Me sigue sorprendiendo que sorprenda una nota previa que solemos plantear en el Master de formación en Sexología. Este año ha sido más que en otras ocasiones. La sorpresa la causa una nota que dice: para hacer educación sexual no es necesario meterse en las conductas de nadie,

Meterse en las conductas es la frase que mejor resume decir a otros lo que deben hacer, lo que está bien o lo que está mal, lo que es sano o lo que no lo es. La educación sexual se ha ido llenando de normas, que es lo mismo que decir: se ha llenado de una moral reguladora de conductas.

La educación sexual no va en esa dirección. Está claro que nuestra forma de hacer educación sexual no es dando normas, sean del orden que sean. Y aquí viene lo más fino de la sorpresa: hay una fórmula para no dar normas que es centrarse en ideas.

Dar ideas, o sea, nociones y conceptos, nos recuerda mucho aquello que es bien conocido en educación: no des un pescado a quien tiene hambre; dale la idea de cómo se hace una caña de pescar. Y esto no es difícil, es incluso fácil.

Los alumnos de este año han dicho muchas veces que eso es idealista, utópico. O que se dice pronto pero es muy difícil. Cuando nos metemos en nociones y conceptos, estos no son difíciles o fáciles. Son lo que son para entender qué es el sexo.

Explicar qué es el sexo -o, a la inversa- tratar de comprenderlo es distinto a regularlo o moralizarlo. Nuestro cometido no es regular lo que se debe sino comprender de qué se trata en esta cantidad de cosas a las que sin pensarlo se suele llamar sexo.

Hay muchas preguntas que se formulan como una petición de respuestas normativas. ¿Es que se piden normas? Nuestro trabajo, antes de dar respuestas, es cambiar esas preguntas. Buscar su lado más interesante. No se piden normas. Lo que suele pedirse es cómo entender o explicar lo que sucede.

Si las re-formulamos como una petición de explicaciones, estamos en las nociones y conceptos. Y eso lleva en otra dirección que es más interesante. Lo más interesante de la educación sexual no es que dén normas sino que se ofrezcan ideas. El resto pertenece a la intimidad de cada cual.

Hay quien sigue diciendo que esto no es fácil, incluso que es difícil. Y la respuesta es que no se puede hacer algo sin previamente dedicar un tiempo a entender o ver de qué se trata. Y lo difícil deja de verse difícil.

Claro que no se puede hacer esto sin tener una mínima idea de qué eso que llamamos sexo. O sea, que no es difícil cuando nos detenemos a estudiarlo. Sucede en todos los campos.

[E. Amezúa]

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