La sexuación, decíamos, da cuenta de estructuras.
En esta ruta encontraremos algunas respuestas a preguntas de un gran interés. Por ejemplo, ¿Cómo se sexuan los seres humanos? ¿Por qué sólo hay dos sexos y no más ni menos? ¿Por qué algunos confunden el sexo con los genitales? ¿Qué es, en realidad, la sexuación? ¿Por qué nos interesa este fenómeno? ¿Por qué se habla mucho de sexo y poco de sexuación?
B. Ruta de la sexualidad
A continuación, siguiendo la ruta de la sexualidad podemos estudiar cómo, sobre esas estructuras se articulan sus vivencias y cómo, poco a poco, construyen susmodos propios de ser y de sentirse y vivirse como tal sujeto sexuado. La sexualidad, decíamos también, da cuenta de vivencias. .
También en esta ruta encontraremos detalles de interés sobre cómo se viven los seres humanos como sujetos sexuados que son, sobre qué es este valor o cualidad que llamamos sexualidad, sobre qué ofrece este concepto de nuevo al concepto de sexo.
C. Ruta de la erótica
La ruta de la erótica nos ofrece cómo se expresan los sujetos al mismo tiempo que se estructuran y se viven, a través de sus sensaciones, emociones y sentimientos. En ocasiones, de forma rudimentaria o confusa; en otras, con más definición; pero, en todo caso, siempre como tales sujetos sexuados. La erótica, hemos subrayado, trata de los deseos.
En esta ruta encontraremos datos de interés para entender el erotismo o erótica: cómo ha sido planteado en las distintas épocas, cómo nos lo planteamos hoy y cómo podemos plantearlo para conocerlo y valorarlo.
La ruta de la amatoria permite detenerse de forma minuciosa en los detalles concretos relativos al modus operandi o know how de las relaciones sexuadas entre los sujetos. La expresión gráfica y desenfadada de esta ruta sería la de “cómo se lo montan estos sujetos”. Como ya quedó anotado, la amatoria da cuenta de estemodus operandi. Es decir, de este ars amandi.
Una de las preguntas más sorprendentes dentro de las que nos surgirán en el camino de esta ruta es sobre el significado de esta fórmula clásica y lo que ella ha aportado para el entendimiento de las relaciones amorosas.
E. Ruta de la pareja
Si seguimos el orden de los conceptos, en quinto lugar, a través de la ruta de la pareja podemos estudiar también detenidamente, cómo esos sujetos se atraen y desean y cómo se plantean vivir en pareja y no solos; cómo se seducen y se seleccionan para hacer sus proyectos de vida en común. También cómo, a veces, se equivocan y qué hacen en tales casos. También fue anotado que la pareja da cuenta de las relaciones privilegiadas que, por encima de otras, son buscadas con empeño.
Algunos historiadores de las ideas se han preguntado por un dato que nos resulta sorprendente: ¿Por qué los modelos de parejas célebres que tenemos en la historia son sólo de tragedia? ¿Puede realizarse una pareja corriente y ser feliz? ¿Qué es, en realidad, una pareja? Sorprende que un fenómeno tan corriente sea tan poco estudiado y conocido en sus dimensiones teóricas y prácticas.
Finalmente, siguiendo la ruta de la procreación podemos observar y estudiar cómo, en ocasiones, los sujetos se plantean procrear, o sea, tener hijos: cuántos, cuándo y cómo. Aunque, en líneas generales y por razones de brevedad, sólo trataremos aquí el hecho de tener hijos, conviene no olvidar que el concepto de procreación trae consigo una constelación temática muy amplia. Es el caso de la crianza de esos mismos hijos, así como su educación y emancipación, lo que convierte a esta ruta en enormemente rica y poblada de contenido.
Si durante mucho tiempo la procreación ha sido mezclada o confundida con la sexualidad, hoy su separación es un hecho incontestable. Lo que ha convertido a ambos fenómenos en objetos de interés en sí mismos de forma independiente. De ahí las distintas rutas que siguen una y otra. Y de ahí la posibilidad de plantearse, por separado, lo que cada una de ellas nos aporta.
2. Las rutas de la individuación
Junto a las rutas de los campos conceptuales descritos, el mapa ofrece las rutas de los planos de individuación y que se sitúan en vertical, de Norte a Sur.
