Ahora que, por enésima vez, empezamos el Master de Sexología, vuelven otra vez a plantearse las cosas de comienzo. Ya son muchos los que se toman en serio ese adjetivo que no es sexual sino sexológico.

Porque no, no es lo mismo. Es un pequeño detalle. Hemos hablado de esto en otras ocasiones. Para muchos sexual hace pensar en genitales.

¿Y por qué y quién ha cambiado el genital por el sexual? Todo esto lo damos ya por hecho. Quiero decir sabido, conocido. La cuestión principal plantea otro paso. Es aquí donde entra el adjetivo sexológico.

Hasta hace poco ha sido de escaso uso. La causa principal está en su reducción a genital. Su contenido de valía reside en su significado, el suyo. Qué quiere decir?

Cuando se toma en serio la sexología como estudio del hecho sexual humano, o sea de los sexos, se va tirando de un hilo -el hilo de Ariadna, ese- y nos va llevando a salir de un laberinto del que parecía que no era posible.

Es entonces cuando empezamos a ver muchas cosas que suceden precisamente entre los sexos. Al estudio de todas estas cosas las llamamos contenido sexológico. Es mucho.

Durante mucho tiempo se lo han repartido entre una serie de disciplinas o profesiones. Digo repartido. A unos cachos o trozos de este contenido les han llamado aspectos médicos.

A otros, psicológicos, otros sociales. Todos conocen hoy el llamado modelo bio-psico-social. Pero muy pocos se ocupan de ver cómo se hizo ese engendro y para qué.

Pero no es este ni momento de criticar otros modelos ni vale la pena detenerse en ello. La operación de vaciado de los contenidos sexológicos (es decir, de las muchas y muy variadas cosas que suceden entre los sexos) tiene un hilo conductor original y sorprendente. Diré también explicativo de muchas cosas sencillas de entender.

Pero el hecho de no mirar o ver (estudiar) a los sexos por separado hace perder esas explicaciones de muchas de sus conductas, problemas y desdichas.

Al contrario, desde esa óptica sexológica mucho de esto se ve de una manera muy distinta.

Pueden decirme que es una cuestión del punto de mira o de la perspectiva. Pues claro. Lo mismo que se ve distinto desde un telescopio o un microscopio.

Lo que estudiamos es lo que vemos. Pues claro. Eso es exactamente lo interesante de la mirada sexológica.

E.Amezúa

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