En primer lugar, el plano de los modos, correspondiente al masculino y femenino. Decir masculino y femenino es una forma de nombrar uno y otro sexo puesto que estos son los dos únicos existentes si bien sus variedades, como trató de mostrar Magnus Hirschfeld, son inmensas.
B. Ruta de los matices
La ruta de los matices se refiere directamente a la heterosexualidad y homosexualidad como formas de orientación de los deseos, sean éstos preferentemente hacia el otro del otro sexo o sean hacia el otro del mismo sexo.
Se ha discutido mucho sobre las mezclas o los terceros y se ha hablado en el caso de los modos de un tercer sexo. Como sucede también en el caso de estos últimos, las variedades dentro de estos matices son igualmente inmensas, manteniéndose siempre la preferencia hetero u homo.
C. Ruta de las peculiaridades
La ruta de las peculiaridades presenta un recorrido por la gran lista de las particularidades de los sujetos y sus gamas de variedades. Para decirlo en términos comunes, se trata de las que suelen llamarse sadismo, masoquismo, exhibicionismo, fetichismo, etc. nombres que mantendremos, a pesar de la connotación sombría y, en ocasiones, horrorosa, que históricamente han llevado encima, especialmente desde las teorías menores.
El hecho de que estas corrientes de pensamiento las hayan patologizado o criminalizado no quita su carácter de ser deseos que hunden sus raíces en el hecho común de ser sexuados y, por lo tanto, su conocimiento resulta de un gran interés.
Tanto la ruta de los conceptos como la de los planos de individuación tienen un rasgo en común: su transversalidad.
Los conceptos tienen relación entre sí, tal como ya ha sido señalado. Por ejemplo, la sexuación con la sexualidad; la erótica con la amatoria; y la pareja con la procreación. Por su parte, esta transversalidad es igualmente evidente entre los modos y los matices; y entre ellos, a su vez, con las peculiaridades.
Algunos de estas interferencias —o interacciones, según se prefiera— pueden ser observadas en el transcurso de las distintas rutas. Y no olvidar esto será de una gran utilidad.
Para mostrar este carácter que hoy llamamos transversal y de interacción de las partes en el conjunto Platón creó en uno de sus Diálogos —El Ion — una imagen muy gráfica: el conocimiento, como toda realidad humana, es una cadena en la cual todos los eslabones forman parte de ella.
III. Los altos en el camino y las pasarelas entre rutas
Entre unas y otras rutas temáticas, lo mismo que entre unas y otras excursiones monográficas —por seguir con la metáfora— se abren o pueden abrirse lo que, en ocasiones, son llamados temas de especial interés y en los que puede ser útil un cierto detenimiento. Es lo que puede ser llamado un alto en el camino por motivos de curiosidad, dificultad, etc.
De todo ello se presentan materiales a lo largo de este recorrido. Este puede ser el caso de las pasarelas no sólo de unas a otras rutas o excursiones sino también de esta a otras disciplinas por el carácter aportador de las mismas en tales casos.
En otras ocasiones se trata de temas de debate, incluso de polémica. No es necesario resaltar el gran interés que siempre han tenido y tienen las fecundas controversias en las clarificaciones recíprocas y en el avance del conocimiento por el estímulo que proporcionan estas controversias. Estimular el debate es lo mismo que estimular el conocimiento.
Pero sin llegar a esas grandes controversias, en ocasiones se trata de simples debates para los que se requiere una cierta preparación, lo que estimula el ánimo para ello. En otras, en fin, se puede tratar de comentarios que suscitan otras informaciones distintas a las ofrecidas aqui.
IV. Algunos hitos significativos
Otro recurso en estas exploraciones es el constituido por algunos hitos significativos. Hito es el nombre que damos a un punto visible desde donde quiera que nos encontramos. Y por ello los hitos constituyen objetos de constantes referencias.
Destacaremos solamente dos ejemplos de estos hitos. En primer lugar, el de las tres fórmulas de uso: la cópula, el coito y el sexo. En segundo lugar, el de otros tres términos frecuentes en debate durante siglos. Son Eros, el amor y el matrimonio.
1. El triple hito de la cópula, el coito y el sexo
A. La cópula
En primer lugar, los conceptos de reproducción y placer genital generaron la noción de cópula. La noción de cópula es estricta y clara; y dice relación al mecanismo del apareamiento animal por el cual el macho introduce su pene en la hembra para que, mediante la eyaculación, reciba ésta el esperma que fecunda el óvulo, fenómeno por el que se inicia la concepción de un nuevo ser.
La noción de placer fue adosada a la de cópula como recurso y ayuda para dicha función. Su uso sigue siendo común para referirse a la reproducción de todos los animales y especies.
B. El coito
Por su parte, los conceptos de erótica y amatoria o ars amandi han ofrecido la noción de coito que, también de forma precisa, dice relación al emparejamiento humano que puede incluir o no la cópula; pero, sobre todo, como término propio de la condición humana, responde a la relación de los amantes.
El uso impropio, o simplemente figurado, que se ha asignado a esta noción de coito como sinónimo de cópula, aunque pueda ser explicable, no corresponde con lo esencial de sus respectivos conceptos.
C. El sexo
Finalmente, los conceptos de sexo y de sexualidad no dicen relación ni a la noción de cópula ni a la de coito, sino a la de identidad de los sujetos y a sus individualidades diferenciadas, es decir, sexuadas.
El hecho de que un uso indiscriminado y reductor haya mezclado la noción de sexo con las de cópula y coito sólo puede llevar a tenerlo en cuenta; pero las consecuencias también necesitan ser tenidas en cuenta si se quieren evitar más confusiones conceptuales que se traducen en muchos problemas prácticos y concretos de los sujetos al prescindir éstos de tales recursos de entendimiento que les ofrecen los conceptos para organizar sus distintas formas de sentir deseos y vivencias.
El fenómeno de la mezcla o confusión entre los tres conceptos —cópula, coito y sexo— es muy reciente y puede que sea atribuible, por un lado, a la necesidad compulsiva y apresurada de resumir, propia de las sociedades mediáticas; y, por otro, a un abandono de los significados y sus matizaciones.
En todo caso, los efectos de estas confusiones no dejan de ser claramente peligrosos, es decir, nocivos para el entendimiento de lo que se trata.
2. El triple hito del Eros, el amor y el matrimonio
A. El Eros
Los clásicos griegos crearon el término y concepto de Eros para designar el sentimiento de atracción y deseo entre lo que hoy llamamos sujetos sexuados. Crearon también un dios especialmente responsable de su organización y distribución, de su dosificación o reparto entre unos y otros.
A este dios le dedicaban sus invocaciones y sacrificios para estar a bien con él. De esa manera conceptualizaron sus deseos y organizaron sus relaciones y alianzas. Y así estructuraron un compendio de virtudes y valores por que cuales regirse. Fue un trabajo epistemológico y ético. Es decir, tanto de conocimiento como de aplicación a la vida diaria.
B. El amor
Los clásicos latinos, a su vez, tradujeron y usaron los términos y nombres de los griegos. Y llamaron Amor tanto al sentimiento como al dios que daba cuenta de sus peripecias. Donde los griegos habían venerado a Eros y Afrodita, los latinos hablaron de Amor y Venus. O Cupido. Eran distintos nombres para designar lo mismo en las distintas lenguas. Y de ahí, los distintos conceptos que responden a distintas realidades.
Los latinos hablaron de erótica y de amatoria lo mismo que los griegos. Se expresaron con los términos de erótico y afrodisíaco. Y, por su parte, crearon la fórmula del ars amandi para configurar un aprendizaje de la cultura del amor y de las relaciones, entre las cuales situaron el matrimonio, si bien un poco al margen, pues la importancia de éste residía en el contrato jurídico más que en los sentimientos y deseos.
La llegada de la christianitas en los primeros siglos de nuestra era trató de suprimir la cultura del Eros y la del Amor e imponer, en su lugar, el matrimonio como único producto “divino y natural” destinado a la protección de todo orden individual y social.
Sobre esta base, la cultura cristiana luchó contra las otras realidades y cuando no pudo suprimirlas trató de reducirlas al seno de esta Institución. Todo lo que no se acomodó a este fin fue excluido y considerado enemigo y, por lo tanto, objeto de persecución y exclusión. Esto no quiere decir que la cultura cristiana haya sido la única corriente introductora de la abstinencia de “los placeres del amor” —o de la carne, en su formulación—. Pero sin duda es la que más visiblemente ha representado esta tendencia.
Este resumen, como todo resumen o hito, necesita matizaciones. Pero cuando hoy viajamos por este territorio a través de los siglos nos encontramos con estos elementos básicos de nuestra cultura y los tres nombres —Eros, amor y matrimonio— resuenan como un eco y un gran acervo de fondo. Los tres han sido mezclados a través de la educación y las costumbres.
Su separación y análisis no resulta fácil, pero es de un gran interés.
Privilegiar una u otra tradición lleva consigo la consideración de unos u otros conceptos: unos u otros valores. Y, al margen de la tradición cristiana, la presencia de las raíces grecolatinas no se han olvidado. Al revés, constituyen las bases de nuestros valores, tal como crecieron desde estas raíces.
Otros hitos significativos pueden añadirse a los planteados. Es el caso de los grandes conceptos o de las teorías mayores y menores, así como las referencias a los momentos estelares de la cultura clásica grecolatina y de la Ilustración por ser ambos dos grandes momentos de la historia europea.
En medio de estos distintos elementos que configuran nuestra cultura es importante no olvidar la idea troncal de los sexos —su episteme— que es la que, por encima de todo, nos acompaña a través de las distintas rutas o exploraciones.
Por eso será importante volver con frecuencia al mapa general con vistas a no perderse entre tantos elementos tan variados.
Para algunos el recorrido por el sexo se reduce a la reproducción, para otros al placer. Nuestro objetivo, sin perder de vista estos valores, está en descubrir uno nuevo y preferente que plantea estos de otra manera pero, sobre todo, ofrece lo que estos no ofrecen. Es la búsqueda del otro. El otro sexuado.
Descubrirlo y familiarizarse con este objetivo resulta una gran aventura.
V. Algunas excursiones monográficas
1. Excursión por las dificultades comunes
Algunas excursiones, sin llegar a tener la entidad de las rutas, permiten profundizar en algunos temas de interés de forma monográfica. Una de estas excursiones monográficas es la dedicada a las dificultades comunes de los sexos.
El objetivo de esta excursión es hacerse una idea de estas dificultades para saber cuáles son —y cuáles no son—, en qué consisten y qué hacer con ellas o ante ellas.
Se trata, pues, de ver de cerca cómo muchos problemas que han sido divulgados por las teorías menores como trastornos o patologías no pasan de ser dificultades generales y comunes.
2. Excursión por las dificultades añadidas
Una nueva excursión monográfica que seguiremos es la que nos ofrece un recorrido por una serie de dificultades añadidas. Se entiende por dificultades añadidas aquéllas que, por una serie de motivos, se plantean en una serie de sujetos con un plus de obstáculos o problemas. Tal es el caso de las discapacidades físicas, psíquicas y sociales o culturales.
La falta de conocimiento —o de consideración— de estas dificultades añadidas las ha hecho crecer. Y lo interesante es ver cómo podemos hacerlas disminuir.
3. Excursión por las peculiaridades eróticas
Una consideración similar plantea la excursión monográfica de las peculiaridades eróticas dedicada íntegramente a cada una de ellas de la forma más completa posible.
Su carácter precisamente peculiar ha dotado a estas manifestaciones de algunas preocupaciones propias. Es posible que esta excursión resulte un poco polémica. Se trata de un recorrido muy poco acostumbrado. Pero la aventura es la aventura. Y esta excursión puede resultar inolvidable.
4. Excursión por los equilibrios y desequilibrios de los sexos
Y, finalmente, una última excursión será la dedicada a un recorrido por los equilibrios y desequilibrios de los sexos tal como hoy se plantean en los grandes debates de la actualidad.
Hablar hoy de hombres y mujeres resulta no sólo un tema de conversación sino de preocupación y discusión teórica. Plantear y discutir sobre uno y otro sexo no es sólo un tema de moda, sino de gran interés.
Se trata, en definitiva, de algo que concierne a uno y otro sexo, de sus identidades y roles en sus relaciones y en la sociedad.
Estas excursiones permiten detenerse de forma monográfica en algunos temas de interés. Pero —de nuevo hay que decirlo— sucede con frecuencia que algunos de estos temas, por su polémica, ocupan más sitio en el mapa del que los corresponde. Incluso, en ocasiones, se alzan por encima de otros y condicionan el conjunto hasta el punto de convertirse en líneas generales. La casuística, entonces, como sucede con los árboles, impide ver el bosque.
Es el caso de algunas dificultades comunes, convertidas en problemas de primer orden por lo que problematizan a los sujetos. Es también el caso de las alarmas sociales sobre una serie de peligros suscitados por las peculiaridades eróticas. ¿Son realmente peligros? ¿O se trata de una instrumentación para otros fines?
Una de las ventajas de estos distintos recorridos por el mapa es poder situar el interés de cada tema. Algunos, perdidos en estos vericuetos, se olvidan del territorio y se hacen un mundo de su pequeño problema. Solemos decir entonces que se obsesionan, se obcecan, se problematizan.
Familiarizarse con el mapa general trae consigo la ventaja de no perder sus grandes líneas. No perder el sentido general contribuye a entender lo concreto de cada tema en su conjunto. Suele decirse que viajar y conocer abre siempre horizontes. También permite una visión más amplia. Es importante, en todo caso, no confundir una excursión monográfica con una reducción temática.
Estos distintos recorridos que hemos señalado hasta aquí no excluyen otros. Por ejemplo, el que suele llamarse de forma coloquial “ir a su manera”, “ir a su bola”.
Como es bien sabido, es algo que solemos admirar y elogiar en el genio o el artista: en el trabajo de creación. Y todos, se dice, llevamos un genio y un artista dentro. En los libros sobre científicos se celebran las casualidades y “chiripas”, lo que hoy es conocido como serindipity. Y es bien conocido el origen de algunas obras inmortales que todos celebramos.
Nadie tiene por qué extrañarse que se haga, pues, el elogio de la digresión, incluso de la transgresión. Los caminos también están hechos para salirse de ellos y perderse. La invitación a salirse de unos límites marcados o normas fijas —léase, unas excursiones organizadas— es algo que “está dentro de las mismas normas”. Los experimentos o ensayos responden a esta manera de hacer o de pensar.
No hace falta decir que la mayor parte de aportaciones que conocemos son el resultado de estas aventuras y transgresiones. Todos los que han abierto rutas nuevas que luego son seguidas han pasado por sus propias pérdidas y perplejidades. También por las críticas y la incomprensión. Son los riesgos de la transgresión y la aventura.
Hay, no obstante, un detalle de gran importancia en el que todos coinciden. Es la necesidad ineludible de la dedicación. Eso significa estudio, método o rigor en el conocimiento. “De poco sirve la inspiración si no la escuchas y respondes a ella, si no estás trabajando cuando llega”.
En esto se distinguen las extravagancias creadoras de las transgresiones sin rumbo. En este sentido se usa en investigación el método de ensayo/error. En definitiva, se trata de extravíos que no son tales, sino otros caminos, otras formas de búsqueda y exploración: otras maneras de conocer y descubrir.
Es bien sabido que no todos los caminos están para ser recorridos por todos. Unos recorren unos y otros, otros. Pero resulta muy útil pensar en las distintas elecciones. Y en la variedad de los sujetos. En sus libertades.
Las rutas temáticas aquí indicadas son para su conocimiento. Conocerlas no ocupa lugar y explica las posibilidades del mapa: la atracción de ese gran campo de los sexos. Los seres humanos han tenido siempre una gran inquietud por descubrir y conocer. Eso explica una historia incansable de progreso y aventura.
Si en estos viajes no se encuentran respuestas a todas las preguntas, ya es bastante la exploración y la aventura del descubrimiento. El sexo, como Itaka, es de por sí motivo de esta odisea. La Odisea de Homero ha marcado todos nuestros viajes y recorridos. Y por eso algunos han comparado el sexo con Itaka y sus viajes con las aventuras que podemos leer en ese gran libro.
En el conocimiento del sexo, como en todo conocimiento, lo más atractivo no es la llegada sino su exploración y su aventura. El conocimiento es un camino abierto, una continua invitación. Y la distancia entre uno y otro sujeto sexuado sigue siendo infinita.
Por cierto, cuando en la Isla de Calipso, Ulises (Odiseo) recibió de ésta el ofrecimiento de no morir jamás a cambio de renunciar a Itaka y quedarse allí tranquilo y disfrutando, éste no dudó en renunciar a la inmortalidad y seguir su viaje: su aventura. ¿Puede un ser humano renunciar a algo tan grande como la promesa de inmortalidad? ¿Qué o quién había en Itaka con tanta fuerza de seducción?